16 de marzo de 2025
Así lo consideró el fotoperiodista azuleño que se encuentra radicado en Buenos Aires desde hace 22 años. Durante ese tiempo, se desempeñó en importantes medios gráficos y digitales. El miércoles estuvo cubriendo la manifestación que terminó con una violenta represión policial. "Documentar la realidad no debería ponernos en peligro", destacó al aludir a lo sucedido con su colega Pablo Grillo, quien recibió en su cabeza el impacto de una granada de gas lacrimógeno y actualmente pelea por su vida. Y aseguró: "Nos pudo haber pasado a cualquiera. Estábamos todos cerca".
Escuchar artículoPor Javier Ciappina
Redacción EL TIEMPO
Mariano Fuchila es azuleño pero desde hace 22 años está radicado en Capital Federal. Reportero gráfico con más de 16 años de experiencia en fotoperiodismo, ha trabajado para medios como Ámbito Financiero, Ambito.com, Buenos Aires Herald, C5N.com, Diario Registrado y MinutoUno.com. Actualmente, es jefe de fotografía en un diario de información económica online, donde también coordina equipos y edita material visual.
El reportero gráfico estuvo trabajando en la cobertura del reclamo de los jubilados del miércoles pasado que terminó con violentos enfrentamientos entre los manifestantes y la Policía, la cual reprimió duramente a quienes protestaban.
En diálogo con EL TIEMPO, Fuchila contó su experiencia y puso énfasis en lo acontecido con su colega Pablo Grillo, quien actualmente se encuentra en estado crítico tras ser golpeado en la cabeza por una granada de gas lacrimógeno mientras documentaba lo que estaba sucediendo.
"La movilización tenía un reclamo realmente genuino"
- Teniendo en cuenta que no es el primer hecho de estas características que cubre como fotoperiodista ¿Qué análisis hace de lo sucedido?
- El análisis es triste y preocupante, sobre todo considerando que hasta hoy hay un colega, Pablo Grillo, internado en estado crítico por ejercer su trabajo. Como reportero gráfico, me ha tocado cubrir muchas movilizaciones, y lo que sucedió el miércoles 14 en el Congreso es parte de una tendencia cada vez más marcada: la criminalización de la protesta social y el uso desmedido de la fuerza por parte del Estado.
En este caso, la movilización tenía un reclamo genuino: la situación de los jubilados es crítica. Hoy, una canasta básica para ellos supera el 1.000.000 de pesos, mientras que el haber mínimo con bono apenas llega a 370.000 pesos, y ni siquiera todos lo cobran.
Sin embargo, el Estado deslegitima el reclamo con el falso argumento de la violencia, los destrozos y la vandalización del erario público, cuando en realidad la violencia mayor es la que sufren día a día los jubilados al no poder cubrir sus necesidades básicas.
Además, lo ocurrido refuerza una preocupación que va más allá de esta protesta en particular: la libertad de prensa está en riesgo cuando los periodistas y reporteros gráficos nos convertimos en blancos de la represión. Documentar la realidad no debería ponernos en peligro.
De acuerdo con el fotoperiodista: "En lugar de garantizar el derecho a la protesta, optaron por una represión desmedida que terminó afectando tanto a manifestantes como a trabajadores de prensa"
"Un hecho que inevitablemente genera suspicacias"
- ¿Pudo ver barrabravas o infiltrados entre los manifestantes?
¿Hubo algún hecho particular que le llamó la atención?
- No vi barrabravas como tales, aunque sí hinchas de distintos clubes de fútbol. Eso no significa que no haya habido algún tipo de organización por parte de grupos vinculados a las barras, pero en lo que observé directamente, no puedo afirmarlo.
En cuanto a infiltrados, no podría reconocerlos como tales, pero sí noté actitudes -como mínimo- imprudentes y sospechosas de parte de la Policía de la Ciudad. Un hecho particular que me llamó la atención ocurrió mientras intentaba ingresar a la Plaza del Congreso por una calle adyacente en medio de la represión. De manera sorpresiva, aparecieron dos policías motorizados entre los manifestantes, dejaron sus motos estacionadas, se bajaron y se fueron caminando.
Esa situación, en el contexto de una represión en curso a pocos metros, resulta al menos extraña. Minutos después, esas motos fueron vandalizadas e incendiadas. Es un hecho que inevitablemente genera suspicacias sobre el accionar policial en este tipo de operativos.
"Optaron por una represión desmedida"
- ¿Qué sensaciones le quedaron después de la cobertura?
- Las sensaciones son muchas y, en su mayoría, negativas. La tristeza es enorme al saber que hubo heridos, y más aún que un colega, Pablo Grillo, esté luchando por su vida. Ese es un saldo inaceptable para cualquier manifestación.
Por otro lado, la impunidad con la que se manejaron las fuerzas policiales deja un sabor amargo. En lugar de garantizar el derecho a la protesta, optaron por una represión desmedida que terminó afectando tanto a manifestantes como a trabajadores de prensa.
Insisto en que la discusión debería estar centrada en los míseros haberes que cobran los jubilados, en cómo sobreviven con ingresos que no cubren ni lo básico. Sin embargo, una vez más, terminamos hablando de represión e incidentes, desviando el foco de lo verdaderamente importante.
"Nos pudo haber pasado a cualquiera"
- ¿Qué opina de lo sucedido con su colega Pablo Grillo?
- Lo que le sucedió a Pablo Grillo es una consecuencia directa del uso indebido de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad. El gendarme que disparó la granada de gas lacrimógeno lo hizo de manera completamente irresponsable: en lugar de lanzarla con una trayectoria parabólica, como indican los protocolos, la disparó en línea recta, impactando directamente en la cabeza de Pablo. Quien porta y usa un arma debe saber manejarla, no puede ser que un reportero gráfico termine gravemente herido por la negligencia de un agente.
Además, las declaraciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su jefe de Gabinete, Carlos Manfroni, insinuando que Pablo estaba "mal ubicado" por su militancia o que prácticamente "se acercó a la granada", son inaceptables. Es una forma de desviar la responsabilidad y justificar lo injustificable. La realidad es que Pablo estaba trabajando, ejerciendo su derecho y su deber como reportero gráfico, y fue víctima de un accionar represivo desmedido. En lugar de buscar culpabilizar a la víctima, deberían garantizar que esto no vuelva a pasar y que se respeten los derechos de quienes documentamos la realidad y de cualquier manifestante. Nos pudo haber pasado a cualquiera. Estábamos todos cerca.
"La discusión debería estar centrada en los míseros haberes que cobran los jubilados, en cómo sobreviven con ingresos que no cubren ni lo básico. Sin embargo, una vez más, terminamos hablando de represión e incidentes, desviando el foco de lo importante", manifestó Fuchila.
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