24 de mayo de 2021

COSTUMBRES ARGENTINAS

COSTUMBRES ARGENTINAS. Tradiciones que desaparecen

Los hábitos cambian al ritmo que la sociedad se va desarrollando. La socióloga Micaela Bigalli fue consultada por EL TIEMPO sobre prácticas que se han extinguido. ¿Por qué ya no hacemos tal o cual cosa?, ¿pueden volver costumbres que ya no lo son? Los lectores también opinaron en redes sociales.

Por Laura Méndez

De la Redacción de EL TIEMPO

Fue el pasado jueves cuando publicamos en las redes sociales de EL TIEMPO un post para consultar sobre "Costumbres de Pueblo" que se perdieron con el correr de los años.

"La pandemia nos has quitado mucho en nuestra cotidianeidad. Pero antes de marzo de 2020 había muchas situaciones de 'acercamiento' social que ya habían quedado en el recuerdo y que nos mejoraban la vida. Queremos saber cuál te parece fundamental. Empecemos a pensar juntos en una post pandemia con mucho 'acercamiento social'" exponía la publicación que invitaba a nuestros seguidores a que nos dejaran su opinión al respecto.

Así fue como surgieron comentarios referidos al anhelo del saludo, la vuelta de los chicos jugando en la vereda, o en las canchitas de los barrios, las movidas solidarias, el hecho de visitar amigos sin avisar, los juegos de mesa, el trueque y muchos hablaron sobre los valores como la honestidad, la humildad, el respeto, entre otros.

A título personal recuerdo los adultos jugando en carnaval con bombuchas y baldes de agua, el ring raje, volver del colegio con nuestros pares y en esas charlas interminables de lo que menos se hablaba era de estudio. Y quizás sí, pueda traer a este artículo una importante serie de situaciones que ya no se dan, pero básicamente todas pasan por las ganas de compartir.

Como se mencionó, esta es la vuelta, es cómo nos preparamos para una post pandemia.

Aunque considero, felizmente, que Azul es una ciudad donde todavía se pueden hacer algunas de estas cosas, que los chicos tengan la libertad de circular por las calles en bici y que se manejen con una independencia que, quizás, en otras ciudades no se puede, ya sea por inseguridad, entre otros factores.

"Las respuestas fueron variadas y brindan un abanico de temáticas"

En este marco EL TIEMPO dialogó con la socióloga Micaela Bigalli quien se refirió a este tipo de costumbres que fueron modificándose. Nadie dice que "era mejor lo de antes". Simplemente muchos de las hábitos podrían volver, solo dependen de la voluntad de la comunidad. De esto último también habla la socióloga.

Antes de centrarnos en las respuestas es importante destacar que Bigalli es egresada de la Universidad de Buenos Aires y trabaja en la Secretaría de Extensión de la Facultad de Derecho y como docente en dos instituciones de la ciudad de Azul. En principio Micaela se remitió a las respuestas de la gente. La socióloga llegó a la siguiente reflexión: "estamos todos tan acelerados que no sé si nos sentamos a charlar de lo que realmente nos pasa".

Jugar a la bolita, una tradición que se venía manteniendo gracias a Ismael Pane que organizaba los torneos.

De la misma manera sostuvo, teniendo en consideración el post como base, que "la verdad es que las respuestas fueron variadas y brindan un abanico de temáticas para pensar que se podrían agrupar en cinco puntos. En primer lugar, algunas de las respuestas tienen que ver cambios en el vínculo con las y los otros, tanto en el ámbito familiar, barrial o en los comercios de la ciudad, por ejemplo, si nos saludamos, cómo lo hacemos, si conversamos, etc. En segundo lugar, se mencionan cuestiones relativas al uso de los espacios públicos, como las veredas, las plazas o el barrio. Hay un tercer punto que se señala que tiene que ver con los festivales o carnavales, es decir que también refieren a la ocupación del espacio público pero de forma comunitaria o más masiva. Un cuarto eje tiene que ver con lo laboral, es decir con la pérdida de identidad en relación a la fábrica. Y, por último, algunas de las respuestas remiten a una nostalgia no tan lejana, sino que tiene que ver acciones que no podemos hacer producto de la pandemia, como las charlas interminables con amigos/as, de forma presencial".

Otros de los puntos que abordó la profesional es que "hay algo que aparece también en los comentarios que tiene que ver con si son costumbres de pueblo o de ciudad y si somos pueblo o ciudad. Un breve aporte en ese sentido es que una distinción posible o conocida es la que refiere a la cantidad de habitantes (en ese caso, Azul es una ciudad) y, por otro lado, otra noción de pueblo que refiere a una connotación más bien político-ideológica, que implica un territorio común, un pasado común, y que es la que comúnmente utilizamos en el marco de las ciencias sociales".

A esto agregó que "y es así como se entrelazan dos connotaciones opuestas en el sentido común: muchas veces el concepto de 'pueblo' se utiliza peyorativamente (para indicar que no somos como las grandes ciudades, como si viviéramos en un nivel menor de desarrollo) o positivamente, como aquello que nos identifica y nos une".

"Nuestras prácticas sociales... cambian con el tiempo"

La socióloga fue consultada sobre por qué se fue perdiendo todo lo que mencionamos, básicamente factores. "Lo primero que diría es que todas nuestras prácticas sociales, desde las más institucionalizadas hasta las más cotidianas, cambian con el tiempo, algunas más rápido y otras más lento porque se convierten en costumbres que se arraigan a las comunidades o instituciones. Entonces, reconocer que hay formas de vincularnos o formas de ocupar el espacio que se modifican, es esperable porque las sociedades mutamos permanentemente. En cuanto a los factores, son múltiples y depende de la temática referida en la pregunta anterior", consignó Bigalli.

Ejemplificó que "podemos pensar que actualmente el acceso a la vivienda propia es casi imposible, esto hace que en la ciudad la mayoría de las personas seamos inquilinas y nos traslademos por diferentes barrios de la ciudad, no llegando a construir lazos de vecindad y duraderos, como se nombra en algunas de las respuestas. Pero también hay factores macro sociales, que implicaron cambios profundos en las formas en que habitamos la ciudad y que se ligan a las políticas neoliberales que inician con la última dictadura militar y se consolidan en la década de los '90, en especial a los procesos de privatización y el avance del mercado. El surgimiento de los barrios cerrados en las grandes ciudades y las rejas en las casas de nuestra ciudad, son ejemplos de ello. También la invitación al consumo en el espacio privado, presente permanentemente en los medios de comunicación, las publicidades y las redes sociales. Estos procesos tuvieron efectos también en las formas en que nos vinculamos en los espacios colectivos más próximos como los clubes, los barrios o las fábricas. Es lo que en sociología conocemos como 'procesos desafiliatorios' o de 'descolectivización', es decir que se produce una pérdida de soportes colectivos que configuraban la identidad de los sujetos (por ejemplo, el cierre de las fábricas y la pérdida del empleo), dando lugar a una 'individualización de lo social'". Del mismo modo consideró que "esto se traduce también, por ejemplo, en la baja participación en la toma de decisiones sobre cuestiones del barrio o la comunidad".

¿Existe una "recuperación"?

En segundo término Bigalli respondió sobre la posible "recuperación" de estas costumbres. "Claro que hay cuestiones que se perdieron y con el tiempo pueden volver. Nuestras comunidades indígenas han sabido transmitir prácticas ancestrales que hoy, afortunadamente para nuestro planeta, están siendo recuperadas. Por ejemplo, las formas en que nos relacionarnos con la naturaleza y los alimentos, cómo producimos o cómo gestionamos nuestros recursos. En pandemia hubo muchísimas experiencias de huertas en los hogares, de compostaje de residuos, de organizaciones de reciclaje, entre otras", indicó la profesional.

También manifestó que "sobre si vale la pena o no tendrá que ver con los posicionamientos ideológicos de cada una y cada uno. Tomando en cuenta el ejemplo anterior, claro que vale la pena recuperar lógicas del pasado. Sin embargo, en lo que hace a las relaciones de pareja, por ejemplo, creo que el movimiento feminista nos ha permitido repensar la forma en que nos vinculamos, trayendo nuevas lógicas y echando por tierra vínculos patriarcales. Lo mismo sucede también con nuevas lógicas escolares, donde el enfoque de derechos y la perspectiva de género nos invita a construir otros lazos con las niñas, niños y adolescentes que cuidamos, con los adultos mayores y con las personas con discapacidad, basándonos en valores que antes no existían y que hoy sí somos muchas y muchos intentando introducir en las escuelas".

Micaela Bigalli fue la entrevistada para que hable de las costumbres olvidadas.

En esa línea hizo alusión a que "en cuanto a las fiestas populares, hace unos años se ha logrado la revalorización de los carnavales y resurgieron las comparsas y las murgas, dado que durante muchos años fueron instancias estigmatizadas e incluso prohibidas. Si bien en contextos de pandemia son complejas de sostener, las festividades situadas en los territorios y barrios de la ciudad, abren espacios de proximidad, crea vínculos y relaciones".

Bigalli enfatizó que "en este punto me gustaría aprovechar para desmitificar una frase bastante instalada en el sentido común: 'todo tiempo pasado fue mejor'. Se escucha mucho en diferentes espacios y creo que lo que hace es invalidar a las nuevas generaciones, a la vez que justificar hechos aberrantes de nuestra historia".

La importancia de las políticas públicas

Para terminar sobre que cada uno es responsable de lo que hace pero también el trabajo en conjunto es importante, en Azul aún seguimos teniendo lugares privilegiados dónde los chicos sí juegan a las escondidas o en las plazas. ¿Qué hacemos para no perder eso?

La entrevistada refirió "me parece interesante la pregunta, porque nos involucra como comunidad. No podría dar como respuesta una solución acabada, porque entiendo que la propuesta sólo puede surgir de políticas públicas con enfoque de derechos, es decir que se reconozca que las y los adultos tenemos la posibilidad y la responsabilidad de garantizar entornos seguros a las niñas, niños y adolescentes. Familias, Estado y comunidad, debemos respetar el pleno desarrollo personal de los derechos de niñas, niños y adolescentes en su medio familiar, social y cultural; a la vez que escuchar sus opiniones y tenerlas en cuenta".

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