Por Silvio Randazzo

"No festejaban un título de campeón mundial ni la salvación del descenso. Pedían volver a donde se levantaba el Viejo Gasómetro hasta el 2 de diciembre de 1979 y donde hoy funciona un hipermercado en el que Carrefour acaba de anunciar mejoras. Un sacrilegio para los devotos del club fundado por el padre Lorenzo Massa". Es el periodista y escritor Gustavo Veiga el que describe, en la edición de Página 12 del 9 de marzo de 2012, la histórica movilización sanlorencista en Plaza de Mayo del día anterior. Unas 100.000 personas, de acuerdo a la organización, fueron las que se manifestaron de una manera tan conmovedora como inédita.

"Hay que decirlo. El pueblo de San Lorenzo diseñó y concretó un hecho de estatura política. Un acto de resistencia contra el desarraigo a que lo sometió la dictadura con una ordenanza municipal del brigadier Osvaldo Cacciatore. Corría el 24 de marzo de 1980. Antes, Moisés Annan, el presidente del club, claudicaba: "El cierre y desaparición del Gasómetro es cosa juzgada", había declarado", agregaba Veiga en su crónica.

El último partido que San Lorenzo jugó en su estadio de Avenida La Plata 1700, mentado como el "Wembley porteño" y con capacidad para unas 75.000 personas, fue ante Boca aquel 2-12-1979. 0 a 0 fue el resultado final. Desde entonces y el sentimiento se profundizaría a partir del año siguiente, el CASLA ha sido una suerte de paria por razones de fuerza mayor. No hubo Nuevo Gasómetro que pudiera consolar ese desarraigo, mucho menos lograr el olvido. Como ante cada siniestro acto que la dictadura militar y sus cómplices civiles pergeñaron: "Ni olvido ni perdón".

El rol fundamental que desarrolló la Subcomisión del Hincha de San Lorenzo, establecida en 2005 "con el convencimiento y la certeza que nos dan nuestras convicciones de que "los clubes son la resultante del esfuerzo de sus socios" (palabras de sus integrantes), es en buena medida lo que mañana permitirá que el club recupere las tierras donde supo lucir aquel icónico estadio, fortaleza de "Carasucias" y "Matadores". Ese reducto cuyas maderas y fierros continúan en férrea unión gracias a los tornillos de la memoria y el sentido de pertenencia. Porque Boedo es más que un barrio porteño para el CASLA, Boedo es la maison usurpée, la pérfida conjura que dispuso en el mismo sitio donde bullían pasiones innegociables, góndolas de hipermercado con presunto pedigrí francés. Por eso lo que acontecerá mañana es un hecho de restitución histórica (la legislatura porteña votó, el 15 de noviembre de 2012, la Ley de Restitución Histórica), excede por mucho (aunque anide en su interior) el matiz deportivo.

EL TIEMPO buscó reflejar la toma de posesión de las tierras que el club azulgrana hizo ayer (el viernes, Lammens firmó las escrituras de los terrenos de Avenida La Plata, que lo habilitan a tomar la posesión de los mismos a partir de las cero horas del lunes 1 de julio) en la sensibilidad, la reflexión y un cúmulo infinito de emociones de "cuervos" azuleños.

La Peña de San Lorenzo de Almagro "Los Gauchos de Azul" expresó, a través de algunos dirigentes y socios, el profundo significado de este hecho histórico. Y Alberto Galazo, hincha del CASLA y testigo afiebrado de decenas de partidos en el Gasómetro de Av. La Plata (incluido el último que allí se concretó) también se refirió a la "Vuelta a Boedo", incluso por sobre las emociones que le dificultaban el fluir de las palabras.