Por Fabián Sotes

De la Redacción

de EL TIEMPO

Algunos minutos más tarde de las nueve y media de la noche del sábado 21 de diciembre de 2024, Los Piojos le empiezan a dar forma al cuarto de sus rituales desde lo que a esta altura ya es una realidad: su tan esperado regreso a los escenarios.

En La Plata, el "Diego Armando Maradona" está a punto caramelo.

La hoguera ya se venía encendiendo desde temprano, de la mano de toda esa gran convocatoria de público que sigue intacta.

Todo está pasando unos quince años después de que la banda pusiera el freno de mano a un viaje en conjunto que dejó, como mínimo, un par de discos emblemáticos para la historia del rocanrol del país.

Pero ahora, esa convocatoria está agigantada y ya tiene casi rango de leyenda.

Entre esas casi 50 mil almas que se dan cita este sábado en el también Estadio Único, basta con mirar para todos y cada uno de los rincones de la cancha -la mejor diseñada en Argentina para anidar eventos artísticos masivos en formato de recitales- para darse cuenta que, además de los habituales de siempre, entre ellos hay mucho piberío.

Ahora crecieron, pero son los mismos que recién empezaban a tener uso de razón para cuando la banda surgida en Ciudad Jardín decidía decir basta por esas cosas que tienen las internas de cualquier grupo que suele trascender un garaje, un sótano o el under para volverse una de consumo masivo.

Como si fuera un presagio de lo que vendrá, donde a pesar de que Los Piojos 2024 son otros -el tiempo pasa para todos y algunos que deberían estar no están por esas cosas que tiene la vida (y también la muerte)-, la magia sigue intacta.

Ciro Martínez, como siempre pero ahora ya convertido en un feliz abuelo, se mueve en el escenario con la energía y el histrionismo necesarios para contagiar a todos.

Mientras tanto, la banda diseñada para este regreso suena perfecta: con algunas caras nuevas, a cuatro manos con dos baterías y con los caños que hinchan las venas de quienes los soplan, agigantando los corazones de todos aquellos que los escuchan.

Jugando al lado del cantante, en el frente del ataque y entendiéndose en un todo con él, está Daniel "el Piti" Fernández, quien también tendrá su momento protagónico para que el fuego de este ritual no se apague.

Hay que pegar fuerte. Y qué mejor que arrancar bien arriba con una trilogía perfecta para ello: "Fantasma", "Como Alí" y "Manjar" son las canciones elegidas el sábado para abrir otra noche épica entre Los Piojos y su gente.

No es necesario llegar hasta el tercer tema para observar la conjunción de los artistas con el público.

El éxtasis es total, una masa baila sobre el campo al compás de Ciro y Cía. Y observarlos desde una tribuna o la platea deja guardado para siempre en el recuerdo de esta cuarta noche de Los Piojos en el "Diego Armando Maradona" una de sus mejores escenas, que se repetirá a lo largo de un concierto cuyas luces recién se apagarán cuando el reloj ya marque que es alrededor de la hora una del domingo 22 de diciembre de 2024.

La cuarta noche tiene un condimento especial, entre varios que irán apareciendo a lo largo del show: va transmitida en vivo por una plataforma digital de streaming. Y Ciro se los advierte a todos, antes de bajar un cambio, parar la pelota y meter un terrible cambio de frente.

El repertorio elegido para este sábado (cada concierto está teniendo un formato distinto en cuanto al setlist) sigue con "Canción de cuna". Y ver a todos cantando con sus hijos ese tema, la verdad -pero en serio, eh- no tiene precio. Hace temblar las piernas y latir más fuerte los corazones.

Es uno de los grandes momentos del show. Hay lágrimas por todos lados. Y padres abrazados a esos pibes que los trajeron al recital.

En un margen etario que va actualmente -estimativamente hablando- desde los 35 a los 55 años, son los mismos padres que les cantaban esa canción cuando ellos apenas habían nacido.

Imposible no emocionarse con semejante demostración de amor paternal, imposible...

Parece un montón, pero recién es el cuarto tema y esto recién empieza. Y hay más, muchísimo más.

El show dura algo más de tres horas, pero siempre queda para escuchar esa canción que este sábado no sonó; aunque sí sonó otros días en los que, al mismo tiempo, las que tocaron en esta cuarta luna piojosa no estuvieron en la lista.

Los afortunados en semejante viaje son aquellos que reinciden. Ciro les pregunta. Y cientos, miles de ellos, levantan la mano. Algunos ya estuvieron en los primeros shows. Y otros tienen previsto estar en los que todavía faltan, como el de este domingo por la noche, los que vienen en enero en el mismo escenario y los programados para dos festivales bien argentos: el Cosquín y el Quilmes Rock.

Pero parece que, además de esas siete fechas que ya están agotadas en La Plata y las presencias en los mencionados festivales, habrá más; porque Martínez adelanta este sábado que hay que estar atentos a lo que pueda pasar en mayo próximo.

¿Los Piojos vuelven al Monumental? Por ahora, es sólo un rumor que anda sonando cada vez más fuerte.

La puesta en escena, las pantallas, los outfits de Ciro y toda la banda para cada canción, el espíritu "Stone" siempre presente, el sentido homenaje a Gustavo "Tavo" Kupinksi -fallecido en un siniestro vial a principios de enero de 2011, cuando ya era parte del elenco estable de Las Pelotas-, el clásico final con las banderas bien arriba mostrando los lugares desde donde llegaron esas casi 50 mil almas (había una de Azul) para que los miembros de la banda los nombren...

Todo se conjuga para que este ritual sea fantástico e inolvidable para quienes forman parte del mismo.

Javier "Pupi" Zanetti haciendo la aparición sorpresa de este sábado, a la hora de convertirse en una cucaracha para bailar con varios más arriba del escenario "Fumigator" y después ser ovacionado; la camiseta argentina con el número "4" que lo volvió un histórico de la Selección y que se la regaló a Ciro; que después se la puso para cantar "Maradó" y homenajear al Diego en su estadio.

La intro de ese himno piojoso que ya Martínez no necesita recitar (al igual que cantar "Tan solo"); porque la gente lo hace como si fuera parte del Himno Nacional que también suena desde su armónica a la hora de la despedida.

Pasó todo eso y mucho más, como el homenaje a Sumo en "El farolito".

Ese rock barrial que alguna vez fue calificado despectivamente como "chabón" ahora ha vuelto a apropiarse de un estadio que no para de vibrar.

La gente lo disfrutó. Y mientras todo eso pasaba, seguramente resucitaba historias de allá lejos y hace tiempo, cuando Los Piojos eran igual de convocantes y ellos iban a verlos, del mismo modo que sucede ahora.

En este preciso momento en que decidieron regresar así, hay miles de personas que lo están agradeciendo en cada uno de estos conciertos. Tan caros para el sentimiento de todos quienes siguen vibrando con este ritual que parece eterno.

Es que todo eso que Los Piojos continúan cantando está impregnado para siempre en sus historias particulares. Como si fuera un tatuaje.