AZUL HISTÓRICO
Cada una de las calles seleccionadas, en parte basadas en el trabajo ya citado del Arquitecto Rocca, muestra una particularidad, que le da ese sello de "singularidad", que le otorga, individualmente, un cariz especial. Podríamos decir "la Bolívar del paseo", con su toque andaluz del "cantoncillo. La 9 de Julio y el recuerdo de Gardel en el "Hotel Colón". La San Martín, distinguida de "punta a punta" (el Calvu y la Estación). La Yrigoyen y su señorío, que hace cima en la casa de Etchepare y el sello Piazza en la galería. Belgrano, la de Ginocchio, Pereda y el testimonio garibaldino. Colón "la del parque y los naranjos". Salamónica desde la Plaza hasta el paseo de Sala.
26 de diciembre de 2024
Seguramente a alguno/alguna, algunos/algunas con más inventiva, se le ocurrirán otros aspectos distintivos de las nombradas y muchas calles más, pero ¿qué otro calificativo que la calle de las mansiones esbeltas se le puede aplicar a la 25 de Mayo? Baste mencionar nada más "El Jockey", "El Ciudadano", "Calderaro", "Las de Pourtale". Y entre tanto apellido francés, italiano, español, se filtra un portugués. Se trató de Juan Viera Vaz.
El mencionado portugués, que también encandilado por la feracidad de estas tierras, se sintió tentado a iniciarse en las actividades del campo en nuestra zona, aprovechando que en el arroyo de los Huesos un antiguo enfiteuta dejó en sucesión importantes extensiones de campo que se fueron vendiendo fraccionadas. El primer arrendatario de acuerdo a la Ley de Rivadavia fue Don Luis Cos, siendo su hijo Bernabé, heredero quien vende, entre otros, parte de lo heredado al portugués Juan Viera Vaz, en 1879, consistente una legua del campo de su pertenencia. Vaz no vivía en el país forma permanente, por lo tanto, no se dedicó a las tareas rurales. Era un viajero que vivía gran parte del tiempo en su país.
Empero, dos de sus nietos se instalaron en la Argentina y se hicieron cargo de la propiedad "San Rufino". Estos nietos eran Alberto y Augusto Vaz Teixira Carvalho.
No obstante la aparente falta de apego a nuestro país, dejó "varios negocios en la ciudad". "En agradecimiento a todo lo que nuestro país le habría brindado y para dejar un recuerdo de su paso por Azul" (Augusto Rocca, pág 109), encargando, en el año 1895, la construcción de un edificio, nada más y nada menos que al maestro constructor italiano José Caputi (originario de Potenza), que con obras como esta, la mansión de "El Ciudadano", la gran casa de Calderaro, el Palacio Municipal, obras en la Catedral y muchas más que lo convirtió en el mejor constructor de Azul por esos tiempos, proyectado en sus obras a nuestro presente.
En su tiempo, el mejor hotel de Azul. Aquí se alojó Gardel. Esquina Este de Colón y 9 de Julio.
La parte superior sería destinada a renta del propietario y la inferior a locales comerciales, que era el fuerte de Vaz, ya que cercana a la gran construcción tenía negocios por Mitre. En la parte superior vivió como inquilino otro personaje ilustre de Azul, de origen portugués también, amigo de Vaz, el Doctor Ángel Pintos.
¡Cuántas personalidades brillantes acogió nuestra comunidad por aquellos tiempos! Vaz fallece en 1904, dejando esta joya para su mujer, que se fue a su país, donde empezó una nueva vida matrimonial.
La Comisión del Jockey se interesó por la venta de la mansión para darle al palacete una impronta acorde a su finalidad social y deportiva. La compra se realizó en 1920 y las reformas se encargaron a Lavarello y Pourtalé. Se hicieron refacciones que permitieron instalar biblioteca, sala de billar, oficinas, baños, toilette y comunicar el salón inferior con la parte superior por medio de una espectacular escalera de mármol, testigo de tantas fotos de acontecimientos sociales. Por supuesto, su frente fue modificado sin perder la armonía con el resto de la edificación.
El estilo es caracterizado como barroco, constituyéndose en una de las grandes mansiones azuleñas. Su ubicación es en la arteria tratada al 550, esquina Norte de 25 de Mayo y Belgrano.
Entre Belgrano e Yrigoyen se yergue otros de los edificios emblemáticos, no sólo de esta avenida, en un tiempo pasado con una hermosa rambla con palmeras, sino de nuestra ciudad. Se trata del conocido como "El Ciudadano", por haber estado instalado allí el diario que llevaba ese nombre, hasta que dejó de aparecer. El mismo fue encargado por un farmacéutico, afortunado, de apellido Renaud, que tenía instalada su botica en 25 de Mayo e Yrigoyen, y ganó un importante premio en la lotería. La datación de la construcción se remonta al año 1893, siendo la obra encomendada a José Caputi, como bien se puede observar por el tipo arquitectónico que la distingue. Esta hermosa mansión, de estilo barroco, que en un tiempo cayó en el olvido y el descuido, fue ocupada, en una época por el diario "El Tiempo".
"El Ciudadano" (que había nacido en la esquina este de Bolívar y Moreno, como semanario, radical), apareció en 1907, fundado y dirigido por José Santiago Ferreyro, callará su sirena - que sonaba ante algún acontecimiento que conmoviera a la sociedad-, y cesará el tipeo de sus impresoras, en el año 1959, fue ocupada por varias instituciones, entre ellas por la Escuela Profesional.
El Art Nuveau de Ginocchio. Esquina Este de Colón y Belgrano, construida frente a los almacenes de Pereda (actual Escuela Educación Técnica 2).
Por los años noventa fue vendida, que al parecer no era de nuestra ciudad y durante mucho tiempo permaneció cerrada, aunque afortunadamente, más adelante se recupera para nuestro patrimonio y desde entonces ha sido ocupada por varios comercios del rubro gastronómico o relacionado con él.
La historia de la familia Fortabat en la Argentina comienza con Luciano, que comenzó como la de la mayoría de los inmigrantes, "desde abajo". Los nuevos emigrados de Europa eran "consignados" a algún familiar, conocido o amigo de la familia, que lo "consignaba" a América. Fue Luciano fue "consignado", junto a Abel Cahupé, a un connacional exitoso: Marcelino Riviere.
Entre franceses se ayudan. Luciano fue ubicado en el almacén de Malere (Alejandro), en el casco urbano, no el campo, en parte de un terreno que hoy ocupa "la Inmaculada". Cosa curiosa resultó al "consignatario", que este jovencito tuviera tantos libros en su mesa de luz: después se entera: ¡Era maestro!
Necesidad extrema de la colonia era contar con docentes que educaran a sus hijos, por lo que no fue difícil encontrarle ocupación. Juan Pourtalé, estanciero exitoso, le encarga la enseñanza de los suyos. Más fortuna imposible. ¡La taba le cayó de cara! Elena Pourtalé y el maestro se enamoran, se casan y de ahí a dedicarse a las actividades ganaderas fue un solo paso. Construye su casa en la ciudad, en 25 de Mayo, donde actualmente funciona la Escuela de Bellas Artes, en el año 1890.
La policromía internacional, si le faltaba poco a "la veinticinco", en sus habitantes progresistas es otra característica distintiva; un potenzano constructor, un portugués comerciante, un boticario francés afortunado, un italiano relojero de categoría, descendientes de franceses e italianos, arquitectos, un francés maestro -primero-, hombre de campo después, criollos como Barda, españoles por los Castellar...
"El Tiempo" del 1 de noviembre de 1996, a toda página memora, junto a la familia descendiente, el cumplimiento de los cien años de la instalación del comercio del inmigrante Don Agustín Calderaro en Azul.
Pintoresco chalet de Franchini (hoy Puppio). De estilo francés, en Colón 960.
Allí, en la foto, los nietos del pionero: Agustín, Rosa y Alicia Mabel (herederos de una trayectoria comercial que ese día celebra el siglo de existencia). El texto acompaña la foto de los dueños en el comercio. Según atestiguan los reporteados en la nota, Don Agustín comenzó en la Calle San Martín entre la hoy De Paula (antigua calle Buenos Aires, después Uriburu) y Moreno, sin saber precisar exactamente el lugar.
Una de los testimonios llamativos, para apreciar el valor y la enjundia con que aquellos inmigrantes empezaban la aventura argentina, es el que destaca que el pasaje con el que viajó el abuelo le fue "prestado".
Es asombroso lo que relatan los herederos de esta rica tradición: que don Agustín no era solamente un relojero dedicado sólo reparar esos implementos, sino que se dedicó a la fabricación de ellos en la categoría llamada "de torre", única casa que se dedicaba a ello en Latinoamérica. También la casa ofrecía joyas y platería. Donó la maquinaria del reloj de la Catedral y fabricó un reloj que marcaba las 24 horas con una sola aguja.
Ya hace treinta años los dueños se quejaban de los momentos difíciles que les tocaba vivir por el cambio del paradigma en el oficio del relojero de artefactos "a cuerda", reemplazados por los descartables; pero hoy, felizmente, el comercio sigue en pie, con la modalidad propia que exige la actualidad.
Las otras dos gemas que hallamos en la calle del primer grito de libertad son las mandadas a construir por Francisco Pourtalé, de sólida posición económica.
Hablar de los Pourtalé es entrar en un verdadero enredo, no por nada salido de lo legal o algo parecido, sino por las uniones intrafamiliares que hubo entre ellos; que, por otra parte, no era de su exclusividad en franceses, porque también ocurrió entre miembros de otras nacionalidades inmigratorias, que se aseguraban la "pureza de sangre", evitando cruzar la genética o bien, no por una cuestión discriminatoria, sino por el trato comunitario que conservaba cada una de las parcialidades.
Tal vez los españoles, por ser los primeros mezclaron "con mucha liberalidad" -al decir de los racistas extremos- su linaje. Tardar más en llegar al centro de la Provincia, desde Buenos Aires, que cruzar el mar era normal en un tiempo en que no había caminos, los ríos se desbordaban, los carruajes eran pesados, sumado a todo tipo de peligros, inclusive el ataque de indios o matreros, esperaban al viajero en la tierra de promisión y entonces se hacía real la sentencia latina transcripta en el inicio.
Así empezaba el desafío para la mayoría de los ambiciosos extranjeros y así empezó para aquel Pourtalé que había dejado su lejana Francia para llegar al Uruguay y luego "largarse" para "el Azul". Eran tiempos fundacionales. Pero la fe mueve montañas y así Pedro mandó a buscar a una hermana llamada María y luego a tres hermanos para, como se acostumbraba, "cinchar" juntos en estas tierras ricas en potencia, pero pobres en esfuerzo productivo. La guerra, los conflictos, la disputa con el indio se robaban todas las energías y hasta las vidas. Los Pourtalé también, como la mayoría de los connacionales que vinieron a esta zona, se hicieron de tierras, que generalmente compartían en su propiedad y usufructo.
De un rancherío a Intendencia. El Palacio Municipal de Azul.
Las casas de las cuales nos ocupamos son fruto del esfuerzo del hijo de un inmigrante, llamado Albino, que llegó a acumular diez mil hectáreas de campo en Azul, sino también en Lamadrid y Tapalqué. Francisco fue un vecino, que, aparte de las actividades propias del campo, se desenvolvió en todas aquellas que lo reclamara la dinámica ciudadana. Por supuesto, fue uno de los más antiguos socios de la Sociedad Rural. De estirpe conservadora, en lo político, actuó como Intendente Municipal en el año 1923 y en el '30 como Comisionado del gobierno de la Provincia. Al cambiar de manos el poder y pasar el mando al radicalismo, terminó su misión. La más alta dignidad política que alcanzó fue la de Senador Provincial.
El estudio Lavarello y Pourtalé fue el responsable del diseño de las casas encargadas por el tío de este último. Emilio era su padre, su mamá, también de la colectividad, se llamaba Cecilia Prat, siendo su residencia en la calle 9 de Julio 371, aún en condiciones óptimas. Se recibió en la Universidad de Buenos Aires en el año 1912. Fue el primer arquitecto azuleño. Su socio en el estudio profesional fue Victorio M. Lavarello, graduado el mismo año.
Fueron estos dos profesionales los que cambiaron el enfoque de las construcciones en nuestra ciudad, en el sentido que hasta allí las mismas eran concebidas por proyectistas (la mayoría de gran calidad como se aprecia en sus obras, aunque no figuren sus nombres). La sociedad no duró por mucho tiempo pues Pourtalé prefirió las actividades agropecuarias a las profesionales y en 1920 las abandonó. Su socio continuó en Buenos Aires.
Francisco Pourtalé fue tío abuelo del arquitecto y muchas obras las realizó por su influencia Pedro Antonio Albani ("El Tiempo", 3 de marzo de 2013, lo califica como su "mecenas").
Sin mengua de sus cualidades profesionales vale decir que su parentesco con una familia tan poderosa y tan relacionada le valieron el nombramiento (1916) de todas las obras comunales, así como las que se hicieron en el hipódromo, el Tiro Federal, la casa del Gerente del
Banco Comercial, en cuyas comisiones tenía familiares. Empero, en ningún caso defraudó las expectativas de su "mecenas".
Residencia de Mario Cortazar, hoy ocupada por oficinas del Poder Judicial de la Provincia, en Colón 931.
Como la caridad empieza por casa, su pariente le encarga a su familiar el proyecto de sus mansiones. Ambas las de la esquina de 25 de Mayo y Bolívar y la lindera, son dos joyas de la arquitectura azuleña. Ellas se hallan en 25 de Mayo 698 y 25 de Mayo al 700.
En el diario "El Ciudadano" del 24 de mayo de 1920, se puede leer lo siguiente, aunque las obras particulares mencionadas: "...Nos congratulamos que elementos de tanta estima, como los arquitectos Lavarello y Pourtalé se dediquen a participar del desarrollo edilicio de nuestra de nuestra floreciente ciudad...".
En el diario "La Razón", del 16 de julio de 1927, en la primera hoja aparece el aviso clasificado del Estudio de los Doctores José J. Ronco y Sixto Ricci en 25 de Mayo 676. (U.T. 368). Sería redundante ocuparse de la casa de Emiliano Bargas, ya citada anteriormente.
Algunas otras importantes construcciones de la Avenida son: 532, Pastor Castro; Clínica Soriani, al 585; 660: Omar de La Torre; 687: Manuel Galdós; 723: Manuel Castellar (del 1900); 821: Hipólito Bogliano.
La otra céntrica que en un tiempo fue Alsina, nombre puesto para completar el cuarteto del descubridor (Colón), el Libertador (San Martín), el fundador (Burgos) y a quien se consideraba hasta ese entonces el conquistador del desierto: Alsina (el de la famosa zanja), luego cambiada, por razones políticas, por la del Primer Presidente electo por voto universal, Don Hipólito Yrigoyen, tampoco envidia a sus hermanas urbanas la ostentación de mansiones de gran costo y estilo.
Muchas de esas construcciones estuvieron y en estos momentos están cumpliendo funciones como locales para uso comercial como el caso de la construida en definido art decó en 1930, en la esquina Sur de Burgos, donde funcionó el bar y cine Torras (hoy Amore); la afamada casa de remates de hacienda Castellar, de larga y exitosa trayectoria comercial, hoy ocupada por una panadería y confitería; en el 550, obra del arquitecto Maschió y de los constructores Belsito y Campos (los mismos del "villino" y la casa de Alfredo Piazza); la Galería Piazza, que fuera almacén de suelas, productos de la firma y venta de automotores. La parte superior conserva su estilo original, en cambio la parte comercial ha sido totalmente desvirtuada en su concepción primigenia.
Mansión de Bernaudo, en De Paula 564 (modificada).
En el año 1918, Don Pedro Etchepare hizo levantar al 570 una hermosa mansión, concebida por el estudio de Dhers, Cabanillas y Devoto, siendo sus constructores los afamados hermanos Zone. Indudablemente es la "reina" de esa calle central (Yrigoyen). De tal categoría y magnificencia que, en su visita a nuestra ciudad, estuvo alojado el Presidente "de facto" de la Nación Pedro Pablo Ramírez. No sólo se destaca por su estilo, elegancia y solidez, sino por el hermoso parque que la rodea y que es utilizada para entrada y guarda de automotores.
Como esta casona fue mandada a edificar por su dueño para tiempos de verano, los esposos Etchepare convencieron a su hija y esposo que la ocuparan en forma permanente. Su yerno era Federico Piazza y la hija de Don Pedro y esposa Celina. Hoy ocupada por descendientes del primer propietario.
En edición sexto aniversario de la fundación de "El Tiempo" (9 de julio de 1939), el diario se ocupa del estudio profesional de Blas Dhers y Hugo Garbarini, destacándolo como "un estudio que honra a la ciencia arquitectónica argentina y que es muy grato para Azul".
Lo más escuetamente posible citaremos algunos conceptos vertidos por el articulista que se refiere, en principio, a las más de cincuenta obras que el estudio ha realizado en la Capital Federal, por ese entonces, para luego dedicarse a analizar la actuación de los arquitectos en nuestra ciudad, agradeciendo la deferencia de Blas Dhers por prestarse a la nota "que documenta un aspecto honroso de la vida de Azul".
En párrafo seguido hace mención a las virtudes profesionales de Hugo Garbarini como profesor titular de la Universidad de Buenos Aires. No sólo en la Ciudad de Buenos Aires se levantan obras extraordinarias concebidas por ambos socios, sino que ellas se esparcen por el resto del país, marcando, en ese aspecto una tendencia nacional.
En un recuadro en la parte inferior izquierda de la página 3 del mencionado Suplemento exalta la figura de nuestro primer arquitecto, cuya primera muestra de su talento es "el palacio Etchepare, que reproducimos en esta página, de la calle Alsina entre 25 de Mayo y Moreno y su realización documentó el talento del joven profesional que se instalaba."
A continuación, nombra a algunas de las familias que encargaron a Blas la realización de los proyectos de sus mansiones: Naulé, Mujica, Domecq, Etchepare, Gurruchaga, Lafontaine, Molina Segura, Bernaudo, Cortázar, Vazquez, Moreno Basavilbaso, así como estancias pertenecientes a Saloy, Lasalle de Domecq, Louge y otras. También supo de su sapiencia y valor profesional el (desaparecido) Banco de la Nación Argentina.
Casa de José Caputi. Malere (ex Córdoba) 564.
Esta es la nota en la que se exaltan los trabajos realizados en Azul, para dedicarse más adelante a muchos a los que dio su impronta en la ciudad Capital. Como si esto fuera poco para destacar al profesional Blas Dhers, el articulista menciona su participación en concursos de carácter internacional: "...allí está el prestigio y el concepto que rodean su nombre que figura entre los más distinguidos de la ciencia arquitectónica de Sud América."
La antigua calle Yrigoyen hasta el cambio de nombre en la década del '40 (antes, calle Alsina), es también una de las arterias con mucha vida comercial y, hasta la estación, como ocurre con otras, es un muestrario de bellas y amplias casonas construidas en la "época de las vacas gordas".
En 1899 Vicente Romero construyó en el 586 de la calle analizada la casa de Antonio Aztiria, personalidad sobresaliente de nuestra comunidad, uno de los principales impulsores de la creación de nuestro Parque Municipal. Fue reformada la construcción por el también conocido frentista Gerónimo Franchini.
Al 667, funciona el estudio de los abogados Saparrat, Álvarez y Prat, construyó su vivienda Bernardo Domecq, mansión de estilo clasicista francés (1921).
Otras casas de gran categoría engalanan esta calle hasta llegar a la estación del ferrocarril, destacándose las de Alfredo Prat, al 679, de estilo art decó (Dhers-Devoto); al 785 Andrés Lafontaine hizo construir una casa para su hijo Andrés Blas, bajo los planos de Dhers y Garbarini.
Al 795, luce una de las mansiones más bellas de esta calle hoy resaltada su importante fachada con una iluminación que destaca en todo su esplendor la magnificencia de su frente en toda su extensión, tanto por esta arteria, donde se halla la fachada, con una importante puerta de hierro en su entrada y un portón, también significativo para entrada de vehículos, fue construida por Zone hermanos y concebida el estudio de arquitectura de Blas Dhers y socios en el año 1919. Para acceder a la planta baja se lo hace por una trascendente escalera de mármol que desemboca, después de atravesar la puerta cancel, en un espacio realmente amplio y lujoso todo alfombrado y con los muebles adecuados a la categoría de la mansión.
El palacete de Etchepare. Calle Yrigoyen 570.
Perteneció a Andrés Lafontaine y en un tiempo tuvo su casa particular y estudio el fallecido Doctor Jorge Dours.
Una de las casas más llamativas, por darle algún calificativo, digamos humilde, es la que perteneció al Médico Molina Segura, construida en 1926, al 804, de estilo francés, idea de Blas Dhers. Hace uno cuantos años propiedad del estado Provincial, para sus oficinas de Vialidad.
Omitiendo algunas otras casas de jerarquía, llegamos a la edificada en el número 973, por la familia Lafontaine-Saloy, también planificada por el estudio de Blas Dhers en 1929, ha sido discutiblemente modificada para funcionamiento, desde hace muchos años, del Jardín de Infantes N° 1. Esta casa no tenía calefacción, por lo que su propietaria decidió venderla y comprar la de San Martín 804 que era de Miguel Etchepare.
En el camino seguramente quedan infinidad de mansiones que le dieron prestigio edilicio a nuestra ciudad, pero para ello está el magnífico Manual de Arquitectura de Augusto Rocca, en el cual con pasión por nuestro acervo arquitectónico y profundo profesionalismo, aparte de aquellos monumentos, edificios públicos, construcciones de entidades, deportivas, religiosas, culturales, educativas... dedica su saber a describir los estilos prevalentes en nuestra arquitectura, así como la evolución de ésta, tanto a nivel internacional, como nacional y local, relevando unas ciento cuarenta casonas, palacetes, mansiones, "petits hoteles", de nuestra significante urbanidad.
Este chalet, ubicado en avenida Perón 553 (año 1928), es, según el arquitecto Rocca, "uno de los mejores de Azul, de estilo sobrio y pintoresco".
Edificio de la Asociación Bancaria Seccional Azul, sobre calle De Paula.
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