SALUD
Desde infecciones en el tracto urinario hasta incontinencia y cálculos renales, muchas pueden ser las complicaciones en el tiempo cuando estas conductas se vuelven constantes.
18 de febrero de 2025
La necesidad de orinar es una función fisiológica esencial que asegura el correcto funcionamiento del sistema urinario y la eliminación de toxinas del cuerpo. Sin embargo, en muchos contextos laborales y sociales, las personas tienden a retrasar este acto, subestimando las consecuencias de una conducta aparentemente inofensiva. Los especialistas del Centro Argentino de Urología (CAU) advierten sobre potenciales consecuencias a largo plazo cuando esta práctica de la retención de orina se vuelve recurrente.
Entre las profesiones, oficios y contextos donde las personas presentan dificultades para ir al baño con la regularidad deseada, solo por mencionar algunas se destacan los conductores profesionales (de colectivos, taxis, transporte de larga distancia), donde muchas veces deben pasar largas horas al volante posponiendo la micción. También cajeros de supermercados, personal que atiende en las cabinas de peaje, maestros de escuela, profesionales de la salud y cualquier empleado de atención al público o de repartición, entre muchos otros casos.
"La vejiga tiene una capacidad promedio de almacenamiento de entre 400 y 600 mililitros de orina. Al exceder esta capacidad de forma repetida, los músculos de la vejiga comienzan a debilitarse, perdiendo elasticidad y eficiencia, lo que puede derivar en infecciones del tracto urinario, incontinencia, distensión de la vejiga, cálculos en las vías urinarias y daño renal en general, entre otras", sostuvo la doctoral Paula Grinstein, médica uróloga del CAU.
Retener la orina incrementa la posibilidad de infecciones debido a que las bacterias tienen más tiempo para multiplicarse en el tracto urinario. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas infecciones son una de las principales razones de consulta médica relacionadas con el sistema urinario. La acumulación de orina puede facilitar la formación de cálculos en las vías urinarias y, en casos extremos, generar reflujo vesicoureteral, donde la orina retrocede hacia los riñones, causando daño renal. Entonces, a no retener: si el cuerpo lo pide, hay que orinar. (DIB)
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