16 de julio de 2023

COMBATIÓ CON LOS MEJORES DE SU TIEMPO

COMBATIÓ CON LOS MEJORES DE SU TIEMPO . Avenamar Peralta, un icono del boxeo

El hermano de Gregorio "Goyo" Peralta se convirtió en una de las figuras más queridas y respetadas de la afición por su fama de guapo y porque arriba del cuadrilátero ponía absolutamente todo en beneficio del espectáculo.

Por Juan José Zurro - Especial para EL TIEMPO

El histórico boxeador nació en Trinidad, San Juan, el 3 de enero de 1943, con el nombre de Ramón Avenamar Peralta. Supo captar el boxeo por sus hermanos mayores. De chicos, los hermanos Peralta se trenzaban a golpes de puño en el patio de su casa sanjuanina, bajo la atenta mirada de su papá Pastor. Fueron cinco boxeadores los Peralta: Gregorio, Avenamar, Valerio, Néstor y Alberto. Avenamar llegó a Azul por el envión que tomó la carrera boxística de su hermano "Goyo", quien, afianzado en la ciudad, supo traer a muchos de sus hermanos e incluso a su madre, por el año 1957.

En Azul, "Vena" le llevaba el bolso a "Goyo" Peralta cuando entrenaba en Alumni hasta que llegó el día en que se animó a ponerse los guantes. Fue mejorando en la entidad albinegra; fue pupilo de Octavio Andrada para luego pasar a ser dirigido por Alfredo Porzio, y luego por Bruno Alcalá.

Supo tener una excelente carrera amateur: 70 peleas, de las cuales ganó 61, empató 5 y perdió 4. Lo derrotaron: Luis Servioli en la Federación Argentina de Box, Pedro Ruppel en Olavarría, Salvador Manganelli en Azul y "Quito" Torres en Loma Negra. Además, fue campeón peso mediano nacional amateur en Mar del Plata, allá por el año 1961.

En las grandes ligas

Siguiendo los pasos de su célebre hermano, debutó en el profesionalismo el 12 de junio de 1965. Los diarios locales lo llamaban "el Forastero". Cuando empezó, su estilo era de ataque constante, de tirar muchos golpes, y acompañaba su modo combativo con una pesada pegada que lo hizo sumar muchas victorias por nocaut.

El primer combate como profesional lo realizó en Azul, el 12 de junio de 1965, cuando derrotó por la vía del sueño al también debutante Raúl Díaz. Todo un preludio de lo que sería su carrera, forjada a través de una férrea disciplina basada en el constante trabajo físico y un tremendo aguante.

Al final del año 1967 había cosechado un impresionante récord de 33 peleas ganadas con 23 nocauts. Hasta ese entonces había tenido varias actuaciones en el Luna Park y había derrotado, entre otros, a Alberto Massi (ganador y perdedor de un joven Carlos Monzón) y a Hugo Danielli (ganador y perdedor de Andrés Selpa). Sin embargo, había llegado el momento de subir la vara en la elección de rivales, y la empresa Luna Park, manejada por "Tito" Lectoure, programó una pelea de riesgo para Avenamar: enfrentar al trotamundos y exsparring de Bonavena, el platense José Menno, en combate a realizarse en el estadio Bristol de Mar del Plata para enero de 1968. Menno era siete años mayor que Avenamar y había peleado en Perú, Italia, España, Estados Unidos, Australia, Alemania, Inglaterra y Suecia. Fue rival, entre otros, de Wayne Thorton, Bobo Olson, Piero del Papa y "Goyo" Peralta. O sea, era un peleador de primera línea nacional con reconocida experiencia internacional.

Avenamar Peralta y José Menno empataron dos veces en enero y febrero de 1968, ambos combates realizados en Mar del Plata. Fue una gran experiencia por el rival y por el resultado; en ambos combates se notó la fogosidad de Avenamar para sacar golpes y llevarse por delante a su rival y la experiencia para esperar, "ver qué pasa", trabar y contragolpear de Menno. Hubo un tercer combate entre ambos cuando en el Club Atenas de La Plata, Menno le ganó a Avenamar por puntos en un fallo dividido el 13 de marzo de 1969.

La carrera de Avenamar supo dar el gran salto en aquel 1968. Aunque sufrió su primera derrota y pérdida del invicto por descalificación por golpe bajo frente al santafesino Santos Giménez, empató frente al experimentado marplatense Miguel Ángel Páez en junio y se lució en las dos noches mágicas del Luna Park llamadas "La Noche de los Peralta". Allí se presentó con sus hermanos "Goyo" y Néstor, y le ganó a su vencedor Giménez y al ítalo-brasileño Renato de Moraes. Terminó ese glorioso año conquistando el 23 de noviembre el título argentino de los semicompletos al vencer nuevamente a Páez en el Luna Park por puntos.

Aquella noche el Luna Park fue un horno, hacía demasiado calor. Muchos azuleños habían llegado hasta Capital Federal para alentar a Avenamar, quien, a lo largo de toda la pelea, con mucha continuidad en su accionar, trabajando desde afuera y haciendo sentir el rigor de su cross de derecha, se llevó el triunfo por puntos. Los gritos de "Goyo" más los del público se sintieron en toda la pelea, en la que Peralta ganó casi todos los rounds salvo el penúltimo. Su rival cayó como un hombre, de pie, agobiado por el calor y lastimado en su labio inferior. Los dos bajaron aplaudidos por el público.

Diez minutos después, ya en los vestuarios, Páez, con una toalla envuelta en la cintura, se acercó a Avenamar con un presente muy especial: "Te felicito, viejo. Este es mi pantalón blanco de campeón, que ya no me servirá más. Quiero que lo uses vos y que lo puedas llevar con más suerte que yo". Con ese emotivo momento y con un cordial abrazo daban por terminada una de las noches más importantes de la vida de Avenamar.

Como en las épocas de "Goyo" con sus triunfos ante Thorton y Pastrano, ahora le tocaba a Avenamar gozar del cálido recibimiento del pueblo azuleño. El miércoles 27 de noviembre, a las 21, llegó en un auto y una multitud lo esperaba en el Cristo. Luego de repartir besos y abrazos se subió a una camioneta y, acompañado de Octavio Andrada y varios aficionados, encabezó una caravana que recorrió calles de la ciudad recibiendo la alegría y los aplausos de los vecinos. El recorrido hizo una parada en la sede de Alumni, escenario de muchos de sus éxitos, y posteriormente, visitó el Club La Cotay, modesta institución donde tenía muchos amigos.

Estrenó su cinturón de campeón argentino el 7 de diciembre en Azul, venciendo por nocaut a Oscar Wondryk, quien había vencido a su hermano Néstor en su última presentación. El 11 del mismo mes se organizó una cena en su honor en el gimnasio alumnista, donde todo transcurrió en un grato ambiente, junto con su esposa y los participantes del acto.

El año 1969 comenzó con duras declaraciones de Avenamar sobre la realidad que vivían los boxeadores azuleños para entrenarse. Este fue el testimonio que dio en la redacción del diario El Tiempo el jueves 6 de febrero:

"Así es, Azul es hoy una plaza importante del boxeo nacional, tanto por la forma en que el público ha respondido muchas veces, como por los elementos que, iniciados aquí, están escalando altas posiciones. El grupo que habitualmente se entrena en el club Alumni Azuleño ha traído para esta ciudad el título de campeón argentino y está en trance de traer otro, porque Armando Gigena se encuentra en inmejorables condiciones para conquistar la corona de los plumas. Además, otro profesional con buenas posibilidades, Adolfo Cejas, ha reiniciado el entrenamiento y otros dos muchachos de buen porvenir, como lo son el azuleño Ramón Albisini y el suarense Héctor Galván, que también forman parte del plantel, están próximos a incorporarse al profesionalismo. O sea que se está en un plano importante, alcanzado por muy pocas ciudades del interior".

"Yo creo que por eso los boxeadores que representamos a Azul con todo cariño debemos contar con las instalaciones amplias y cómodas, dotadas de los elementos imprescindibles para la gimnasia y demás aspectos de entrenamientos. Un gimnasio que incluso sea presentable, que esté en relación con la jerarquía de nuestra ciudad. Así cuando viene gente de afuera a ver a los boxeadores, no se lleva una impresión desfavorable. Nosotros esperamos que nuestro deseo encuentre eco. Claro que si la cosa no mejora, nos veremos en el trance, muy penoso para nosotros, de tomar otro rumbo. Repito que nos resultaría muy penoso alejarnos del lugar donde nos hemos hecho y hemos amasado triunfos. En ciudades vecinas, como Olavarría y Tandil, nos han ofrecido gimnasios más de una vez. Queremos mucho a Azul para irnos. Aquí tenemos muchos buenos amigos, pero si las condiciones no cambian, no tendríamos otra alternativa que alejarnos". Así culminaba la entrevista con este matutino el hermano de "Goyo", quien se refería a la realidad del boxeo azuleño en los '70, lo que significó el principio para su ida de la ciudad.


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