ENFOQUE
24 de agosto de 2023
Por Prof. Dr. Fernando Ruiz (*)
Hace mucho que me fui de Argentina, y es por eso que tal vez necesite presentarme. Yo soy de aquellos que en la década de los '90 asistía a las conferencias de destacados pensadores como Alberto Benegas-Lynch (h) y otros, que nos hablaban de Ayn Rand, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, etc. No está demás decir que en aquellas ocasiones éramos apenas cinco personas en la sala y solamente tres escuchábamos.
Yo soy de aquellos a los que CATO (thinktank de referencia libertario) les dio una beca para concurrir a su universidad de verano en Estados Unidos. Las reuniones tenían lugar en un lujoso hotel cinco estrellas, donde los empleados latinos adoptaban una actitud sumisa al cruzar las manos detrás de sus espaldas y nos saludaban con un respetuoso "good morning, Sir", resaltando así la importancia y supremacía del huésped.
Yo soy de aquellos que estuvo en el momento de la creación del PartiLibertarien en Bélgica en el 2012.(1) No está demás decir que comencé a alejarme de dicho partido cuando las discusiones empezaron a centrarse exclusivamente en la defensa del consumo de drogas, y probablemente, los que llevaban la voz cantante en ese tema eran algunos que ya tenían las neuronas quemadas por la misma (dicho partido finalmente se disolvió este año).
Sin embargo, siempre he abrazado la difusión y el debate en torno de las ideas libertarias. En mis cursos, defiendo la importancia de la libertad en los mercados e incluso me aventuro a presentar en el colegio militar las ideas de Ayn Rand. Aunque en los Estados Unidos este personaje puede gozar de cierta notoriedad, en Bélgica y, de hecho, en toda Europa, es prácticamente desconocido.
Las ideas que parece sostener Javier Milei se enmarcan en esta corriente libertaria, aunque por lo general se presentan con menos gritos y con un enfoque más reflexivo.
Es fundamental destacar que los libertarios no respaldan la violencia. Por esta razón, algunas declaraciones de Milei pueden chocar. Sin embargo, al caracterizar al enemigo como la "casta", Milei parece justificar su revolución. En la perspectiva libertaria, una revolución puede ser aceptada, incluso con el uso de la fuerza, si su objetivo es derrocar una tiranía (la "casta") que no reconoce los derechos individuales. Quizás esta sea la clave para comprender su lenguaje y verborragia.
Muchos se plantean cuál es, finalmente, el programa económico. Y para un libertario la respuesta es muy simple: la completa separación entre el poder político y el poder económico. Desde esta perspectiva, un gobierno verdaderamente digno no debería conceder favores económicos. Es por esta razón que el sistema de laissez-faire se considera la única opción moralmente viable. Bajo este enfoque, un orden espontáneo se generará, configurando así el único sistema justo posible.
Lamentablemente, el mundo actual difiere significativamente del que existía hace una década o dos. Las crisis económicas que han afectado a las naciones centrales, la irrupción de la pandemia de Covid-19 y la guerra en Ucrania han reconfigurado la realidad y han influido en la percepción de las políticas liberales. La crisis de Covid-19 dejó en evidencia la facilidad con la que se pueden restringir los suministros a otros países. Por su parte, el conflicto en Ucrania reveló que el comercio y el acceso a los mercados no siempre contribuyen a la promoción de la paz.
En la actualidad, las potencias centrales están en búsqueda de aliados y se esfuerzan por garantizar el acceso a recursos cruciales. Los Estados ya no muestran reticencia a intervenir en los mercados, a proteger sus propias industrias y a aplicar medidas de reshoring. Además, no dudan en limitar el acceso a insumos estratégicos, y están dedicados a la elaboración de estrategias globales que les permitan asegurar su posición en el escenario internacional.
¿Y Argentina? ... ¿está en camino hacia una revolución libertaria?
Indudablemente, Javier Milei ya ha logrado un avance considerable al llegar a este punto, porque su discurso ha posibilitado un debate en torno a las ideas libertarias. Por esta razón, albergo la esperanza de que, en octubre, varios representantes de estas ideas logren acceder al Congreso para dar continuidad a esta discusión.
Sin embargo, tengo temor. El contexto global no es propicio para que Argentina pueda darse el lujo de aplicar ideas capitalistas de laissez-faire. Las consecuencias podrían ser aún más perjudiciales que en la década de los '90, cuando diversas multinacionales sacaron provecho de la corrupción o la ingenuidad de algunos funcionarios.
¡Este no es el momento, Milei! Sigamos la discusión porque los países están actuando de manera estratégica y tus acciones podrían desvirtuar completamente los objetivos libertarios. Actualmente, a ojos del mundo, los argentinos no somos leones, sino ratones (¡la presa!).
(1) http://plib.be/fernando-ruiz/
(*) Profesor de economía en la Ecole Royale Militaire (Bélgica).
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