ENFOQUE
Perderse en un mar de libros puede ser fácil. El nombre de la rosa -la famosa novela que Umberto Eco publicó en 1980-, los cuentos de Jorge Luis Borges y las reflexiones del filósofo alemán Walter Benjamin, conforman un enredo que paradójicamente resulta útil para indagar en el aspecto laberíntico de la biblioteca.
30 de mayo de 2021
Por Francisco Bariffi.
Son mínimamente dos los sentidos en los que puede pensarse lo laberíntico en relación con la biblioteca. Por un lado, la reconfiguración de la red de conexiones que constituye una colección de libros nunca se detiene. Y, por el otro, todo posible ordenamiento del archivo, además de provisorio, se edifica sobre un inevitable desorden categorial. Lo que acaba de afirmarse sonará menos abstracto a medida que se lo piense en relación con algunos de los textos de Jorge Luis Borges, Walter Benjamin y Umberto Eco, cuyos proyectos de escritura logran, cada uno a su modo, sacar provecho del caos laberíntico.
Numerosas galerías estructuran la biblioteca de El nombre de la rosa. El espacio también cuenta con una sala prohibida, vacíos custodiados por balaustres de madera, espejos borgeanos, y escaleras en espiral que se desvanecen a la sombra de los hacheros. En los rincones de un espacio que Borges describió muchos años antes, el narrador de "La biblioteca de Babel" dice haber errado en busca de un libro. De modo similar, en el texto de Eco, es el libro que nunca se encuentra, la verdad a la que no se halla, lo que motoriza, articulándose con la investigación de los crímenes, la máquina narrativa de la novela. En ambos textos, la biblioteca se asemeja a una red ilimitada en la que un libro puede conectarse con cualquier otro, y ese con otro, y este con otro, produciendo un movimiento que desestabiliza la estructura prefijada y que amplía la red de un archivo encaprichado en no ser estructurado del todo. Cada libro es una porción de un saber total que no termina de encontrarse. Aunque se examine el último rincón de la organización planimétrica, algo se escapa de su diseño.
Según los autores de The key to the name of the rose, la Edad Media, con sus summas, speculas y aspiraciones de conocimiento divino, intentó preservar un sistema cultural de símbolos y dogmas condenado a la decadencia. Esta pretensión medieval de construir un saber enciclopédico total sobre un orden cósmico fijo es lo que al personaje de Jorge de Burgos, el bibliotecario de la abadía, se le escapa de las manos.
En "Desempacando mi biblioteca", Benjamin piensa en el modo en que la colección se diferencia del orden normalizado con que el archivo institucional organiza sus elementos. En su texto, el autor se pregunta "¿qué es una colección sino un desorden tan familiar que llega a adquirir la apariencia de orden?". Con esta idea en mente, podría decirse que el orden que se produce a partir de cierto ratio o criterio archivístico siempre se elige en lugar de otros criterios de ordenamiento posibles. En última instancia, el orden total se muestra inalcanzable. Esto no solo sucede con los libros. Según Alinardo, el monje más viejo de la abadía, la biblioteca es "signo del laberinto que es el mundo".
Casi al inicio de la novela, Baskerville recuerda a su discípulo sobre las "huellas por las que el mundo nos habla como por medio de un gran libro". Esta idea del mundo como sistema de signos que debe descifrarse para llegar a la verdad se contradice con la idea de archivo como diagrama del mundo. La biblioteca de la abadía configura un mundo que se impone en lugar de muchos otros mundos posibles. Pero ese orden es frustrado, sin embargo, por las conexiones rizomáticas entre los elementos del archivo de las que se hizo mención más arriba. A partir de "Tlon Uqbar, Orbis, Tertius", de Borges, podría pensarse que la diagramación de un mundo no solo es ficticia cuando una sociedad secreta fantasea sobre una tierra inexistente, o sobre un "país indocumentado". En The Key to the name of the rose, se resalta la recurrencia de espejos y laberintos en Borges. Mientras que los espejos producen duplicaciones que distorsionan la unidad y la identidad, los laberintos son símbolo de un mundo caótico además de ilusorio. Tanto "Tlon" como "El lenguaje analítico de John Wilkins" se remite a materiales de archivo que no existen, y que señalan, en un gesto anarchivístico, la ficcionalidad de los discursos y del orden de archivo.
Todo orden, entonces, se ubica en lugar de otro orden posible, y todo diagrama del mundo se ubica en lugar de otras posibles diagramaciones. Podría agregarse que todo relato se ubica en lugar de otro relato. Así sucede con las hipótesis no siempre acertadas que formula Baskerville sobre lo que sucede en la abadía. El investigador opta por una explicación y no por otras y, al final de la novela, se siente frustrado. "He perseguido un simulacro de orden, cuando debía saber muy bien que no existe orden en el universo". La novela aprovecha el carácter laberintico de la biblioteca, y tensiona el orden de un archivo cerrado y totalizante con el escurrimiento anarchivístico en el que Baskerville y Adso se aventuran hasta ver arder las decenas de pergaminos y manuscritos que forman la unidad archivística.
El orden del archivo que Jorge de Burgos intenta mantener se desestabiliza ante las diferencias que la ratio archivística excluye, las cuales contradicen el régimen categorial o sistema de signos prestablecido. Si la abadía admitiese el extraviado fragmento de la Poética aristotélica, el hombre ya no podría ser categorizado como "el animal con lenguaje", o como "el animal con consciencia de muerte"; la risa tendría que ser admitida después de una larga historia de exclusión del pensamiento filosófico, y el hombre, desafiando la definiciones previas, pasaría a ser "el animal que ríe". Esta disrupción marca la provisionalidad de toda definición, de todo orden categorial, o, como diría el narrador de "Wilkins", el hecho de que "no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural".
La imposibilidad de producir un sistema de categorías que explique un mundo que, en última instancia, no puede ser aprehendido aunque se lo parcele en "1000 subdivisiones" es el problema del que también se lamenta Hofmannsthal a principios del siglo XX. En "La carta a Lord Chandos", el poeta austríaco se refiere a cómo sus palabras se le vuelven ajenas, y a cómo le resulta imposible "definir en términos razonables qué es" la singularidad de lo que el mundo le revela. Benjamin, lector de Hofmannsthal, considera, por su parte, que, después de ser echado del Edén, al hombre fue dada una pobreza que se manifiesta en la fragmentación de su palabra. Desde entonces, la palabra es la ruina de la naturaleza divina del lenguaje, y el conocimiento -de esencia lingüística- se dificulta ante el hecho de que las palabras ya no tienden a las cosas, y de que ya no puede recobrarse el conocimiento del esquema divino que ellas antes encerraban.
Al problema que Hofmannsthal señala, Benjamin ofrece una respuesta -y una posibilidad de escritura-. Una de las razones por las que la obra de Kafka es valorable para el autor alemán es que su lenguaje asume la imposibilidad de acceder a la verdad -o, en relación con la biblioteca y su disposición, al orden de la clasificación institucional, que siempre es un "precario balance"-. Lo mismo podría pensarse de la escritura del propio Benjamin, en la que por medio de la yuxtaposición de elementos, y del establecimiento de una relación dialéctica sin síntesis entre ellos, se llega a producir cierta forma de conocimiento que no implica la definición de lo que las cosas son.
Sería oportuno, para cerrar, considerar el modo de constelar en la escritura de Benjamin en relación con su modo de "constelar" objetos al coleccionar -lo cual, además de un arte, es un método inusual de producción de conocimiento-. Los criterios normales de organización del archivo o biblioteca -y del mundo- difieren de los impulsos anarchivísticos del coleccionista, cuya actividad no está motivada por la pretensión de un orden total y verdadero, sino por una relación intuitiva y personal con los objetos, y por la rememoración que ellos sean capaces de provocar en él.
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
03/02/2025
02/02/2025
Locales
02/02/2025
01/02/2025
01/02/2025
Policiales
Policiales
31/01/2025
31/01/2025
31/01/2025