LA ÚLTIMA PÁGINA DE 2021
Los años pasan, la pandemia sigue y la situación económica, sobre todo para los medios gráficos, continúa siendo acuciante. Pero a pesar de esa vorágine todavía hay motivos para celebrar. Uno de ellos es que este matutino sigue vivo. Para que eso continúe pasando ejercen un rol fundamental todos aquellos que, desde diferentes lugares, confían en EL TIEMPO. Y por ese apoyo invalorable que manifiestan son los merecedores de este necesario y justo agradecimiento por parte de quienes hacemos "a diario" este diario.
Por: Fabián Sotes
31 de diciembre de 2021
Al lector que sigue ahí. El de la suscripción de siempre; el que compra el diario papel cuando puede o aquel otro que lo hace los domingos solamente y, a veces, también los miércoles.
Al que lee el diario en el café; el que lo hace porque se lo presta el vecino o algún familiar cercano y a quienes repasan cada una de las ediciones de EL TIEMPO cada vez que lo encuentran en una repartición pública o en algún otro lugar donde lo reciben, valga la redundancia, a diario.
A los lectores más nuevos. Esos que por ahí, a diferencia de sus padres o de sus abuelos, no se llevan tan bien con la edición en formato papel y prefieren ver los contenidos del matutino local en su edición web y en cada una de las redes sociales donde también esa noticia que les interesa se replica.
A los auspiciantes, quienes acompañan con los avisos de sus empresas -ya sea tanto de una grande como hasta de la más pequeña- cada una de las páginas de EL TIEMPO en su edición papel; del mismo modo que suelen tener presencia en la web del matutino.
A todos y cada uno de esos voceros y/o representantes de instituciones estatales y privadas; de organizaciones intermedias, comisiones barriales, entidades deportivas u ONGs que habitualmente son consultados por quienes hacemos este diario; los cuales en cualquier momento en que son requeridos manifiestan su buena predisposición para que la calidad de la información que este medio brinda esté a la altura de las circunstancias y lejos, por ejemplo, de las "fake news".
A los habituales colaboradores de EL TIEMPO. Desde aquellos que escriben hasta quienes siguen llamando o envían mensajes para pasar algún dato o inquietud que después se termina convirtiendo en una noticia de importancia para la comunidad toda del Partido de Azul.
El agradecimiento incluye, además, a todos los que -tan sólo por una involuntaria omisión de quien esto escribe- a su manera también han sido protagonistas durante 2021 de lo que significa hoy que el matutino azuleño siga en pie, a poco de que este año viejo ya se vaya.
En enero pasado el periodista Jorge Déboli -quien años atrás fuera el director fundador de la agencia de noticias Diarios Bonaerenses (DIB)- señalaba en una entrevista que para ese entonces habían cerrado en la Provincia más de treinta publicaciones vinculadas con los medios locales y regionales. Empresas, en su gran mayoría, similares a EL TIEMPO.
Además, desde su actual lugar de presidente de la Cámara de Diarios y Periódicos Pymes de la provincia de Buenos Aires, en aquella nota Déboli advertía sobre la difícil situación económica por la que atravesaban más medios bonaerenses de similares características a los que en ese entonces habían tenido que bajar sus persianas. Y pintaba con certeza y crudeza un escenario que continúa siendo crítico y al que no hace mucho, por ejemplo, se sumó el diario Nueva Era, uno de los medios gráficos decanos del periodismo en Tandil que también cerró definitivamente sus puertas, con el consecuente trastorno que significó que compañeros de la vecina ciudad serrana se quedaran sin trabajo.
Si desde antes a que se declarara la emergencia sanitaria por el coronavirus ya era de extrema gravedad -hablando tan sólo desde el punto de vista económico- la situación por la que atravesaban pequeños diarios del interior como EL TIEMPO y muchos medios gráficos más de similares características en todo el país, la irrupción de una pandemia que todavía persiste hizo más difícil todo aquel panorama.
Además de agudizarse la crisis económica, que impactó de manera profunda en todos los ámbitos, a eso se sumó el surgimiento de un paradigma que -al mismo tiempo- significó todo un desafío: hacer (un nuevo) periodismo en tiempos de pandemia.
La emergencia sanitaria trajo consigo aislamiento. Y el trabajo que a diario se podía hacer en una redacción fue mutando a otro tipo. Más solitario todavía, porque había que trabajar en formato "home office", contando como aliada a la tecnología.
Al mismo tiempo, planteaba el desafío de encontrar cómo canalizar, entre tanta virtualidad obligada, la manera de no perder el contacto con el lector ni tampoco con todos aquellos actores que son extremadamente necesarios para convertir a un hecho en noticia.
Mirando hacia atrás, al menos al pasado más cercano, para la salud de EL TIEMPO ha sido mucho más alentador este año que se va que el anterior. Sobre todo, después de que en marzo de 2020 se declarara la emergencia sanitaria todavía vigente por la pandemia de COVID-19.
A modo de ejemplo, es válido comprobar que la fidelidad de los lectores se mantuvo más allá del papel, lo cual quedó expresado -fundamentalmente- con todas y cada una de las visitas a la web de este diario que tuvieron aquellos hechos y protagonistas que se convirtieron en noticia por diferentes circunstancias.
También fue un dato alentador para el diario, que el año pasado tuvo que restringir su edición en formato papel a cuatro días por semana, poder decir que durante este 2021 que se va fue posible estar en la calle durante cinco de los siete días de la semana.
Si bien es cierto que eso incluye una mayor erogación en materiales -entre ellos, por ejemplo, el empleo de más papel-, al mismo tiempo es una enorme satisfacción volver a salir más días a la calle.
La aspiración, todavía vigente, es retornar a la presencialidad todos los días del año en formato papel, tal como EL TIEMPO salía publicado hasta no hace mucho.
El aliciente a ese todavía déficit es que esa presencia a diario para interactuar con ustedes, los lectores, ahora se concreta desde lo digital. A través de lo que, de la mano de los tiempos que corren, ya está dejando de ser una transición -sobre todo para las publicaciones escritas- y se ha convertido en una realidad: un escenario que marca que se transita inexorablemente hacia una nueva era de la información, marcada a fuego por la tecnología digital.
Los pequeños medios de comunicación locales y regionales -ya sean virtuales, gráficos, televisivos o radiales- siguen todavía hoy cumpliendo un rol fundamental en la misión de informar.
Por sus especiales características, tienen una mayor proximidad con esas personas que habitualmente los consumen, lo cual -por ese acercamiento referido- obliga a quienes forman parte de ellos a estar dotados de un mayor rigor periodístico; aunque bien vale decir que esa premisa debería cumplirla cualquier medio informativo que se precie de tal, ya sea pequeño o masivo.
Otro aspecto que valora el rol que ejercen ese tipo de medios es que suelen convertirse en la primera fuente informativa de muchas noticias que luego cobran relevancia nacional; algo que quienes hacemos a diario EL TIEMPO hemos experimentado en muchas ocasiones.
Son, además, de extrema importancia para garantizar la libertad informativa; aunque actualmente esa premisa todavía siga sin corresponderse con la situación económica por la que continúan atravesando. Extremadamente crítica y fundamentalmente dolorosa cada vez que se conoce el cierre de un medio de estas características, que no hace otra cosa que dejar en la calle a muchos trabajadores. Y no sólo específicamente del ámbito periodístico.
En medio de toda esa vorágine, la nave de EL TIEMPO -todavía y afortunadamente- va. Y está a poco de llegar a otro puerto. Ese que indica que 2021 ya es prácticamente el pasado y que la próxima parada implicará transitar un nuevo año con todo lo que el mismo conlleve en materia informativa.
A esa nave que todavía sigue marchando están subidos, además de quienes hacemos este diario desde adentro, todos aquellos que a través de los distintos lugares que ocupan también forman parte -tal vez sin darse cuenta- de la misión de informar. Fundamentalmente, sobre el acontecer del Partido de Azul, algo para lo cual EL TIEMPO sigue siendo un espacio que, además, tiene como finalidad conservar la memoria de todo lo que continúa pasando acá.
Por todo esto, por el año que se va y por el que viene, la ocasión surge propicia para reafirmar el compromiso y la voluntad de quienes formamos parte de este medio de seguir estando junto con la comunidad.
Conscientes de que, sin ustedes del otro lado, esto no podrá ser concretado. Pero al mismo tiempo, felices de saber que continúan apoyando a este diario.
Algo por lo que hoy son los destinatarios de este inmenso agradecimiento, traducido específicamente por las buenas intenciones que de varias maneras plasman todos los días para hacer posible que EL TIEMPO siga con vida y continuando con esa misión de tomarle el pulso a Azul. Su lugar en el mundo y donde nació hace ya más de 88 años.
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