20 de mayo de 2020
Por Federico Burgos.
Profesor de Historia.
(1ra. parte)
En vísperas de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo nos proponemos escribir sobre aquellos acontecimientos. Es el inicio de un proyecto más amplio con la intención de escribir sobre Historia Argentina. Esta es la primera entrega.
En mayor o menor medida todos estamos familiarizados con los acontecimientos ocurridos en Mayo de 1810. Esa imagen del Cabildo, la reunión de "vecinos", la conformación del primer Gobierno Patrio, nombres como el de Saavedra, Moreno, Belgrano, French, Beruti, Cisneros, dan vueltas en nuestro imaginario.
Ahora imaginemos por un momento que estamos en Buenos Aires en mayo de 1810, una ciudad que en nada se parece a lo que es hoy. Lejos del cemento, el barro y la tierra dominan la escena, junto a las carretas y sus huellas marcadas, más allá del ejido urbano, vastos campos donde abundan el ganado y el cuero esa materia prima que llena los primeros mataderos y saladeros que empiezan a ser el motor de la economía rioplatense; en esta Buenos Aires el contrabando es una pieza clave de la economía colonial por el cual los comerciantes y funcionarios llenan sus arcas especialmente con la trata de negros que entran para seguir rumbo incierto al interior de la tierra; el puerto es también el lugar por donde se escapaban las riquezas mineras del Alto Perú luego de explotar el trabajo de las masas indígenas.
Al virrey Cisneros le queda poco tiempo
A ese puerto arriba un barco inglés que trae noticias de España: las tropas francesas ocuparon gran parte del territorio, la Junta Central esta disuelta y en su lugar se pone en pie un Consejo de Regencia como última instancia para salvaguardar al gobierno monárquico. En otras palabras no hay gobierno. Al Virrey Cisneros le queda poco tiempo.
Antes de seguir, nos guiaremos por algunas preguntas. ¿Cuál era la situación internacional? ¿Por qué había Juntas de gobierno en España que gobernaban en nombre del Rey? ¿Qué ocurría dentro de las colonias americanas? ¿Y en el Virreinato del Rio de la Plata? ¿Qué motivos impulsaron las jornadas de mayo? ¿Cómo se desenvuelve en lo sucesivo ese proceso que se extiende hasta 1820? Es lo que trataremos de responder en estas entregas.
La situación política internacional
La Revolución de Mayo hunde sus raíces en el periodo histórico dominado por las revoluciones burguesas y las guerras de carácter nacionales-imperialistas que se inicia en Norteamérica y Europa a finales del Siglo XVIII (1776 Independencia de los Estados Unidos - 1789 Revolución Francesa). Comerciantes y terratenientes que dirigirán dicho proceso tomaran sus principales ideas para adaptarlas a sus intereses, las masas que engrosaran los ejércitos independentistas tendrán otros. Es en este contexto de guerras y revoluciones que se desenvuelven las jornadas de mayo de 1810, no como algo espontaneo o aislado, sino como producto de su tiempo o mejor dicho de su época. Pero para entender un poco mejor la cuestión veamos tres países que serán clave: Inglaterra, España, Francia.
Inglaterra impulsada por los motores de la Revolución Industrial ansiaba tener un control absoluto sobre los mares y territorios del globo conocidos, buscando una salida a sus mercancías y ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los territorios no europeos donde América y especialmente el Rio de la Plata era un blanco muy tentador. En la parte continental de Europa la situación era algo diferente. La Francia revolucionaria que había barrido con el orden feudal llevando a la burguesía al poder estaba bajo el mando de Napoleón Bonaparte (1799-1815) y amenazaba el dominio de Inglaterra con su poderoso ejército y sus ansias expansionistas. España, que años atrás jugaba algún roll importante dentro del concierto mundial estaba atravesando una fuerte crisis económica, social y política. Estas naciones chocaran en la batalla naval de Trafalgar (1805) que enfrento a una coalición franco-española contra Inglaterra y que supondrá la victoria de esta última y su dominio absoluto de los mares cambiando rotundamente el escenario político.
Tras la derrota en Trafalgar, Napoleón era consciente que una invasión por mar a Inglaterra era imposible, entonces su política viro hacia el "bloqueo continental", es decir, la tentativa de aislar completamente a Inglaterra para que esta no pudiera colocar sus productos en los mercados. Si bien los ejércitos napoleónicos avanzaban sobre Europa y cerraban el cerco quedaban algunos clavos sueltos. En primer lugar, Portugal seguía manteniendo su alianza con Inglaterra y por ende las relaciones comerciales intactas; España si bien adhería al "bloqueo continental" y era aliada casual de Francia, mantenía un activo contrabando con Inglaterra lo que molestaba a Napoleón. Todos los cañones apuntaban entonces a la ocupación de la Península Ibérica y cerrar de esta manera el círculo de aislamiento sobre Inglaterra. Pero había otro objetivo: sacar del juego a las casas reales de Braganza (Portugal) y Borbón (España) e instaurar a la familia Bonaparte en los tronos de ambos países. Siguiendo esta política, en octubre de 1807, se firma el tratado de Fontainebleau donde además de prometerle territorios lusitanos a España se autorizaba a los ejércitos franceses a cruzar hacia Portugal. Pronto este último país no tardo en caer y su casa real, con ayuda de los ingleses, se trasladó a sus posesiones americanas: Brasil (1808).
Los franceses que no habían disparado un solo tiro y controlaban gran parte de España empezaron a ser vistos como invasores. En marzo de 1808 una revuelta en Madrid que reclamaba contra la ocupación francesa provocó la renuncia de Manuel Godoy un funcionario real acusado de tener vínculos con Francia; durante esas jornadas no solo rodó la cabeza de Godoy, sino que también Carlos IV fue obligado a abdicar en favor de su hijo Fernando VII. Sin perder tiempo y metiéndose en las disputas internas de la familia, Napoleón cito a Carlos y Fernando en Bayona una localidad al sur de Francia y obligo a ambos a renunciar al trono (7 de mayo de 1808), nombrando a su hermano José Bonaparte como rey de España. Lejos habían quedado los ideales de la Revolución Francesa, ya que la política de Napoleón era no tocar ni un solo pilar del armado económico y social en que se sustentaba la feudal monarquía española y buscaron un apoyo constante sobre los grandes magnates de España.
Frente a todo pronóstico, las noticias de Bayona, despertaron la rebelión. Madrid y otras regiones se insurreccionaban contra la ocupación francesa. Napoleón se encontraba con que el cadáver monárquico, o mejor dicho la débil nación española tenía vida y se la daban las masas explotadas españolas que se oponían a la ocupación. Las ciudades sublevadas formaban juntas, subordinadas a las juntas provinciales, que eran como gobiernos independientes, donde cada una ponía en pie su propio ejército. La formación de estas juntas locales y provinciales y el impulso de lucha del pueblo español evito por un momento que España quede en manos del ejército francés; incluso le llego a propinar duras derrotas como la de Bailen (19 de Julio de 1808) que significo la retirada momentánea de los franceses y que Napoleón deba bajar directamente a atender los asuntos en la Península Ibérica.
La necesidad de continuar la guerra y establecer un mando centralizado que se ocupara de ciertas cuestiones como por ejemplo la situación en América o las relaciones con Inglaterra, dio lugar a la conformación de una Junta Central (Septiembre de 1808). Sin embargo la Junta Central lejos de dar un impulso a la revolución española y a la guerra nacional contra los franceses trato por todos los medios de cortar el ímpetu revolucionario y de lucha mostrado por el pueblo español, desautorizando lo que disponían las juntas locales y llevando adelante una política de tipo reaccionaria. Esto queda demostrado cuando los franceses ocupan nuevamente Madrid y la Junta debe trasladarse a Sevilla y luego de sucesivas derrotas retirarse a Cádiz. Frente al avance del ejército francés, a principios de enero de 1810 la Junta es disuelta y su lugar lo ocupa el Consejo de Regencia. Es la antesala de las jornadas de mayo en el Rio de la Plata y por donde empieza este relato.
La ocupación de la Península Ibérica por parte de los franceses, el levantamiento popular español y la guerra nacional que se desarrolla a partir de 1808 en España tuvieron profundas consecuencias en la América Hispana. El debilitamiento del Imperio español era notorio. La desarticulación del régimen español dio lugar a la aparición del fenómeno juntista también en América desde Buenos Aires a México. Inglaterra paso a gravitar fuertemente en estas orillas al buscar un punto de acuerdo entre los patriotas y los españoles y dar una salida a su medida (mercados donde colocar sus mercancías) al proceso revolucionario abierto. La emancipación de las colonias americanas es la continuidad de esa crisis que vive la monarquía. El Rio de la Plata tendrá sus particularidades para afrontarlas.
EL DATO:
Bibliografía:
- Goldman Noemí en Nueva Historia Argentina Tomo 3, Crisis Imperial, Revolución y guerra (1806-1820), Editorial Sudamericana S.A, España, 1998.
- Hobsbawm Eric, La era de la revolución 1789-1848, Editorial Paidós-Critica, Buenos Aires, 2018
- Rath Christian - Roldán Andrés, La Revolución Clausurada Mayo 1810 - Julio 1816, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2013.
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