EXCLUSIVO: ADELANTO DEL CAPÍTULO "EL ESTADISTA", DE LUIS MIRALLES
En la memoria escrita para el libro "Raúl Alfonsín visto por sus contemporáneos", el abogado azuleño y exdirector de General de Escuelas y Cultura de la provincia de Buenos Aires, rescata diversos valores del jefe de Estado argentino en los tiempos de recuperación democrática. Comparte la publicación, entre otros, con el expresidente uruguayo Sanguinetti y el dirigente Almunia, del PSOE.
Por: Marcial Luna
12 de octubre de 2022
"La política como lo que es, actividad que se da alrededor del poder, encuentra en el diálogo el camino de su realización". Con esta frase inicia su testimonio el doctor Luis Miralles en el libro "Raúl Alfonsín visto por sus contemporáneos", compilado por Juan Antonio Portesi, el exministro de Gobierno de la administración bonaerense Armendáriz, y editado por Lumiere.
El letrado azuleño añade, a la hora de delinear su mirada en torno al expresidente argentino, define que fue de las personas "que llegan a marcar el itinerario de una tarea anticipatoria, sembrando proyectos que, al transformarse en colectivos, sellan en ese repartidor la personificación del estadista".
Desde ese plano conceptual, Miralles desarrolla su visión, otorgándole a Alfonsín no sólo el irrebatible carácter de presidente de la Nación Argentina, sino particularmente de Estadista, singularidad que no ha estado presente en todos los jefes de Estado argentinos de la democracia.
Por el contrario, ha sido la peculiaridad de unos pocos. En el caso de Alfonsín, además, en un contexto lúgubre, al asumir el Poder Ejecutivo Nacional luego de la dictadura cívico-militar más feroz que registra la historia de nuestro país.
De allí, entonces, el sentido del título del capítulo escrito por Luis Miralles ("El Estadista").
Tal como EL TIEMPO informó en su última edición dominical, el libro está compuesto por treinta testimonios: el del expresidente del Uruguay Julio María Sanguinetti; del exsecretario general de PSOE Joaquín Almunia; la exministra Graciela Fernández Meijide; el politólogo Vicente Palermo; la historiadora María Sáenz Quesada; el exsubdirector del diario La Nación José Claudio Escribano; el exministro Horacio Jaunarena; la politóloga y nieta del expresidente, Rocío Alconada Alfonsín; el azuleño Luis Miralles, exdirector de Escuelas bonaerense y amigo personal del presidente Alfonsín; Rogelio Alaniz; Oscar Alberto Albini; María Alejandra Cajaraville; Cecilia Campos; Luis Blanco; Marta Carraro; Javier Etchart; Maximiliano Gregorio-Cernadas; Antonio Francisco Lapolla; Andrés Malamud; Manuel Omar Mansanta; Eduardo Molinero; Néstor Eduardo Monea; Reynaldo Onofri; Alejandro Onofri; Rubén Pesci; Pablo Oscar Pinto; Martín Ángel Quintar; Juan Radonjic; Ricardo Porto; Elva Roulet; Daniel Salvador; Gustavo E. Tafet y Guillermo D. San Martín.
Constitución y Democracia
Más puntualmente, Miralles expone que "Raúl Alfonsín supo, a partir de la prédica, internalizar en su tiempo histórico el mandato de la Constitución e inscribirlo en un propósito democrático, que congregó y continúa congregando a la sociedad argentina".
Del mismo modo afirma que, desde ese umbral, "abordó su lucha y la de la gesta gubernamental que luego le tocó encabezar, la que principió con la más seria defensa de los derechos humanos, cuando abolió la auto-amnistía sancionada por el gobierno militar que, respaldada por el principal partido de oposición de aquel entonces, los comprometía hacia adelante".
Miralles recuerda que su amigo Alfonsín, "lanzó la formación de la Comisión Nacional de Desaparecidos -CONADEP-, que devino en el inédito y hoy -a más de tres décadas- universalmente reconocido juicio a las juntas militares, a cuyos integrantes categorizó como usurpadores y pergenios de un plan ilegal para secuestrar, torturar y matar a miles de compatriotas".
Particularmente este plano del análisis que realiza Miralles se ha tornado vigente en las últimas semanas, como consecuencia de la repercusión que continúa logrando la película "Argentina, 1985".
El abogado azuleño avanza en relación al desempeño de Alfonsín en materia de lo ocurrido durante la última dictadura. Arguye: "No quedó allí el impulso de afianzar la justicia y dar a cada uno lo suyo en la sociedad argentina, ya que simultáneamente [el expresidente] dispuso la persecución penal de los mandamases de la guerrilla e instó y logró su extradición, junto a la de los responsables de la formación y acción de bandas que -identificadas desde una triple remisión a la primer vocal- compendiaron la desolada represión paraestatal".
Con ello, pone en relieve el rol de la "Triple A" que comandó José López Rega mientras se desempeñaba como ministro de Acción Social y, al mismo tiempo y un tanto desde las sombras, dirigía esa organización criminal. El tiempo de las Tres A coincidió con la tercera presidencia de Juan Perón y, luego de su fallecimiento en 1974, con el de quienes continuaron con el mandado presidencial: la viuda del presidente, María Estela Martínez, e Ítalo Luder, durante su interinato de 1975.
En tal sentido, apunta Miralles en su testimonio para el libro, la decisión de Alfonsín fue la de enjuiciar a "todos quienes, desde uno u otro empinamiento y, a partir del 25 de mayo de 1973, habían tipificado contra conductas como las de homicidio, asociación ilícita, instigación pública a cometer delitos, apología del crimen y otros atentados contra el orden público". Naturalmente, una decisión que involucraba a las organizaciones guerrilleras con desarrollo en el país, como fue el caso de Montoneros y del Ejército Revolucionario del Pueblo, pero también a las paraestatales como la Triple A y grupos de tareas que continuaron su accionar a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Pacificación nacional
Otro aspecto que remarca Miralles en su enfoque, es el objetivo de Alfonsín por alcanzar la paz, tanto en lo interno como en lo externo, sin perder de vista el mencionado umbral demócrata. "Creando un procedimiento de democracia directa, plebiscitó la propuesta papal mediante una consulta popular que involucró a la ciudadanía toda en la resolución de la centenaria y peligrosa disputa con Chile, lo cual quebró la resistencia de la primera fuerza opositora, permitiendo la aprobación del tratado limítrofe y con ello afianzar la paz".
Además, Alfonsín "promovió el Consejo de Consolidación de la Democracia al que logró integrar con notables figuras de los ámbitos cultural, intelectual, académico, profesional, más representantes de la mayor parte del arco político y que también contuvo, expresiones religiosas e, incluso, militares".
Ideas que trascienden
Por tomar dos aspectos del análisis -educación y ciencia-, Miralles pone en valor algunas cuestiones también vinculadas a la gestión de gobierno del expresidente Alfonsín. "[...] a poco que la sociedad había sido movilizada en dos oportunidades para la guerra, llamó a la sustanciación del Congreso Pedagógico para que todos los argentinos en asambleas institucionales definieran el qué de una educación que luego debía encontrar el cómo, desde la contribución de la masa crítica docente y académica".
En tal sentido, añade que "su inaugural diseño de políticas científicas recaló con singular firmeza en la tecnología informática y electrónica, como herramienta de escrutinio y desarrollo para lograr capacidad de decisión autónoma local y regional".
Acierta al señalar, entonces: "Lo que por medio de la internalización del fenómeno de transferencia -que aún hasta nuestros días continúa esparciéndose- hasta fructificó entonces en la formación de la "Escuela Superior de Informática de Latinoamérica", con trascendentales corolarios de investigación en esos territorios".
En cuanto a la esfera de la integración económica regional, la figura de Raúl Alfonsín no puede deslindarse del origen del Mercado Común del Sur (Mercosur). Miralles sostiene que el expresidente "reinstaló a la Argentina en el mundo y desde Foz de Iguazú conquistó junto a José Sarney para la región austral de América, la idea de la integración como una variable política central, de naciones que a su comunidad de origen unen la de inevitable destino histórico". Un sentido esencialmente político y social del acuerdo, en definitiva.
La iniciativa "concluyó en el Mercosur, que fue desplazando progresivamente a las hipótesis de conflicto que hasta entonces dotaban de vital razón existencial a la influencia y protagonismo de las fuerzas armadas y las constituía en un factor de poder, sobre el que huelga abundar".
Señala además otra faceta de la gestión de gobierno: la neutralización del poderío del armamentismo: "[...] desterró sus intervenciones, permitiendo fundar la continuidad del orden democrático y su consolidación tanto en la Argentina, como en el universo las demás naciones que forman la zona sur del continente americano".
Miralles asevera que Alfonsín logró sellar "una epopeya que sembró para los tiempos, la cual personificó a partir de su condición de estadista, precisamente porque su designio fue mucho más allá que el de alcanzar o conservar el poder".
Finalmente, en su testimonio para el libro, el azuleño destaca: "Por lo que vale proclamar [...] que más que volcar su esfuerzo para la victoria en la elección o elecciones que estaban por venir, Raúl Alfonsín cultivó su lucha, inspirado en las generaciones que lo habrían de sobrevivir".
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