El comerciante azuleño Marcelo Levigna dialogó con diario EL TIEMPO acerca de la decisión que tomó recientemente de "bajar las persianas" de la histórica frutería y verdulería "El Delta"-ubicada en una de las esquinas de calle Yrigoyen y Lavalle-después de estar y permanecer por más de treinta años ininterrumpidos en ese rubro.

"Comencé el 17 de enero de 1991 con la frutería y siempre estuvimos en el mismo lugar y siempre siendo yo el titular de dicha Pyme. La actividad en si misma conlleva viajes a Buenos Aires, Río Negro, Entre Ríos, San Pedro y llegamos a tener tres fruterías, pero eran otros tiempos y uno tenía otra edad. Y con el correr y el transcurso del tiempo esto te cansa" explicó en el inicio de la charla.

En ese sentido consideró que fruterías y verdulerías ya no quedan en Azul y remarcó: "La última fue la mía, porque todas las demás lo que hicieron fue anexar almacén, porque es un rubro que trabaja todos los días del año y no tenes feriados ni vacaciones. Y siempre le digo a mi familia que el negocio nos dio muchísimo, pero nos quitó otro tanto. Porque muchas cosas no las pude disfrutar de la manera que me hubiese gustado. Pero tomar la decisión de cerrar no fue fácil, fue una decisión dolorosa porque fueron treinta y cuatro años los que estuve en el rubro".

"Fue una decisión estrictamente personal que obviamente la hablé con mi familia. Tengo cincuenta y nueve años y quiero disfrutar la vida y si uno mira el centímetro no queda mucho recorrido. Era el momento de decir hasta acá llegué. Y sinceramente la situación económica del país en parte influyó, pero sobre todo apuró el proceso. Porque hoy una frutería o un almacén paga trecientas lucas de luz, las cargas de impuestos son tremendas y el precio de los alquileres ni hablar" agregó.

Consultado por este medio sobre el impacto de la crisis socioeconómica que ya golpea fuerte a las pequeñas empresas de todo el país, opinó: "Desde mi perspectiva desde el 2017 hasta hoy esto viene en un declive total. La gente se está volcando a comprar en los grandes centros comerciales y los negocios más chicos no tienen forma de competir. Fruterías como la mía en Buenos Aires hoy son todas autoservicio, porque ahorran en mano de obra y lo hacen más familiar pero igualmente los números no dan. Porque estamos en un contexto de país que realmente nunca se vio. Y sin duda Milei por algo cayó donde cayó y seguramente se deben haber cometido errores graves. Pero no puedo decir que cierro el negocio por Milei, cierro la frutería por el contexto que hoy vive el país".

"Cerrar un negocio implica un montón de gastos y de mi negocio indirectamente vivían diez familias en Azul, en Buenos Aires, el que me traía la papa, no es solamente lo visible y acá quedan diez familias afuera del sistema" añadió.

En esa línea manifestó que desde su punto de vista "surfear esta crisis es muy difícil" y comentó: "Hablo con un montón de gente de distintos lugares y el panorama es muy desalentador. En mi negocio ya veía gente que entraba y te pedían dos papas y no llegaban. Por eso creo que entre todos rompimos el tejido social y creo que acá vamos a tener una caída abrupta del consumo y un desempleo tremendo".

Más adelante Levigna analizó los distintos factores que a su entender terminan haciendo inviable el funcionamiento de una pequeña o mediana empresa en la Argentina.

"En primer lugar tomar como un gasto a un empleado que te está ayudando a ganar dinero para mí es partir de un error. Los problemas de las Pymes creo que son los alquileres y las tarifas que son inviables. Hoy el problema no es que el kilo de carne valga nueve mil pesos, el problema es que el salario real en la Argentina está entre trescientos y cuatrocientos mil pesos. Hoy un jubilado entra en una verdulería y no puede comprar un kilo de papas y ese jubilado hace un año atrás tenía otra posibilidad y eso no significa que estaba bien. Y todo esto se agravó a tal punto que lamentablemente van a cerrar muchas Pymes" indicó.

Hasta siempre y muchas gracias

Quienes hayan atestiguado la pasión que dedicamos a nuestro trabajo se sorprenderán de estas líneas, que también para nosotros se escriben con la tinta de la sorpresa. Es difícil asimilar la despedida: casi cuatro décadas después, este texto viene a decirles hasta siempre y muchas gracias. Si bien se usa con mucha facilidad, al menos en nuestro caso la palabra PASIÓN es irremplazable. Con pasión apostamos por este emprendimiento, que nos transformó en otras personas a muy poco de andar. Erramos mucho, acertamos bastante, pero nunca especulamos con una dedicación a medias. FRUTERÍA "EL DELTA" no se trató de un mostrador, un almanaque en la pared y una caja registradora a la que exprimirle el jugo de las ganancias al finalizar la jornada. Un comercio es muchísimo más que eso, al menos el que forjamos en la esquina de Yrigoyen y Lavalle lo fue: miles de kilómetros de ruta al volante de un camión rumbo al Central todas las semanas, un mercado que es un "mundo" con un código de convivencia totalmente singular; entender que esa "mercancía" que se cargaba, se transportaba y luego se disponía en el local para atraer a la clientela es -en su mayoría- alimento de base para nuestros convecinos y que, por ende, el objetivo exclusivo nunca podía ser que cerraran los números. Y un aspecto imprescindible: un comercio es el núcleo de una pequeña comunidad humana dentro de la gran comunidad que es Azul. En nuestro caso, a esa pequeña comunidad la integramos con las/os trabajadores que hicieron a la prosperidad de la frutería y con la clientela que, incluso en el día de cierre, nos confirmó la fidelidad y el abrazo hacia nuestro trabajo. En el diccionario de "EL DELTA", esa es la definición de la palabra éxito. Ahora decidimos apostar por otros caminos, y se siente raro; más de 30 años dedicados a un proyecto es mucha vida. Pero en este final gravita fuertemente la motivación por renacer. La familia, los amigos y demás afectos nos alentaron a tomar nuevos rumbos que desafían como lo hiciera la frutería a comienzo de los años 90. No son emprendidos en soledad: la pasión nos vuelve a acompañar. Les agradecemos con alegría. Las despedidas son esos dolores dulces. Hasta siempre.

FRUTERIA "EL DELTA" Marcelo Levigna y Marta Reyero.