25 de mayo de 2020

ENFOQUE

ENFOQUE . La Revolución de Mayo

La situación en el Virreinato del Río de la Plata.

Por Federico Burgos. Profesor de Historia.

(2da parte)

A mediados del Siglo XVIII la dinastía de los Borbones llevo adelante una serie de reformas con el objetivo de modernizar el atrasado país y darle un nuevo sentido a sus posesiones en América. Inglaterra picaba en punta con su poderoso imperio comercial y el objetivo era acortar esa ventaja. Estas reformas tuvieron su impacto en América. A la antigua división virreinal -Nueva España y Perú- se crearon dos nuevos virreinatos: Nueva Granada y el Río de la Plata (1776). Hasta ese momento todo el territorio de nuestro país pertenecía al Virreinato del Perú, a excepción de la mayor parte de la provincia de Buenos Aires, la Patagonia y el Noreste (Chaco y Formosa) que seguían controlados por los pueblos originarios resistiendo el avance español.

Las reformas por un lado buscaban una mayor centralización del poder real reforzando la figura del monarca reduciendo el margen de autonomía con el que contaban ciertas regiones en América; pero también tenían su lado económico; en 1778 se puso en pie el Reglamento de Comercio Libre que habilitaba el comercio directo entre varios puertos americanos (incluida Buenos Aires) y algunos puertos españoles pero que en esencia no afectaba al rígido monopolio que se venía implementando desde antaño. Junto con la limitada apertura comercial se rebajaron algunos aranceles a determinados productos.

A finales del Siglo XVIII el Río de la Plata comenzaba a salir de su aislamiento y atraso. Los productos ganaderos como las carnes saladas y principalmente los cueros empezaban a ser requeridos por un mercado mundial en expansión. La leve apertura comercial y el decaimiento de anteriores centros económicos como el Alto Perú y sus minas de Potosí favorecieron esta situación. En consecuencia una clase social comenzó a ascender y marcar sus políticas: estancieros y comerciantes. A pesar de la limitada apertura comercial seguían perjudicados por las políticas de los Borbones y buscaban una venta directa a otras potencias sin intermediarios. El monopolio -obligación de vender a un único país en este caso España- era visto como una traba. La consigna de libre comercio comenzaba a abrirse paso.

Sin embargo las reformas borbónicas fueron fuertemente resistidas o encontraron límites en su aplicación. El intento de llenar las arcas reales significó un mayor ajuste en cuanto al cobro de impuestos que recayó en las espaldas de las masas indígenas que ya soportaban el peso de arduos trabajos por ejemplo en las minas. En este cuadro, las rebeliones no se hicieron esperar. La más significativa y profunda fue la de Túpac Amaru en Perú (1780) reprimida a sangre y fuego pero que sin dudas movió los pilares económicos y sociales de la monarquía española al atacar las formas de dominación casi esclavas en la cual se sustentaban las ganancias de un pequeño grupo de funcionarios, hacendados y comerciantes. Treinta años antes de la Revolución de Mayo las masas explotadas del continente americano hacían resonar los gritos de libertad e independencia.

El pueblo en armas. Las invasiones inglesas

En 1806 y 1807 el Rio de la Plata se verá envuelto en acontecimientos que marcaran profundamente este periodo: las invasiones inglesas. Como habíamos advertido, Buenos Aires empezaba a tener una importancia cada vez mayor, tanto desde el plano geopolítico como el comercial al ocupar un punto estratégico en las rutas que unían el Océano Atlántico con el Pacifico. Esto atraía las miradas de una Inglaterra envuelta en plena Revolución Industrial y en la búsqueda de nuevos mercados. Si luego de Trafalgar los ingleses eran los dueños del mar sucedía lo contrario en las tierras de Europa con el avance de los ejércitos de Napoleón. En este escenario, las colonias españolas aparecían como un botín muy tentador, aumentado por la fragilidad militar que presentaba la zona del Río de la Plata.

En junio de 1806 los ingleses desembarcaron en las cercanías de Buenos Aires con el objetivo de convertirla en una plaza comercial bajo sus intereses. Los británicos se apoderaron rápidamente del fuerte y a pesar de no encontrar mayores resistencias la ocupación duro un suspiro. En su corta estadía decretaron medidas como el libre comercio, pero pronto quedó demostrado que el objetivo no era la liberación -como pensaban algunos- sino la conquista.

Entre tanto se fue poniendo en pie un movimiento de oposición al invasor que era organizado por fuera de las autoridades reales: las milicias. El Virrey Sobremonte había huido a Córdoba para reorganizar las defensas pero fue interceptado por el enemigo perdiendo armas y el tesoro de la ciudad; su imagen era cada vez peor vista ya al no poder asegurar la defensa de los territorios. Serán las tropas de milicias (el pueblo en armas) y no las tropas regulares españolas las que pondrán el cuerpo a la lucha y den el avance final durante la reconquista. Si bien los ingleses abandonaron Buenos Aires volverán al año siguiente en un segundo intento por ocupar el Rio de la Plata, pero también fracasaran. Esta vez la resistencia será de toda la ciudad -junto con las milicias que habían surgido de la primera invasión- y le propinara una dura derrota al ejército inglés cuando las calles de Buenos Aires se conviertan en un verdadero campo de batalla mortal para los británicos.

Durante las invasiones inglesas ocurrieron hechos de relevancia. Un cabildo abierto había destituido al virrey Sobremonte y elegido a Santiago de Liniers -protagonista durante las invasiones- en su lugar; un hecho inédito que marcaría a fuego los acontecimientos venideros, porque si bien no se criticaba la autoridad del rey de España, la destitución de un funcionario real y más del calibre del virrey es toda una novedad. Los criollos comenzaron a tener un lugar determinante en la formación de milicias. Alrededor de cincuenta mil almas habitaban en Buenos Aires de los cuales cerca de ocho mil pertenecían a las milicias y los regimientos que comienzan a surgir. Aquellos que se alistaban en las milicias recibían una paga lo que permitía cierta profesionalización junto a una posibilidad de movilidad social; pero sin duda la elección de los oficiales, que si bien seguían perteneciendo a las clases más acomodadas, implicaba una democratización profunda de las relaciones políticas y sociales y una desautorización total a la Corona. Las milicias comienzan a ser un fuerte factor de poder. Por ejemplo equilibraran la balanza a favor del Cabildo en la asonada militar del primero de enero de 1809 cuando un grupo de peninsulares intente destituir al virrey Liniers. Y serán claves en la semana de mayo para salvaguardar el naciente poder criollo.

Del último virrey a las jornadas de mayo

En febrero de 1809, la Junta Central radicada en España designa como virrey del Rio de la Plata a Baltasar Hidalgo de Cisneros. Su plan de gobierno consistía en perseguir cualquier intento revolucionario y restaurar el prestigio de la autoridad virreinal. No va a poder cumplir sus objetivos. Desde un primer momento los regimientos de milicias mostraron resistencias a la nueva autoridad y exigieron ciertas demandas. El clima era de agitación. Solo faltaba la chispa adecuada para poner en marcha el motor de la revolución.

La chispa llegará en mayo de 1810. Los franceses avanzan sobre España, y con la península perdida ya no hay gobierno real. El 18 de mayo empiezan las deliberaciones. Las milicias criollas exigen y presionan por la convocatoria a un cabildo abierto. Cisneros no quiere ceder terreno pero no está en posición de exigir nada. Un cabildo abierto era la reunión de los vecinos más importantes de la ciudad (funcionarios-eclesiásticos-propietarios) con el objetivo de deliberar sobre alguna cuestión en particular, los cabildos abiertos tenían la particularidad que dejan por fuera de las deliberaciones a gran parte del pueblo. Sin embargo el cabildo abierto se celebra el 22 de mayo y en una votación que es más bien heterogénea se decide deponer al virrey por haber caducado la autoridad que lo había designado y se llama a la conformación de una junta de gobierno. Al día siguiente, el Cabildo hace un último intento por integrar a Cisneros al designarlo como presidente de la Junta pero sin título de Virrey. El 25 de mayo un movimiento liderado por el regimiento de Patricios lleva adelante un petitorio con los nombres propuestos para la conformación de la Junta de Gobierno. Son apoyados por un movimiento en las puertas del Cabildo y en la Plaza de la Victoria. Lo particular de la situación es que tienen el apoyo de las armas. Cornelio Saavedra -jefe del Regimiento de Patricios- será su presidente y tendrá el mando militar, sus secretarios: Mariano Moreno y Juan José Paso, y los vocales Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea.

De esta manera un frente de militares criollos, intelectuales, estancieros y comerciantes comenzara a marcar una larga década donde se sentaran las bases de una nueva nación que sin embargo aún no tiene nombre ni límites claros. Si bien se tardara en declarar la independencia en lo sucesivo se iniciara un proceso profundo de guerra y revolución contra el dominio español que irán moldeando un modelo de país.

EL DATO:

Bibliografía consultada:

- Goldman Noemí en Nueva Historia Argentina Tomo 3, Crisis Imperial, Revolución y guerra (1806-1820), Editorial Sudamericana S.A, España, 1998.

- Rath Christian - Roldán Andrés, La Revolución Clausurada Mayo 1810 - Julio 1816, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2013.

- Ternavasio Marcela, Historia de la Argentina 1806-1852, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2015.

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