INFORME ESPECIAL

INFORME ESPECIAL

Algunas casas señoriales ubicadas en las principales calles de nuestra ciudad

26 de diciembre de 2024

Una Selección subjetiva. En la calle Alvear y San Martín, esquina Norte, ya hemos señalado la existencia del Archivo histórico y Museo Etnográfico de Azul y la controversia sobre su propietaria original. Por lo tanto, empezamos por la calle Arenales, donde ya hemos mencionado la hermosa casona que hizo construir por Don Bartolomé Percaz, si bien él era de origen español, la intervención de los arquitectos encargados del proyecto, Lavarello y Pourtalé (nativos, con raíces italianas y francesas), le dieron a la casona un estilo definido por el arquitecto Rocca como clasisista francés. Fue don Bartolomé Percaz un progresista inmigrante español con campos en General Lamadrid que encargó los planos al binomio profesional ya citado, los que influyeron para determinar sus dimensiones y estilo de vivienda y dependencias para una amplia familia constituida por hijas mujeres y varones. Su entrada es imponente y se llega a ella por una escalera de mármol. Esta altura de la edificación permitió, durante la inundación de 1980, seguir atendiendo con suministros a los partidos de la Región y hasta albergar a vecinos afectados.

La familia Percaz tenía otra casona en Bolívar entre Arenales y Rauch, donde vivieron cinco descendientes de Bartolomé, por las décadas del 60/70. La casa de Arenales fue rentada a la Policía de la Provincia hasta que esta se trasladó a la Casa de Piazza, donde funciona actualmente, pasando a ocuparla la Región Sanitaria IX, hasta que en 1986 fue adquirida por el Ministerio de Salud.


Casa de familia Percaz. En Bolívar y Arenales, esquina Este.

Enrique, hijo de Pedro y nieto de Don Bartolomé, contaba que cuando su abuelo sacó la cuenta de la cantidad de hectáreas que podría haber comprado con lo que le costó la casa, se lamentó de la inversión. Por suerte, digo, ¡no antes! A su vez, Pedro, un personaje interesante que a los ochenta años todavía montaba a caballo, decía lo mismo. Un dato al pasar, porque fuera de los muros las casas tienen su alma y su historia, que es la de sus habitantes, Percaz me contaba haber sido asistente del general que dirigió la represión contra los trabajadores en la Patagonia, Héctor Varela.

Volviendo a la casa, digamos que por los años noventa se le sacaron los postigos de cuatro hojas, muy deteriorados, y se los reemplazaron por unas verjas que en nada coinciden con el estilo de la mansión, la que en su frente del lado derecho al entrar tenía un pequeño pino, quizá original, que fue cambiado por un rosal, fuera de armonía con el diseño original del frente.

En la calle Belgrano esquina Moreno (Norte) hallamos el llamativo "petit hotel", encargado por el propietario, de origen italiano, en 1915, Domingo Di Salvo, para albergar a su numerosa familia, inauguración que se celebró con un asado. Esa casa original sufrió agregados en 1930, y durante un largo tiempo, al desaparecer sus propietarios originales y descendientes, fue ocupada por un organismo de salud, luego por habitantes varios, hasta convertirse en un desagradable conventillo, sometido a roturas y deterioro general. Afortunadamente, según tengo entendido, el Ingeniero Irigoyen, impulsor de importantes obras en nuestra ciudad, ha tomado las riendas del mismo y ya se nota el espíritu conservacionista que tendrá la reparación y adecuación, poniéndola a tono con el fin a que se destinará, sin alterar su estilo original. ¡Una gran noticia para Azul!

En Belgrano y Colón, esquina Oeste, se encuentra la única casa particular que surgió de los planos del arquitecto Salamone en Azul, encargada por el Señor Daneri, cuyo estilo es náutico francés, cuyos elementos notables son la baranda, sobre la "cubierta" del supuesto barco, que rodea el frente, el ojo de buey y otros detalles, aunque la casa no muestra las características monumentales y revolucionaria de los edificios públicos que proyectó el siciliano argentinizado.

En la misma arteria rescatamos, a la altura del número 536, la casa que perteneció a la familia Giménez, cuya construcción data de 1913, siendo de estilo, rococó, ocupada desde hace varios años por el Sindicato de Luz y Fuerza (Filial Azul), en excelente estado de conservación.

Moreno y Belgrano, de Di Salvo. La inauguración en 1915 se celebró con un asado para 150 personas.

Si bien la hemos mencionado antes, merece destacarse, en el número 734, el edificio donde funcionó la Sociedad Garibaldina, desde 1886, siendo su constructor Félix Loguercio, autor de otras importantes obras. Hoy, con bastantes "retoques", donde, desde hace más de 70 años funciona el Club Boca Juniors de Azul.

Es complicado seleccionar, entrando en la calle Bolívar, un número limitado de mansiones que no merezcan ser destacadas, tanto por el estilo, como por la calidad de su construcción y el gusto de quienes las diseñaron y encargaron la edificación. En Bolívar 401 la casa de Roberto Wadell, que fuera construida por Felipe Persi, también autor de otras importantes propiedades, italiano, nacido en Ponzano (Alessandría) y data del año 1926. El señor Persi fue padre de varios hijos, entre ellos una mujer, muy conocida por los años cincuenta en adelante, por ser una de las primeras enfermeras del provincializado Hospital de Niños.

Roberto Wadell (también perteneciente a la minoritaria comunidad inglesa dejó su impronta en nuestro Partido, sobre todo en la zona rural (Robertson Grant, Gibson, Wadell) fue administrador de la Estancia "Santa Catalina", de su hermano político Robertson Grant, lo que le permitió adquirir a Abel Paíllé unas ochenta hectáreas, en las que demostró su experiencia en manejo de granjas y su espíritu progresista, a la que se dedicó sus conocimientos, en este rubro en que los hijos de la Gran Bretaña son especialistas. La casa familiar es de una construcción caracterizada por la amplitud de sus dependencias y la belleza de su estilo.

En otro recuerdo del diario "El Tiempo" y del memorioso Godoy, se hace mención al "inglés Wadell" como un gran benefactor de la sociedad, lo que permitió que, en los carnavales de 1928, un grupo de enfermeras presentaran la primera ambulancia de Azul, donada precisamente por este filántropo de nuestra sociedad.

Un Salamone marinerista. Colón y Belgrano. Única construcción particular de Salamone en Azul.

La historia de la familia está relacionada con minas de carbón en África que, al ser confiscadas por el gobierno de la Gran Bretaña, provocó la quiebra familiar. La chacra tuvo otro propietario, posterior al original y luego comprada por el Señor Azcona, a cuya heredad pertenece. Hoy es un lugar ideal para alojarse en sus cómodos espacios para visitantes. No hace mucho en un canal de Buenos Aires se mostró la mansión tanto en su interior como en su rico entorno, con calificativos laudatorios sobre la calidad del hospedaje.

En 1890, en estilo italianizante se construye la casa de Bernardo Naulé, en Bolívar 481 .Este murió en 1912, su esposa Juana Brocca, aquella mujer que trajo a Bernardo a nuestro suelo, siguió viviendo allí hasta que encargó (1920, se terminó en 1922) a los arquitectos Blas Dhers y Devoto un modernísima mansión (estilo ecléctico francés) que sus descendiente vendieron al Obispado de Azul, con el fin que se instalaran las cristíferas, que son sus actuales ocupantes. En el cartel de puerta de entra, por esta calle, se puede leer el lema que guía a dicha congregación: "Fuego vine a echar a la tierra y cuanto deseo que ya esté encendido!". Por calle De Paula aún se encuentra la típica chapa enlozada de fondo azul, letras blancas, que anuncia la arteria como: Tte. General Uriburu.

En la primera de las construcciones, que fue donada a la fundación Monseñor de Andrea, ocupado en un tiempo por el Hogar de la empleada, funciona la hoy Facultad de Derecho. Lo interesante de esta pequeña historia es que frente a los Naulé vivía uno de los Catriel, que nunca tuvo problemas con el vecindario.

Con posterioridad (1913) a la construcción de la primera vivienda los Naulé, habían encargado al constructor Gerónimo Franchini la edificación de una casa sobre la misma calle Bolívar, al 533, de estilo Beaux Art, evidentemente francés. Luego de fallecidos sus dueños, pasó a manos de Marcelo Baudrón (Tato), heredada de su madre Paulina Marchisio de Baudrón. Esta mansión no sólo es destacable por su estilo y construcción, sino por la magnífica entrada descubierta que lleva a los garajes, estando engalanada por un hermoso espacio con un hermoso conjunto de plantas, que ya al acercarnos a la vivienda nos adelante su delicadeza con el suave perfume de jazmines, esparcidos por el lugar y el color de las rosas que cubren gran parte del amplio terreno lateral.

Como habíamos dicho antes, los almacenes de campo habían tenido, sobre todo en la comunidad francesa de Arroyo de los Huesos (zona de enfiteutas), una gran importancia en el amasado de importantes fortunas, que eran invertidas en campos. Este fue uno de los casos típicos.

Al hacer la historia de Bernardo Naulé, Yuyú Guzmán ("Estancias de Azul", pág. 276) se refiere a una historia romántica como motor del brío impulsor de un muchacho pobre del Bearn, enamorado de una niña de familia acomodada del lugar, que exigía para su hija, un "buen partido", para esposo. Allí, el embelesado joven pobre por una niña de familia rica, como en las novelas románticas, difícilmente conseguiría salir de tal condición, por lo cual decide probar suerte en un país remoto, no tan desconocido para sus connacionales, como no lo es hoy Australia para nuestros nietos en busca de aventuras, para "probar suerte" y, si se puede, mejorar la situación económica. Argentina tenía abierta las puertas a "todos los hombres del mundo de buena voluntad".


De sociedad garibaldina a otra entidad social y deportiva: Boca de Azul, Belgrano 734.

Una vez cruzado el Atlántico, Bernardo, enamorado y empeñoso, busca un buen socio y se instala en la zona de Arroyo de los Huesos, con un coterráneo, Basilio Tourné. Ese almacén era un poco más que eso: era una casa de intercambio entre nativos, otras veces criollos del lugar, que ofrecían cueros, grasa, cebo, bolsas de cereal a cambio de yerba, azúcar, vino, harina, fideos, herramientas, monturas, utensilios de trabajo y también ponchos; y, si era necesario, armas. Mucho tuvo que ver Ramón Santamarina, importante hacendado y comerciante de Tandil, en este servicio de proveer y surtir de frutos del país a estos almacenes de Ramos Generales.

Con las ganancias obtenidas en este almacén, aquel muchacho pobre que partió del Bearn en busca de un sueño, acumuló dinero que invirtió en tierras que le permitieron volverse rico en la tierra prometida. Esa demostración de fortuna atrajo a la familia de la deseada novia, Juana Brocca, que ya no tuvo más pretexto para negarle "la mano" de la hija anhelada. Es así que el matrimonio hace construir la primera casa familiar, ya aludida.

En el diario "El Tiempo" del 6 de agosto del año 2013 se publica una entrevista al arquitecto Carlos Fortunato y Mariela Tancredi -profesora de antropología-, donde ambos manifiestan la idea de incluir en el circuito turístico de nuestra Ciudad al llamado "Paseo Bolívar", manifestando el profesional que existen en dichas construcciones variados estilos, desde el neoclásico italiano, francés y otras que armonizan estilos, volcándose hacia el eclecticismo.

Como en todos los casos anteriores no es fácil elegir un pequeño número de mansiones, entre por lo menos las quince de mayor valor patrimonial que se registran en esta arteria, pero no puede omitirse la construida en 1925 por la sociedad de Belsito y Campos, para Lorenzo Piazza, en estilo italianizante con detalles de Art Decó. Allí vivieron, sucesivamente, la hija del matrimonio, llamada Francisca, casada con Leopoldo Marchisio, el Doctor Alberto Sarramone un tiempo, y el artista Gustavo Bogliano, fallecido y hoy posiblemente en manos de sus sucesores (Bolívar 511). Esta vivienda, con tanta historia de industriales, historiadores, artistas, hoy se halla en tareas de refacción.

María Cristina Casamayor, en su libro "Los industriales Piazza", se refiere a las circunstancias por las cuales Don Lorenzo, después de una vida dura y ya próximo a cumplir sus cincuenta años de matrimonio, con sus hijos ya independizados del hogar paterno y dos de ellos fallecidos, encargó al conocido arquitecto Maschió la planificación de una casa amplia y cómoda para el matrimonio, su familia y gran cantidad de amigos y allegados que visitaban la residencia. Aunque ella, en realidad, era la "casa de verano", por cuanto que el invierno prefería pasarlo en su residencia en Italia llamada "La Argentina".


Entrada casa Naulé, hoy Facultad de Derecho-UNICEN. Fue la primera vivienda urbana de los Naulé, en Bolívar 481. En la segunda foto, fachada de la misma construcción.

Ya citamos anteriormente las casas del doctor Leiva y del Escribano Labarriere, de estilo Tudor. En estos dos profesionales debemos detenernos un poco, no sólo haciendo mención a las construcciones que encargaron para sus viviendas y estudios, sino citando brevemente algún aspecto de sus actividades profesionales y fuera de ellas, especialmente de Don Carlos Leiva.

En el caso de Raúl Labarriere, prestigioso escribano de aquellos tiempos, encontramos en la primera hoja del Diario "La Razón" del 19 de julio de 1927, antes de inaugurar su nueva mansión, se encuentra con sus oficinas en la calle Alsina y Buenos Aires (actual De Paula), asumiendo la sucesión de su antecesor Gumersindo J. Cristobo, su número de matrícula profesional es Nro. 277, anunciando, a su vez, su domicilio en Capital Federal, en Avenida de Mayo 874, 3er. Piso.

En cuanto al Doctor Carlos Leiva, recibido en la Facultad de Derecho de la Ciudad de Buenos Aires, y doctor en Jurisprudencia en diciembre de 1919 con la tesis de filosofía política de Mitre. Inició sus actividades en Azul en el año 1918, en la calle Bolívar 555. La zona de influencia de su estudio era amplia: Olavarría, Juárez, Laprida, y General Lamadrid.

Dice Hegel en su tratado "Filosofía de la Historia" que las casas no sólo están construidas con el material que necesitan para su edificación, sino que en ellas está impreso el espíritu de sus dueños. Sólo con ver el diseño de la mansión del Doctor Leiva se percibe el alma de sus propietarios. "El Doctor Leiva es un poeta de verdad y por eso puede identificarse con el alma de los grandes poetas y destacarse netamente en la tradición de poemas escritos en otros idiomas... Esta página se engalana con un soneto hermosísimo que nos dice de las exquisiteces de su espíritu dilecto".

En efecto, el diario, en su número aniversario de 9 de Julio de 1933, publica la referida poesía que lleva por título "Inquietud" (especial para "El Tiempo"), firmada por Carlos Leiva. En la misma página se publica una poesía de María Alex.

Don Emiliano Bargas (de actividad agropecuaria) mandó construir en el año 1900 a Julio Cacciolatti, en estilo italianizante, una hermosa mansión con una imponente cúpula, en Avenida 25 de Mayo y Bolívar.

Hermosa entrada casa de Naulé, donde viviera Tato Baudrón, en Bolívar 533.

Al morir, la mansión es comprada por Señor Augusto José María Arieu (también dedicado a explotación del campo), para ser habitada con su esposa e hija. El matrimonio tuvo desgraciado destino, que culminó, por una cuestión pasional, con el suicidio del propietario.

Luego fue adquirida empresario de Tapalqué Santiago Schneider (barraquero); con alguna circunstancia económica complicada, aunque igualmente, por intervención de un familiar, logra conservarla. Sus herederos la vendieron. Fue alquilada para diversos usos. Entre los ocupantes estuvo allí el Colegio Santo Tomás de Aquino. Hoy se realiza un proyecto muy controvertido con el levantamiento de un hermoso edificio torre que enmarca la vieja casona. Ya dimos anteriormente algunos juicios y al observar que se está "tocando" la entrada original, pareciera dar la razón a los críticos de esta adulteración de tan rico patrimonio de la ciudad (otras edificaciones que exaltan el valor patrimonial de esta arteria son las de Facundo Barrenechea, Silverio Carbone, Elisa Maile, Bourdette).

Otra de las calles emblemáticas por la cantidad y calidad de las casas que allí se levantaron, muchas de las cuales se muestran habitadas, luciendo su antiguo esplendor es la que lleva el nombre de nuestro fundador Don Pedro Burgos.

También en ésta, como en las restantes calles que se destacan por la cantidad y calidad de su edificación del período ya mencionado, es complicado seleccionar unas en detrimento de otras, teniendo en cuenta la valoración patrimonial e histórica que cada una de ellas posee.

Tanto por su antigüedad como por su estilo, y los constructores que intervinieron en la primera etapa de edificación, que data de 1898, y en la segunda realizada en 1923, como por su ubicación en la esquina este de esta arteria y Mitre, es conveniente iniciar por la casona de Juan I. Gurruchaga. Su estilo es francés-italianizante, interviniendo en la edificación original la firma forma por Cacciolatti y Moccetti, y en la reforma posterior actuando como arquitectos Dhers y Devoto y como constructor Juan Moccetti.

En el número 533 de calle Burgos, destacamos una de las casas particulares que fuera de la familia Marquestau, donde actualmente y desde hace unos años funciona el Ministerio de Trabajo y otras reparticiones provinciales como el Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires. Esta fue construida por la Empresa Zone hermanos y su estilo se caracteriza, como la gran parte de nuestras grandes construcciones, por su eclecticismo.

Tanto por la ubicación como por su antigüedad (1905), su señorío y su estado de conservación, actualmente ocupada en su local comercial por una típica cervecería azuleña, de moda en el momento, sobre todo por la concurrencia de familias y jóvenes, merece mención la casona de Don Rosa Ávila, personaje muy particular que se dedicó al Remate de Haciendas y allí instaló su comercio (Burgos y Bolívar).


Rosa Viterbo Ávila, un criollo de aquellos. Su antigua Casa de Remates de Hacienda, en Burgos 700 -esquina Bolívar-.

Funcionó durante mucho tiempo el Diario "Del Pueblo" (había nacido en la esquina Este de Burgos y Belgrano), cuyo fundador fue Cipriano Víctor Moreno (fundado en 1918), sucediendo a él Pedro L. Cirigliano, hasta su fallecimiento en 1952. Luego le siguieron Isabel Zubiri (y su esposa), y otros, cerró definitivamente en 1970. Siendo el piso superior casa familiar. Se halla en el número 700 de la calle que estamos recorriendo (Burgos).

Por testimonio de un familiar (Luis Solá) conocemos algunos aspectos de "criollo de estirpe azuleña".

Rosa Viterbo Ávila, bien azuleño, nacido e inscripto en la Iglesia nuestra Señora del Rosario el 4 de setiembre de 1869, siendo registrado en el Primer Censo Nacional. A los treinta años se inicia como rematador de haciendas, con gran éxito, lo que le permiten la construcción de la casona que nos ocupa, bajo la firma de "Ávila y Compañía". En la parte superior de la misma vivía Rosa con su familia.

El hecho de este criollo de pura cepa que lo llevó a la notoriedad, aparte de su activa vida social, fue la "visteada" con Julián Andrada, ladero de Juan Moreira, encuentro del que quedó registro fotográfico, que terminó con don Rosa con un corte y fin del "juego". Sólo mencionar este hecho del cual existen muy buenos relatos, entre ellos de los de Alberto Sarramone y "Peter Boy" en "El Tiempo" (suplemento del 16 de diciembre 2022, dedicado a este eximio periodista). Ávila murió en 1926, siendo joven todavía, para la consideración actual de la juventud y vejez.

Allí funcionó la Sucursal del Banco Hipotecario de Azul hasta su cierre, por los años '30. Pero, sin duda alguna, si una mansión se destaca dentro del conjunto arquitectónico de la calle del fundador es la de definido estilo toscano, ubicada en el 716, concebida por el Estudio del arquitecto Julio Maschió y la construcción de Belsito y Campos, que ya hemos mencionado anteriormente y fue edificada en el año 1926, encargada por Félix Piazza (el "cervecero" de la familia). Hablar de su dueño sería redundante, por existir cientos de páginas dedicadas al grupo familiar que dotó a Azul de una impronta industrial nunca vista hasta entonces y jamás repetida hasta ahora, sobre todo llevada adelante por cinco hermanos, sin ninguna gran empresa por detrás. También sería ocioso explayarnos sobre las características del llamado "villino", con su espacioso y hermoso jardín de la esquina Bolívar, incorporación, casi exclusiva del mismo.

La casa construida en el mismo terreno, en el 730, perteneció a Alfredo Piazza, de estilo inglés, seguramente a pedido de su dueño. Actuaron el mismo arquitecto y los mismos constructores que en la de don Félix.

En el diario "El Tiempo", del 2 de enero del año 2000 se publica: "...Hurgando en la robusta memoria de don Antonio Pablo Belsito", aquel que fuera odontólogo, hijo del matrimonio José Belsito y Filomena Ramaglio, padres de una numerosa prole, de Moreno 697. "Don José Belsito era constructor, oficial albañil, de primera línea cuyo nombre, seguramente por natural modestia, no quedó registrado en el frente de obras muy importantes que, no obstante los muchos años transcurridos, conservan su admirable esbeltez, como el 'villino' de Burgos y Bolívar y el chalet contiguo por Burgos, construido para las familias de Félix y Alfredo Piazza, respectivamente...".

También de su trabajo e ingenio surgieron las casas de Lorenzo Piazza, en Bolívar y Uriburu esquina sur, y en Villa Piazza las mansiones de Pedro Piazza (actual Departamental de Policía desde hace cincuenta años) y la de Remigio Piazza (Ministerio de Educación). No puede pasarse por alto la famosa "Galería Piazza", en la calle Yrigoyen.

Esto por citar sólo algunos de los tantísimos trabajos que llevan la identidad de Don José. Otras edificaciones importantes en la calle Burgos pertenecieron a Vicente Romero, Froilán Mirande, Waldino Isasa, José Tártara, María Louge, entre otras.

Ya citamos en otra parte, otro tipo de viviendas o comercios el "Rancho de Lacasagne" y "El desván de Corenggia".

Es la calle Colón, desde el Colegio Nacional hasta el Parque Municipal (por lo menos como construcciones tradicionales, sin mengua de las que han existido y existen desde este paseo hasta el Puente San Benito, que acaparan otra historia), también una arteria dotada de valiosas edificaciones.

La construcción señorial tomó un impulso notable a partir del momento en que comenzaron las obras del Parque Municipal (zona ya activa por el Campo de Marte y el movimiento que provocaba el molino harinero), sobre todo en las cercanías del mismo, cosa que no ocurrió con las calles paralelas que agruparon construcciones del tipo familiar exentas de la amplitud y calidad que tuvieron la de la calle Colón y Burgos, ya hasta Olavarría.

Ya hemos citado anteriormente, al hacer mención al emprendedor y empresario Andrés Ginocchio, las tres llamativas construcciones que se destacan del resto por su marcado estilo art nuveau, hoy más evidentes, en razón por los colores que se les han impuesto a sus frentes que destacan los detalles decorativos que ornamentan sus frentes (alguien me comentaba que "arruinaron" las fachadas). Lo cierto es que dicho estilo utiliza colores suaves: grises, amarillos, aceitunas y otros. Como dijimos, quien llevaba a cabo las obras de Don Andrés fue un experimentado constructor de apellido Negretti, que, quebrado financieramente, terminó su vida en forma trágica (ya dicho, por la situación económica a que lo arrastró el Banco Comercial).

Frente a esta trilogía edilicia funcionaron los grandes almacenes de Vicente Pereda. Este español nacido en la provincia de Burgos, según Yuyú Guzmán (pág. 48 de "Estancias de Azul"), cuando llegó a nuestro país, proveniente de Cuba, se encontró con otros familiares en Buenos Aires, que habían hecho cierta fortuna en épocas de Rosas, desempeñándose en el rubro de ferretería y artículos navales. Después de estar en otros lugares de la provincia, siempre relacionado con familiares que habían progresado, en 1855 se instala en la manzana que ocupa la Escuela Técnica N° 2 que lleva su nombre, con un comercio de ramos generales, como lo hicieron tantos inmigrantes, al que agregó transporte de mercadería que dejaba grandes réditos, lo cual le permitió amasar una importante fortuna que destinó a la compra de tierras, que por ese entonces estaban baratas, teniendo en cuenta que aún la lucha entre blancos e indios no daba seguridad a la campaña.

Otra obra adjudicada a Ginochio en esta calle al 668 es también de art nuveau, data del año 1905 y funciona un Centro Médico actualmente. También construida en sociedad con Negretti.

Un edificio que también fue un centro destacado por su construcción e historia es el ubicado en esta arteria entre los números 740 al 751, donde funcionó el "Hotel Colón", el más importante de Azul, que alojó entre distinguidos visitantes, nada más y nada menos, en su último viaje a Azul, poco antes de perder la vida en Bogotá, a Carlos Gardel (nos revela Ana Turón). Desde sus balcones cantó a capela para la gente que se agrupaba ante su presencia.

En la edición del 9 de Julio del 2001, el diario dedica su número especial aniversario del nacimiento de "El Tiempo", hace una nota a personajes de Azul, entre ellos, uno pronto a cumplir cien años con pasmosa lucidez y vívidos recuerdos del pasado. En uno de los pasajes del reportaje evoca su pasaje por el Gran Hotel Colón: "Cerrado el bar de Del Buono y Bilbao, El dueño me dijo: Te voy a poner en el Gran Hotel Colón -calles 9 de Julio y Colón-. Su dueño era Adolfo Vilatte, un francés con espíritu de poeta que en el sótano fabricaba vino -¡Y que vino, che...! ¡Qué vino...!-. De mozo estaba Carlitos Conte, un petiso macanudo, reconocido como un buen bailarín. Entre pitos y flautas, ¡en el Colón estuve cuatro años!".

En la edición del 15 de junio de 1928, del diario "La Razón", se puede ver en su tercera hoja una publicidad importante, en recuadro, anunciando: "Gran 'Hotel Colón' de Juan Cordeu. La casa ideal para pasajeros y familias amplias comodidades y precios módicos. Colón y 9 de Julio. Azul. U.T. (Unión Telefónica) 457". Se lo supo conocer como el Hotel de Cordeu, aunque antes tuvo otros dueños. Hoy se nota, en parte del piso superior, un interesante trabajo de refacción, que en la esquina con 9 de Julio respeta el diseño original. En otro segmento del frente -por esa arteria- se han hecho departamentos y por Colón queda una parte importante bastante deteriorada. En lo que fuera la planta baja se han instalado varios comercios de diversos rubros.

Otra importante construcción es la que perteneció a Mario Cortázar y luego a su hijo Omar, en el 931 de la calle que nos ocupa, proyectada por el estudio de los conocidos arquitectos Dhers y Garbarini y construido por la firma Toscano, Latanzzi y Barbetti, en 1930, hoy ocupada por un organismo del Poder Judicial de la Provincia.

Todo se inicia con Saturnino Cortázar (vasco francés). De sus hijos, uno instaló un almacén de Ramos Generales en Lamadrid, pero el que se destacó para las tareas de campo fue Mario, que se dedicó de lleno a la explotación, ampliando la propiedad de "La Modesta", fundada por su padre, en el corto tiempo que vivió, en un importante terrateniente (murió a los cuarenta y tres años).

Casa de la familia Puppio: Ubicada en Colón 960, su edificación data del año 1929 y su constructor fue el conocido Gerónimo Franchini, a quien perteneció la propiedad. Es de un hermoso estilo propio de las casonas del Sur de Francia. Consta de dos plantas y su techo es de tejas volcadas hacia el frente de la vivienda, en una parte menor y en la más amplia, vueltas hacia atrás.

Del relevo que efectúa Augusto Rocca podemos rescatar unas veinte casonas de gran estilo, de los cuales he incluido aquellas que me pareció tener una historia especial, por su estilo, antigüedad, constructor, sin dejar de valorar las restantes estudiadas. Otras son las que fueran de: Luis Baldi, Lorenzo Palacios, I. Goñi, Félix Lazarino (1898), Hnos. Cahupé, Requena, Ballarena...

En la calle De Paula, la casa de Federico Urioste, calificada de un racionalismo pobre, es ocupada desde hace unos cuantos años atrás por el Juzgado Federal N° 1 (N° 526). En la misma, el escribano Dante Bernaudo, casado con Eufrasia Naulé, bajo la dirección de Dhers y Devoto construyó de una casa ubicada en el N° 564 de la mencionada arteria (año 1920). Aparte de su profesión, el casamiento con una integrante de la familia Naulé lo llevó a actividades agropecuarias. En la edición del diario "La Razón", del 16 de Julio de 1927, en primer lugar, primera página, columna izquierda se puede leer: "Profesionales: Dante Bernaudo Escribano. Buenos Aires 564". Esta gran mansión fue poco disfrutada por su propietario y su familia, ya que su esposa fallece en 1923 y dos años después un pequeño hijo, lo que hace que don Dante se trasladara a la Capital. Fueron propietarios, sucesivamente, Benigno Ireneo Lacoste, Emilio Infantino (que la adquirió en remate judicial, siendo él martillero, por precio debajo de la base). En el 2012 la adquirió el matrimonio Fittipaldi-Valicenti. Actualmente su planta baja se halla reformada, funcionando activos comercios.

Otra casa destacable en esta arteria es la que ocupa el Estudio Tancredi, construida en 1920, bajo los planos de Lavarello y Pourtalé. Su estilo (siempre conforme el estudio de Augusto Rocca), es Luis XVl. Pegada al edificio que fuera del Banco Comercial (hoy PAMI), para cuyo gerente se edificó.

La arteria mencionada nos ofrece, entre San Martín y Bolívar, una serie de mansiones de gran categoría, entre las cuales se destacan la que fuera de Carlos Boaglio, al 675; pegado a ella (N° 679) una mansión de jerarquía, que fuera vivienda del médico Doctor Musso y familia, que hace unos cuantos años fuera adquirida por la Asociación Bancaria (del año 1896), en estilo eclético francés. Frente a ella hay una mansión de dos pisos que se destaca del resto por su amplitud, que fuera ocupada por el estudio del Doctor Vitale y hoy se ve un cartel que reza Pizza House Zubelzu; lo estampado en el frente: su constructor fue Bruzzo,Victorio.

Otras mencionadas están la del número 729 de Francisco Tourné y la del N° 791, propiedad de Dominga Vazquez de Pisoli, construida por Octavio Consoli.

En la calle España al 590 y 609 se encuentran dos casas de 1926, construida por Toscano y Lattanzi y la primera y en 1928, por Gerónimo Franchini, para Francisco Rocca.

En la calle Lavalle al 708, esquina Oeste, en el año 1928, don Alberto Rey hizo construir una importante propiedad donde funcionaría durante casi treinta años su almacén de Ramos Generales y casa familiar. Este comercio, según comentaba su hijo, el ingeniero Alberto Rey, cerró en el año 1955 y toda la mercadería e instalaciones quedaron como mudos testigos de un pasado de gran actividad comercial y familiar, durante casi cuarenta años, cuando la familia decidió sacar a remate público todo lo que allí había, que se hallaba como digo, con sus estanterías intactas y la mercadería propia de los grandes almacenes de aquel entonces, prácticamente "sin tocar". El remate concitó la atención de gran cantidad de público, que compraba lo subastado, sobre todo bebidas, por paquetes de muchas unidades, enteros.

El local se alquiló y por allí pasaron varios comercios, alguno del ramo gastronómico, explotado por el conocido comerciante de apellido Ruibal. Hoy existe una verdulería y frutería al por mayor.

En la calle actualmente denominada Malere (ex Córdoba) en el N° 564 (año 1876), tuvo su residencia ese gran constructor, que fue el potenzano (tierra de muchos inmigrantes italianos que llegaron a nuestra ciudad, entre ellos de nuestra familia Gorgoglione, alguno de ellos como Vicente, dedicados a la construcción): José Caputi, a quien se deben las grandes obras que señalaremos en la avenida 25 de Mayo y otras importantes de la ciudad, como la del propio Municipio, a la que agregó su impronta personal. Su hijo fue el conocido José María Caputi Ferreyra (apellidos paterno y materno). Actualmente la casa es propiedad del Sindicato de Trabajadores Municipales y luce en muy buen estado.

La avenida Mitre no se destaca por poseer grandes mansiones, ya que fue una arteria más bien ocupada por comercios, de ahí su nombre primero. Aunque sí podemos nombrar la de Gurruchaga, ya mencionada cuando nos ocupamos de la calle Burgos.

En Mitre y Arenales (recordamos, aunque ya no está en pie), funcionó el almacén de Ramos Generales de Radrizzani y Borghi, de gran clientela de la ciudad y el campo por los años '30 hasta el '60 aproximadamente. Cesado el comercio, durante algún tiempo el gran local que ocupaba un amplio terreno, donde hoy funciona una estación de servicios, estuvo inactivo hasta que fue alquilado por un joven martillero, Ricardo Iglesias (fallecido prematuramente).

También en el Este de Mitre y Rauch todavía existe una gran construcción, en uno de cuyos mármoles de la vidriera por Rauch, se lee, "El libanés" (nombre del comercio), que luego durante más de cincuenta años fue explotado primero, por Don Carlos De Franchi y luego por su hijo Dante. Hoy hay una gran ferretería. La extensión del terreno permitió que fuera ocupada como casa familiar y entrada de carruajes por Rauch.

Pegado a este negocio, por Mitre, aún se encuentra la casa que fuera, del Bioquímico Fiscalini, donde vivió con sus cuatro hijos (dos varones y dos mujeres).

En Moreno encontramos las ya citadas mansiones de Leiva y Labarriere, cuando visitamos la calle Bolívar. Una de las más antiguas es la de José Piazza (al 577), construida en 1920 por Gerónimo Franchini, siendo calificada como "petit hotel", uno de los tantos que se construyeron en nuestra ciudad en la década del '20, prácticamente hasta la "gran crisis". Esa importante casona fue consultorio y vivienda particular del Doctor especialista en garganta, nariz y oído Florencio Miranda, de larga y fructífera trayectoria en el Hospital de Niños.

Referente a esta debacle económica, en el libro de Yuyú Guzmán podemos leer la repercusión que tuvo en algunos sectores, no sólo urbanos, sino del campo. Los Gibson, aconsejados por el jefe de la familia, deciden vender sus propiedades en Argentina ante el temor de una caída mayor de la economía. Todos sabemos que ésta se mueve no sólo en base a la realidad, sino también en torno a las expectativas y, en ese momento, muchos fueron influenciados en la toma de decisiones por el pánico, que era mundial.

Siguiendo el orden alfabético de calles pasamos a la Necochea, donde una construcción se distingue de las restantes por su estilo francés, su año de construcción y el destino educativo que se le dio a la misma. Allí funcionó la Academia Mercantil Solanas (1929), casa de estudios superiores contables (N° 485), que también encuentra su publicidad en los diarios de la época con otra dirección, seguramente antes de la construcción mencionada. Era bastante común en aquel entonces la existencia de estos Institutos particulares que otorgaban títulos en teneduría de libros, contabilidad y hasta Contador Público, como el llamado Güemes, y el muy famoso de Mandarano y esposa.

Otra edificación significativa del año 1931 fue construida por la firma Toscano y Lattanzi, Barbetti para los hermanos Piedemonte. En ella también edificó su casa el último componente de la firma Toscano y Lattanzi, el ingeniero Barbetti, que se destaca por las piedras tipo "Mar del Plata", que completan su frente y que constituyó una novedad, en ese sentido, para nuestra ciudad.

En la calle 9 de Julio ya citamos en la esquina este de Colón al mencionado "Hotel Colón" de Cordeu. Los franceses festejaron en Azul su fecha patria en el Teatro Español durante mucho tiempo. Otro lugar clásico para reunir a la comunidad, no sólo durante los días de festejos propios de la nacionalidad, sino en fiestas familiares, banquetes de honor, reuniones sociales fue el Hotel Colón, cuyo primer dueño y fundador fue Adrián Loustau, también de origen galo. Anteriormente se había instalado en la una porción del terreno que hoy ocupa el Colegio Inmaculada Concepción, el hotel alojamiento llamado de la "Buena sopa", hasta que decide ampliarlo, darle más categoría y construye en la esquina este de 9 de Julio y Colón el nuevo y suntuoso edificio, llamándolo "Hotel de la Paz". Años más tarde el hotel se vende, y por supuesto otro francés no podía perderse semejante negocio, lugar preferido de los franceses que llegaban a nuestra ciudad para reunirse y, como dice Yuyú, tomarse "un vino calentado" (que, como vimos, se fabricaba allí), costumbre tan tradicional en su tierra. Fue el nuevo dueño, Federico Villate, quien cambió el nombre al hotel y, seguramente para hacerle honor a la calle, le denominó "Hotel Colón" (pág. 317; Estancias de Azul). Luego el Hotel pasó a manos a un Señor de apellido Lobato, según consta en diarios de la época, pero no fue su último dueño, ya que más adelante perteneció al Señor Cordeu, como dijimos. En la mención que se hace del Hotel en la Calle Colón hemos incluidos algunos datos sobre este importante hotel.

Al 371 está una de las casas más antiguas, de Emilio Pourtalé, que data del año 1885, siendo sus constructores Franchini y Colombo.

En la ex Humerto Primo (actual Avenida Perón) existe una de las casas más bonitas y llamativas de Azul, tanto por su estilo, como por su esbeltez y estado actual, en la cual vive el Doctor en veterinaria Cosme Mendonza, de conocida familia, con arraigo en nuestra comunidad. Se halla al 533 de la mencionada avenida (una de las tres del foso original), obra de un logroñés, de nombre Ricardo Pérez Bacaicoa, que dejó para nuestra ciudad, lo que Augusto Rocca califica como uno de los mejores chalets de Azul "de estilo sobrio y pintoresco".

Al entrar en la ciudad, entre el Cristo y las vías del ferrocarril, son evidentes dos construcciones de gran categoría (por Avenida Piazza), hoy ocupadas por instituciones públicas. Esas edificaciones, por el lugar elegido por sus propietarios, eran cascos de chacras, con terrenos de generosa amplitud: en una, la que fuera de Remigio Piazza, actualmente y desde hace unos cincuenta años, es asiento de la Escuela N° 504, comprada en su momento por una institución llamada APANDE. En la otra, desde hace casi el mismo tiempo, funciona la Departamental de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, comprada a los sucesores de Piazza durante la gobernación del Doctor Oscar Bidegain.

En la calle Prat y Costanera se halla la casa de "López" o de "los López", ya citada anteriormente. En la calle Rivadavia mencionamos aquella que conserva detalles góticos, ubicada frente al Parque Municipal, que perteneciera a un Señor de apellido Padilla (data del 1900); lo que resalta su estilo original son sus ventanales. En la parte que da a calle Guaminí, se puede ver su techo tejado, que le da un aire de construcción colonial.

Como construcción de gran categoría encontramos la construida en 1927 por Gerónimo Franchini, por la Sociedad Filantrópica Suiza, que aquí tuvo una no muy numerosa pero activa colonia, entre los que se destaca el apellido Gilardoni (cantón italiano). Allí hoy funciona la mutual farmacéutica que responde a las siglas de SASMA En el frente de la imponente fachada existe una placa recordatoria de los fundadores de la Sociedad en el año 1905. Contiguo a este edificio, N° 616, en otra de dos plantas de grandes dimensiones, funciona el expendio de medicamentos de la Mutual.

En la calle Roca encontramos varias propiedades de diversos estilos, en los números 396, 472 y 592, cuyo constructor fue Salvador Di Bernardi, de variados estilos: naútico francés, racionalista y chalet, mientras que Gerónimo Franchini edificó al 693, la casa que fue de su hijo Silvio.

Indudablemente, las tres últimas calles que hemos seleccionado atesoran no sólo una cantidad de antiguas casonas de gran categoría y estilos diversos, sino que muchas de ellas son una muestra indudable del enorme patrimonio edilicio que exhibió -y aún exhiben- nuestras calles centrales. Tan rica es la heredad recibida de esa generación que enriqueció nuestro acervo cultural, que, repito, seleccionar algunas casas se convierte en un acto de arbitrariedad, y sólo sirve para mostrar, como en los naipes, "la punta del mazo".


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