Opinión
1 de mayo de 2024
Mientras la propia humanidad "trabaja" y alimenta un modelo de producción que prioriza la desigualdad sobre el bien común contaminando las aguas del único planeta conocido capaz de albergar vida o desforestando los bosques del Amazonas, pulmón del planeta, también se vulneran y quitan derechos para las personas socialmente adquiridos en recortes motosierristicos de gobiernos de derecha, y se agudizan los conflictos internacionales al borde de que la Tercera Guerra Mundial sea una posibilidad concreta. En el 510, o en el 2000 también, mas que ser una porquería, pareciera que el mundo se encuentra en un estado continuo de caos. Y que, para poder realizarnos, es necesario desarrollar herramientas para surfear las olas de un tsunami cada vez mas grande, profundo y avasallante.
Por suerte, con mucha valentía y esperanza, hay personas que en este complejo y peligroso escenario, deciden remar contra la corriente y constituir su propio mar de fueguitos, como diría Eduardo Galeano, para que, quien se acerca, pueda encenderse. Y para ello, las artes cumplen un rol determinante encabezando la resistencia.
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? Y ¿Hacia dónde vamos? Son preguntas que han orientado las búsquedas abiertas, dinámicas y continuas de muchísimas culturas que han intentado y aún siguen batallando, en pos de esgrimir parámetros organizacionales de una -o varias- realidad/es que ya existía/n antes de nuestros nacimientos y que con el continuo rodar del universo más allá de nuestra finitud, seguirán estando. Si: Estos leitmotiv nos invitan a trazar planos para comprender el caos en el que inmersos estamos. Por ello, desde hace años como muralista, también como docente, pero sobre todo como habitante -tanto de la ciudad de las diagonales como del terruño originario de nombre de color del que pertenezco- siempre me llamó la atención y maravilló cada rincón de las ciudades, entendida como escenarios.
Recorrerlas desde diferentes medios de transporte buscando distintos detalles en viejas fachadas o nuevos espacios; visitar continuamente en diferentes horas ciertos lugares observando sus transformaciones y cambios, o nutrirme de información sobre ella desde libros, relatos orales o desde algunos documentos audiovisuales que permiten profundizar diversos conceptos para transformarlos en conocimientos fue transformándose en un estilo de vida y en un ejercicio cotidiano. No es nuevo, pero si necesario afirmar que la ciudad tiene un componente sociocomunicacional que desde distintas aristas y con múltiples intereses ha sido materializado. Una plaza cada seis cuadras o un arroyo que marca el trazado; haber sido pensada antes de ser construida o que su devenir aflore desde el centro urbano, condicionan nuestros comportamientos diarios, aunque no determinan la capacidad de nuestras acciones más allá de este complejo entramado. Mucho menos si ostentamos decodificar este funcionamiento para tener otras perspectivas de los suelos que habitamos.
En esta misma línea, uno de los pensadores que ocupa sus esfuerzos para analizar a la ciudad como dispositivo, es Nestor García Canclini, quien no sólo introduce el concepto de sociocomunicacional al referirse a la ciudad, sino que para explayarse es contundente cuando afirma que: "No sólo hacemos la experiencia física de la ciudad, no sólo la recorremos y sentimos en nuestros cuerpos lo que significa caminar tanto tiempo o ir parados en el ómnibus, o estar bajo la lluvia hasta que logremos conseguir un taxi, sino que imaginamos mientras viajamos, construimos suposiciones sobre lo que vemos, sobre quienes se nos cruzan, las zonas de la ciudad que desconocemos y tenemos que atravesar para llegar a otro destino, en suma, qué nos pasa con los otros en la ciudad. Gran parte de lo que nos pasa es imaginario, porque no surge de una interacción real. Toda interacción tiene una cuota de imaginario. (...) y los imaginarios han nutrido toda la historia de lo urbano."
La construcción de sentido, entonces, que desarrollamos a veces de manera consciente aunque mayormente de forma inconsciente desde las diversas experiencias cotidianas que transitamos desde que abrimos la ventana y miramos hacia afuera al comenzar el día, buscamos estacionamiento luego de dar varias vueltas para hacer algún mandando o nos movilizamos hacia un determinado sitio cualquiera fuera la razón dentro del entramado urbano, generan esquemas de percepción y resignificación de la realidad, muchas veces apoyadas en los registros sensoriales que elegimos o inevitablemente identificamos. Claro está, estos mojones, hitos o referencias espaciales que hablamos, también han sido en menor o mayor medida, antes imaginados y posteriormente desarrollados, conteniendo en su materialización distintos objetivos e intenciones que muchas veces, sin embargo, pasamos por alto y no tenemos el tiempo o el deseo de problematizarlos, pero que generan distintos impactos en nuestros comportamientos, pensamientos y hábitos .
Recorrer entonces el escenario donde todo confluye desde sus senderos abiertos y efervescentes, mientras tarareamos una canción de la banda local o escuchamos la radio; darle una pausa a la vorágine cotidiana en un semáforo cualquiera y contemplar a quienes hacen malabares en la esquina como en la vida misma; establecer un punto de encuentro donde disfrutar de un espectáculo al aire libre o ser parte de cualquier institución que pretenda salvaguardar la riqueza inmaterial que radica en las producciones artísticas que hacen a la memoria colectiva de los pueblos, son claros ejemplos de que la ciudad está viva, dando batalla y en busca de seguir floreciendo aunque se vivan oscuros tiempos donde se busca atacar a la cultura, no podrán detener la primavera.
El ser humano, desde muy temprana edad, antes de hablar, canta y antes de escribir, garabatea. Y apenas se para, baila. Ir en contra de la cultura es ir contra la vida misma. Por eso es necesario reivindicarlas. Quienes eligen herramientas para disputar sentidos, generar transformaciones sociales y mejorar la calidad de vida están poniendo lo colectivo por sobre lo individual, y ese, es un compromiso imprescindible y un trabajo inconmensurable de todos los días.
Prof. Y Lic. Martín Meza
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