INFORME ESPECIAL

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Calle San Martín, desde el arroyo a la Estación

Sin repetir las ya mencionadas casonas de Juan Costa y de Santiago Garrós, se puede comenzar por la de Alfonso Bugallo, en el número 229, que data de 1927, construida por Franchini e hijo de marcado Art Decó. Estaría al iniciar el recorrido por la arteria de referencia. Otra importante vivienda, actualmente ocupada por una de las nietas (odontóloga) de Román Corrales se halla en el N° 267, siendo sus constructores Bruzzo y Boaglio en el año 1925.

26 de diciembre de 2024

En el N° 363 se encuentra una casa que perteneció a Mariano Roldán (1883), que se sale de los estilos usuales al mostrar características de tipo Corintia (1883), fue ocupada por sus dueños hasta 1892, y allí funcionó la primera sucursal del Banco de la Nación Argentina. Mariano Roldán llegó a Azul en 1858, fue fundador del Partido de Benito Juárez y tuvo entre nosotros una activísima vida comunitaria. En Benito Juárez se dedicó a las actividades del campo, siendo dueño de la estancia "El Sol Argentino", en un tiempo proveedor importante de hacienda para las tropas nacionales que luchaban contra el indio. Como gran influente ante las autoridades nacionales y provinciales, logra la fundación del nuevo partido que se llamará Benito Juárez con fecha 31 de octubre de 1867. Siguiendo con el destino de la casona, hoy punto referente de nuestra cultura, sabemos que al ser comprada por la señora Dominga Birabent de Arieu, se la sometió a una serie de reformas en la parte del zaguán, colocación de algunas mamparas en su interior y otras obras menores que fueron realizadas por el constructor Vicente Romero.

El hijo de la dueña, heredero de la casa, al morir su madre en 1922, que tenía una gran amistad con el Doctor Ronco, o bien se la prestó para que viviera con su familia e instalara su estudio-biblioteca o bien el profesional la tomó en alquiler. Fallecidas su hija y esposa, Santa, consciente del valor que dicha casona guardaba, la compró en 1961 a Cora Arieu de Saubidet, continuando la obra dejada por su esposo. Allí frecuentemente concurría el Doctor Julio Cordeviola, que tenía una admiración especial por esa dama tan exquisita (aún casi centenaria), hasta que ella fallece en 1984. El médico murió al año siguiente.

Hoy la Casa Ronco es un hito ineludible para la cultura azuleña, no sólo por lo que materialmente guarda, sino, y especialmente, porque allí vuelan los ángeles de Don Bartolomé, Santa y Margarita y conserva la riqueza cultural que ellos legaron a la posteridad.

Suficientemente conocida es la personalidad del Doctor Ronco, no sólo en nuestra ciudad, sino en ámbito nacional y hasta internacional, debido al Festival Cervantino y sus actos culturales, como también el drama que le tocó vivir al matrimonio con la muerte temprana de su joven hija, irreparable para cualquier familia; pero, como el ave fénix, ellos, con su enorme fe, hicieron del dolor un altar en honor a ella, no sólo reflejado en el Cantoncillo Santa Margarita, sino a su enorme actividad filantrópica y cultural. Me quiero detener en Santa, así se la conocía y así era, María de las Nieves Clara Giménez. Ella cultivó una hermosa flor que se marchitó cuando aún le quedaba muchos frutos por dar, sin embargo su dolida madre no dejó su pasión por la encuadernación, el bordado, y a volcar sus esfuerzos en la caridad, y a coleccionar objetos diversos: botellas, abanicos, cajas de fósforos... y al cuidado de sus amadas camelias.

Quisiera volver el tiempo atrás para estar presente en esas deliciosas charlas que mantenía con el Doctor Julio Cordeviola, quien, seguro, en sus frecuentes charlas con Santa, se inspiró para su novela "Auca Nahuel". Es que en esa casa vuelan las musas inspiradoras del cultivo del espíritu humano.

Su muerte acaeció con casi cien años de intensa y rica vida, dejando su casa, la de sus amores y dolores, a la Biblioteca Popular de Azul, hoy centro de enriquecedores actos culturales, más allá de los tesoros bibliográficos, periodísticos, documentales que ella atesora.

En 1907, Vicente Romero, por encargo de Emiliano Bargas, construye la casa ubicada al 374 de la calle que tratamos. Hoy es ocupada por ARBA, la Agencia de Recaudación bonaerense. El mismo que había hecho construir lo que en muchos lugares de información sobre nuestra ciudad se llama "Palacio Bargas".

No podemos pasar por alto, pese a la estrictez que nos proponemos en este relevamiento, la casa de León Lafontaine, de estilo clásico francés, ubicada en el N° 508, con locales comerciales ocupando casi media cuadra por De Paula, uno de los cuales fue ocupado por Publicidad Cárdenas hace unos cincuenta años. Esta casa guarda otra interesante historia en cuanto al origen de a la fortuna que permito su construcción y mantenimiento. El estilo es clásico francés y data de 1920, siendo su dueño original Don León Lafontaine.

¿Quiénes eran los Lafontaine? Entre las primeras oleadas de inmigrantes franceses, que antes que italianos y españoles (inmigración masiva), llegaron en grupos dispersos desde tiempos pre independientes y durante los cincuenta años que siguieron a Mayo de 1810, pero es a partir de 1860 cuando se produce una afluencia importante, cercana a los doscientos cincuenta mil. Generalmente llegaban miembros de una misma familia, a veces los padres, y otras veces hermanos o el grupo familiar completo. Es el caso de los hermanos Lafontaine, que eran tres: Jacinto, Pedro y Andrés. Su asiento fue la conocida zona de enfiteutas: el Arroyo de los Huesos; allí, como lo dijimos antes, se dedicaron a hacer sus primeras armas comerciales con un almacén de "ramos generales" (un supermercado y más, por cuanto actuaban como verdaderos bancos comerciales particulares). Este negocio les permitía acumular capital que invertían en campos que había que "civilizar". En tanto el almacén y panadería "El Progreso" rendía sus buenos frutos y también iba a enhebrar otra historia de amor. Un modesto trabajador rural, venido también de Francia, se enamoró de una hija del tercero de los hermanos (Andrés). La niña se llamaba María Luisa, correspondiendo al aprecio de Silvano Saloy, que así se llamaba el pretendiente. Del amor al casamiento no hubo dificultades.

Los hermanos disolvieron la sociedad y a cargo de "El Progreso", quedó el matrimonio que, tentado por la explotación rural, cerraron el almacén en 1918 y continuaron con la fundación de estancias. El matrimonio tuvo un solo hijo: Silvano (tradición francesa de llevar el nombre del fundador del clan). La casona fue proyectada por Blas Dhers y Devoto, concluida en 1926. La mansión sigue ocupada por descendientes.

Por supuesto que dejamos algunas casas de gran valor, muchas de las cuales han sido torpemente modificadas en la planta baja instalando comercios de diversos ramos que han adecuado la misma a sus necesidades de grandes vidrieras, sin guardar relación con el estilo original. Es el caso donde funcionó el comercio conocido como Casa Quibus, en el N° 520, de un estilo poco visto por aquí, renacentista español, proyecto del arquitecto Blas Dhers, en el año 1928; en un tiempo bastante prolongado funcionó la Sucursal Azul del Banco de Londres y América del Sud, hoy dividida, la planta baja aloja locales comerciales.

En la esquina Norte de San Martín y 25 de Mayo se construyó la gran Casa Vigna, que funcionaba como comercio de menor envergadura, donde hoy se encuentra el edificio Gianotti. A ella ya nos hemos referido anteriormente. Tan grande era este comercio que tenía, nada menos que tres entradas y ¡diez vidrieras! Almacén, tienda, bazar, mercería, juguetería, calzados, perfumes, ferretería (un adelanto a los supermercados que surgieron más adelante). Luego, la mala administración de quienes siguieron con el negocio, hizo que debiera cerrar definitivamente.

En su nostálgico libro sobre el pasado, Fernando Nicolás Fortunato recuerda a "El Niponés", y dice: "Eran sus propietarios un matrimonio en el que se amalgamaba una mezcla de nacionalidades, don Arturo, que como lo hace suponer el nombre del negocio era japonés y su señora de nacionalidad rusa; ambos pasaban la mayor parte del día atendiendo el mostrador y la caja. Entre los mozos se hallaba Kincho, muy particular por su afabilidad para atender a la clientela para hacer amistad con la misma, quien le tenía amistad y respecto; también era de origen japonés". Tatuma Shurú era otro socio y hacía de mozo. Muchos, en relación al Emperador japonés, le apodaban "Hiroito".

En esa linda evocación de su pasado, que fue el maestro Fernando, muy memorioso, recuerda que sus vidrieras daban algunas a la calle San Martín y otras a la 25 de Mayo; que tenía una máquina de café exprés, cuatro mesas de billar una de casin, que es una variedad de este juego). Su entrada, como correspondía y aún hoy la mantiene el local comercial que allí funciona, era en la esquina.

Ella era de un gran movimiento, casi diariamente, los que tenían el lugar "reservado" para el billar; otro para los "colimbas" que el fin de semana, cuando salían de franco, saciaban su apetito o bien cambiaban el menú "cuartelero" por el sustancioso "completo" con el pan más generoso que se les brindaba; en los fines de semana o en cualquier día, a la salida del cine Odeón, muchos hacían una parada antes o después de la función para degustar un submarino o un café. Pegado, en el frente ya dividido, funcionaba una tintorería también de japoneses.

Cruzando la Avenida 25 de Mayo encontramos un suntuoso edificio en el que funcionó la Farmacia de Juan Mola, su proyecto fue del arquitecto Blas Dhers.

La Farmacia Mola es de larga data, figurando su aviso publicitario en los diarios de la época: el año de construcción del enorme local y casa familiar data de 1924. Esta farmacia cerró hace unos años y hoy el local comercial es ocupado por diversas firmas, generalmente del rubro textil.

Ya hemos citado obras de Andrés Ginocchio, ese emprendedor que iba a dejar a Azul sin terrenos si seguía su arrollador empuje dedicado a la compra de terrenos y edificación de viviendas. Este amplio edificio es de estilo ecléctico marinerista y se halla al 645 de San Martín. Ha sido ocupado, dividido en partes, para diversos usos, inclusive allá por los ochenta uno de ellos fue ocupada por el Partido Justicialista. En la planta alta, una agencia de turismo, y debajo otros comercios. En tiempos idos funcionó un diario local llamado "El Imparcial".

Urbano Domeq, al 650, en 1899 hizo construir por Moccetti y Cacialotti el edificio que hoy ocupa un local comercial que opera como Finegan.

El caso de Urbano Domeq es similar al de esos inmigrantes franceses acostumbrados a pelear contra las vicisitudes de la suerte y, muchas veces, la mezquindad del suelo en su tierra, por lo que la virginidad y feracidad de estas tierras no le permitían tiempo a la molicie y a fuerza de trabajo duro y parejo se hizo fundador de estancias.

Tuvo una numerosa familia; el nombre Urbano se repite como era tradición no sólo en franceses sino en otras comunidades familiares.

Al N° 693 se encuentra la casa de Juan Prat, construida bajo la dirección del arquitecto Maschió, amigo personal de Don Juan y proyectista de varias mansiones en Azul, entre ellas las ya citadas de Piazza en la calle Burgos. La casa es de estilo marinerista italiano y data del año 1926. En el diario, cuyas publicidades hemos citado en otras oportunidades, debajo de otros conocidos profesionales del rubro, Bartolomé J. Ronco y Sixto Ricci, aparece el anuncio del estudio de Juan Prat en la calle San Martín 665.

El Doctor Prat fue un destacado abogado y político azuleño, que ocupó una diputación nacional, llegando a ser candidato a Gobernador por la Provincia de Buenos Aires en las elecciones de 1946, cuando surgió el peronismo, que llevó a la primera magistratura provincial al Coronel Domingo Mercante.

La casona ocupa el Colegio Santo Tomás de Aquino fue mandada a construir en 1910 por Virginia de Galdós y su constructor fue Antonio Buonomo. Lleva el número 726.

A Blas Dhers se debe el proyecto de la amplia casa y comercio que está ubicada al 901.

En la parte inferior funcionó la ferretería más importante de Azul por aquellos años. Los altos son de vivienda familiar y en la parte inferior funcionó una Sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires, hoy ocupada por un comercio textil.

Otra casona tradicional, cita en esta arteria es la del número 772 que hizo construir Juan Garro, tiene entrada por la calle España y funciona, en sus amplias instalaciones, el Centro de Comerciantes de nuestra Ciudad. Su constructor fue José Negretti, el socio de mal final de Don Andrés Ginocchio.

Descartar de la nómina casas como la de Miguel Etchepare, construida por Franchini, bajo los planos de Blas Dhers, sería injusto. Se distingue por su esbeltez y calidad constructiva. Hecha en el año 1928. Muerto su propietario primero, la vivienda fue vendida a Luisa Lafontaine de Saloy (aquellos de los almacenes de Los Huesos). Al casarse su hija Elena con el Doctor Amílcar Casado, pasó a ser propiedad del matrimonio, recibida en heredad para su hijo Benito, fallecido hace unos años, por lo que quedó en manos de sus descendientes (al 804).

Una de las mansiones más destacadas, indudablemente, es la que perteneció a Juan Mailharro, padre del famoso pintor azuleño de fama internacional que sacó de su apellido la "i". Esta hermosa propiedad, fallecidos los dueños, pasó a manos de una heredera que, cumpliendo con el deseo de sus dueños, fue donada a una entidad que ofrece en ella oportunidad para la realización de actos culturales.

Por último, sin dejar de advertir que otras se mencionan y describe en el estudio de Augusto Rocca, llegamos al número 1000, donde la San Martín se encuentra con la avenida Monseñor Cáneva (ex Centenario), hallamos la imponente construcción del año 1927, construida por orden de Don Miguel Etchepare, por Gerónimo Franchini y los planos de Blas Dhers-.

Aquí funcionó el primer sanatorio de Azul; pero, inadecuado para el fin sanitario, fue dejado por la nueva construcción, actualmente en vigencia. Luego allí funcionó un Hotel y hoy un geriátrico.

Como vemos, una de nuestras calles centrales en todo su recorrido, hasta la estación de Ferrocarril, es un muestrario del lujo del pasado pletórico de riquezas particulares, generalmente surgidas del campo (almacenes y explotaciones agrícola-ganaderas), que hizo de nuestra ciudad una de las más importantes de la Provincia y aún hoy constituyen un orgullo para nuestra comunidad y despiertan la admiración de aquellos que nos visitan.


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