ENFOQUE
26 de febrero de 2024
Escribe : Prof. Fernando Ruiz Heiland (*)
Especial para El Tiempo
Javier Milei parece orientar la economía argentina hacia una dolarización inminente. No obstante, incluso los economistas de la escuela austriaca, a la que nuestro presidente adhiere, cuestionan su pertinencia a largo plazo (como ilustra el análisis de Kristoffer Hansen en "Will Dollarization Work in Argentina?" (1), disponible en el sitio del Mises Institute). Yo he argumentado previamente en este periódico por qué la dolarización podría no ser la estrategia más conveniente para nuestro país. En esta ocasión, pretendo detallar por qué esta medida podría resultar inadecuada, incluso desde la perspectiva de la escuela austríaca.
El desafío principal que enfrentan muchos economistas al criticar a Javier Milei radica en una comprensión incorrecta de sus propuestas y declaraciones. Habitualmente los economistas, tanto a nivel local como internacional, se apoyan en paradigmas neoclásicos o keynesianos, los cuales dominan la enseñanza universitaria de la economía.
Por ello, no es sorprendente que algunas críticas, con cierto fundamento, adviertan que las propuestas de Milei podrían llevarnos hacia una recesión o argumenten que carece de un programa efectivo para combatir la inflación. Estas afirmaciones son válidas dentro de los marcos teóricos neoclásicos o keynesianos. Sin embargo, se vuelven cuestionables cuando se examinan desde la perspectiva de la escuela austríaca de economía. Aunque esta visión es considerada marginal y minoritaria dentro de la economía, ofrece una interpretación alternativa y diferente de las políticas y sus posibles impactos económicos.
Una distinción fundamental reside en la interpretación austríaca del ciclo económico; una interpretación elaborada y promovida a inicios del siglo XX por economistas como Ludwig von Mises y Friedrich Hayek. En aquel entonces, el contexto predominante respaldaba el uso del patrón oro como base monetaria, una estructura muy diferente de la actual. A pesar de los cambios, esta concepción sigue siendo defendida en la actualidad por un grupo de economistas, especialmente en Estados Unidos, donde sus principios aún encuentran terreno fértil para su justificación.
La concepción del ciclo económico por la escuela austríaca sostiene que la tasa de interés es clave para coordinar el consumo y la producción a lo largo del tiempo. Dentro de este contexto, el mercado de préstamos se compone de consumidores que optan por ahorrar, aplazando así su consumo, junto con productores que desean realizar inversiones en tecnología para elevar la producción futura. Esta dinámica en el mercado da lugar a una tasa natural de interés. Explicado de una manera más accesible, dicha tasa de interés compensa a los ahorristas por su disposición a esperar, y es igual al aumento de la producción futura resultante de las nuevas inversiones.
Desde la visión austríaca, la tasa de interés es fundamental para la coordinación económica: cuando los consumidores eligen ahorrar más, es decir, retrasar más consumo, la tasa de interés disminuye. Esta reducción en la tasa de interés abarata el costo de financiamiento de las inversiones, lo que a su vez estimula un aumento en la inversión y, por ende, en el capital disponible (por ejemplo, las empresas pueden adquirir más maquinaria). Este incremento en la inversión facilita la producción de una mayor cantidad de bienes que estarán disponibles para el consumo futuro. Así, los consumidores que optaron por ahorrar en el presente disponen de mayores recursos para adquirir estos bienes en el futuro, cerrando el ciclo de coordinación intertemporal de manera efectiva.
En resumen, este mecanismo de coordinación intertemporal es uno de los pilares fundamentales de la economía austríaca, el cual raramente se aborda en los programas universitarios tradicionales. Basándose en este principio, los economistas austríacos sostienen que cualquier intervención del Banco Central que altere artificialmente la tasa de interés provoca una inconsistencia perjudicial en el mercado. Esta manipulación resulta en una desalineación entre las preferencias de consumo y las decisiones de producción.
La reducción de la tasa de interés por parte del banco central motiva a los ahorristas a reducir su nivel de ahorro y elevar su consumo inmediato, debido al menor incentivo para posponer dicho consumo. Simultáneamente, esta reducción en la tasa de interés motiva a los productores a incrementar sus inversiones, a fin de obtener una mayor producción futura. Esta situación origina lo que se conoce como una inconsistencia intertemporal, críticamente señalada por los economistas austríacos en relación con las intervenciones del Banco Central. Por una parte, tenemos a productores que se preparan para ofrecer más bienes en el futuro, mientras que, por otra, los consumidores buscan incrementar su consumo hoy, no en el futuro, seducidos por la baja en la tasa de interés del Banco Central.
Esta inconsistencia intertemporal desencadena una competencia por los recursos entre consumidores y productores, ya que ambos buscan incrementar su consumo e inversión simultáneamente. No obstante, la expansión del crédito impulsada por la política monetaria del Banco Central generalmente favorece a los productores, quienes se ven incentivados a aumentar sus inversiones. Este fenómeno se produce en detrimento de los consumidores, quienes se encuentran con que no pueden incrementar su consumo en la medida deseada, lo que resulta en un ahorro forzoso (y un aumento de precios).
Basándose en el razonamiento anterior, Javier Milei piensa que las acciones del Banco Central no favorecen a los consumidores. Si adoptamos esta línea de pensamiento por un momento y consideramos una situación en la que Milei dolariza la economía y suprime el Banco Central, nos encontramos con un escenario en el que la tasa de interés en el mercado de préstamos debería determinarse de manera natural, tal como se describió previamente. En este marco, sin la intervención del Banco Central, las tasas de interés reflejarían de manera más fiel la dinámica real entre el ahorro y la inversión, emanando de las elecciones libres de consumidores y productores. Teóricamente, esto resultaría en una coordinación más eficaz entre el ahorro presente y la producción futura, alineando las decisiones económicas de manera más precisa con las preferencias reales de la sociedad.
No obstante, esto es imposible que sea así. Y la razón es muy simple. Las decisiones de la Reserva Federal americana (Fed; el banco central de Estados Unidos) todavía tendrían un impacto sobre la tasa de interés local. Dado que la Fed no se rige por los principios de la escuela austríaca de economía, su política monetaria tendría un impacto directo sobre la tasa de interés en una economía dolarizada, distorsionando así el mecanismo de fijación de tasas "naturales" propuesto. Incluso si el gobierno lograra aislar su mercado local de la influencia directa de la Fed, las políticas monetarias de Estados Unidos seguirían beneficiando a las empresas norteamericanas. Esto provocaría una pérdida continua de competitividad para las empresas locales (independientemente de qué sectores sean competitivos hoy). La consecuencia inevitable sería un desincentivo para la inversión local y, potencialmente, una fuga de capitales hacia otros mercados. Otra solución sería la de cerrar completamente la economía a la competencia internacional para protegerla, pero esto contradice cualquier principio económico liberal.
La propuesta de adoptar una dolarización pura y simple, incluso bajo la óptica austríaca, emerge como una idea ilógica sin que Estados Unidos no comience por eliminar su propio banco central. Consciente de estos retos, Javier Milei frecuentemente aboga por la alternativa de la competencia monetaria, una propuesta más aceptada y que encuentra eco en la visión austríaca libertaria. Este será ciertamente un tema interesante para explorar en un próximo artículo.
Más allá de todo esto, el panorama político actual presenta retos considerables para Javier Milei, particularmente a medida que la supuesta casta comienza a percibir que son ellos quienes deben soportar los ajustes. A ello se le añade que la inflación continúa sin mostrar signos claros de alivio y que la conducción política del gobierno se asemeja a la de un elefante en una cristalería. En este escenario, un segmento de la población demanda dólares, viendo en la dolarización una respuesta directa y sencilla al problema inflacionario. A pesar de no ser la mejor alternativa desde una perspectiva económica integral, ciertas personas dentro y fuera del país parecen empujar al gobierno hacia esta medida en las próximas semanas.
La elección de soluciones inmediatas en lugar de estrategias a largo plazo que podrían resultar más ventajosas plantea un dilema complicado. Queda por ver si el gobierno mantendrá cierto nivel de lucidez y juicio crítico ante la crisis política que enfrenta actualmente.
(1) https://mises.org/wire/will-dollarization-work-argentina
(*) Ecole Royale Militaire (Bélgica).
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
04/12/2024
Derrotó a Boca Juniors por 3 a 1 en el partido de vuelta de la semifinal y se clasificó para la definición del Torneo Clausura. leer mas
03/12/2024
03/12/2024
DURANTE VARIOS DÍAS
02/12/2024
DURANTE VARIOS DÍAS
02/12/2024
EL PASADO VIERNES
COMENZÓ HOY EN AZUL
02/12/2024
COMENZÓ HOY EN AZUL
02/12/2024
EN CACHARÍ
02/12/2024
02/12/2024
02/12/2024