Sergio Acosta, con 61 años, comenzó a forjar su camino como plomero y gasista desde los 14 años, motivado por su padre. Lo que comenzó como una tarea impulsada por la necesidad de ayudar en casa, se convirtió en su vocación y principal fuente de sustento. A los 18 años, Sergio decidió independizarse, compró sus primeras herramientas y desde entonces no ha dejado de trabajar.

A lo largo de su carrera, Sergio ha sido testigo de cómo este oficio ha evolucionado, y hoy en día es uno de los más solicitados, aunque cada vez hay menos personas jóvenes interesadas en dedicarse a ello. A pesar de que en Azul hay plomeros disponibles, Sergio comenta que hay una escasez significativa de mano de obra joven que quiera aprender y continuar con esta labor esencial.

Gracias a su dedicación y esfuerzo, Sergio no solo pudo mantener a su familia, formada por su esposa y tres hijos, sino también lograr importantes avances económicos. Con el tiempo, logró comprarse su propia casa, un sueño que muchos aspiran a cumplir, y adquirió algunas propiedades adicionales que piensa utilizar como respaldo para su jubilación futura.

Sin embargo, a pesar de estar en una etapa en la que podría empezar a considerar el retiro, Sergio no tiene intenciones de dejar de trabajar por ahora. La pasión por su oficio y la necesidad de seguir activo lo mantienen en el día a día, demostrando que, aunque el tiempo pase, el compromiso con el trabajo y la familia sigue siendo su principal motor.

"A los 14 empecé a estudiar y trabajar y no paré más"

En principio sostuvo que es plomero, gasista, pero también realiza obras de agua, instalaciones sanitarias y electricidad.

Recordó que "a los 14 años empecé a comprar herramientas porque empecé a trabajar en el telégrafo en la provincia como mensajero y ya me gustaban las herramientas. Entonces, el primer sueldo lo invertí en herramientas y después empecé a trabajar con un plomero. Trabajé también con un albañiles, con otro que arreglaba heladeras y ya los 18 me 'largué' solo a trabajar".

"Es decir aprendí rápido. Comencé trabajando en una clínica en Parque Patricios en un Materno Infantil, papá era jefe del telégrafo. De Azul nos fuimos a Mar del Plata y de Mar de Plata Quilmes y ya en Quilmes fue cuando empecé a trabajar en el telégrafo, se cerró justo al tiempo de cumplir 14 años", explicó.

Después de que Sergio ya contaba con las herramientas, prosiguió que "empecé a trabajar con gente porque no me gustaba estudiar, pero asimismo trabajando papá me decía: 'hace cursos'. Entonces hice cursos de plomería, de electricidad, de albañilería y hasta de reparación de automóviles en IADE, en Quilmes".

Continuó su relato "a los 14 empecé a estudiar y trabajar y no paré más, en la clínica hacía mantenimiento, era el plomero oficial, después en Quilmes, en Temperley, pero el sueldo no alcanzó nunca. Entonces tenía que seguir trabajando a la tarde de manera particular".

"Ya en el 2003 volví a Azul con mi familia conformada porque en Buenos Aires había mucha inseguridad, los chicos salían a la calle y les robaban las zapatillas. Tengo un varón y dos mujeres", contó.

Consultado cómo fue arrancar de cero en Azul, especificó que "tengo a toda mi familia acá, así que empecé a trabajar con uno de mis primos. En una oportunidad él no quiso hacer un trabajo y me dijo que vaya yo, me recomendó con Pitrelli y él me dio muchísimo trabajo y además me recomendaba con las otras inmobiliarias y actualmente hago el mantenimiento de propiedades de varias inmobiliarias de Azul. Es decir estoy en los edificios con los consorcios y en las inmobiliarias y con eso me sobra, no me da el tiempo".

Sobre cuántas horas trabaja por día, especificó que "salgo a las 8 de la mañana de casa y vuelvo a las 19, 20 o hasta 21 horas. Siempre trabajé muchas horas, porque sino no alcanza la plata".

Acerca de que si en algún momento estaba mejor remunerado el oficio, opinó que "hablando con un cliente ayer me dijo 'hoy te llevas un montón de plata' y yo le respondí que no, porque antes la mano de obra para reparar un calefactor salía 3500 pesos y ahora 12.000 pesos, pero los 12.000 pesos actuales son 1200 pesos porque no vale nada. Lo cual significa que la mano de obra bajó y además los insumos aumentaron notablemente".

Ejemplificó que "hoy averigüé una mezcladora para una señora cada 55 mil pesos para el edificio Burgos y la señora no la pudo comprar".

"Me gusta lo que hago"

Sobre qué viene logrando con este trabajo, contó que "tener la casa propia, una camioneta, el auto y educar a mis hijos sin que mi esposa trabajara. Además tengo dos propiedades más serán mi jubilación".

Subrayó el rol de su esposa diciendo que "se llama Rosana Ledesma, me acompañó siempre teniendo en cuenta que yo pasaba muchas horas fuera de casa y ella se dedicaba a los chicos".

Consultado sobre si hay demanda y oferta en su oficio, opinó que "hay mucha gente que trabaja de entre 40 y 60 años, pero cada uno tiene su clientela, venimos de la vieja escuela. Yo alguna vez tuve un chico que me ayudaba como cuatro o cinco años pero después como no le podría aportar, se fue a trabajar a otro lado. Después tomé algunos chicos para trabajar, pero no quieren aprender, van a trabajar por el día y nada más, o sea que lo único que les importa es ganarse el día. Es un trabajo sacrificado y peligroso porque andamos en alturas".

Con relación a las nuevas construcciones donde ahora por deciden no instalar gas y eligen la energía eléctrica, precisó que "hay muchos departamentos para alquilar de este estilo, ocurre que la electricidad es más costosa que el gas. Lo que se está usando es la calefacción central y agua sanitaria, con caldera, pero en Azul no funciona por el sarro. Es decir, el sarro tapa un intercambiador que va dentro de la caldera y se va acumulando. Entonces llega un momento que no hay agua para bañarse aunque la calefacción sí funciona, pero lo otro se tapa y hay que destaparlo una vez por año o dos".

Con respecto a cuáles son las mayores satisfacciones que le trajo este trabajo expresó que, "a mí me gusta lo que hago, así que la satisfacción es que puedo vivir bien, no tiro manteca al techo, pero a me alcanza para vivir sin importar el Gobierno de turno. El Gobierno nunca me dio nada y nunca le pedí nada, así que siempre trabajé, nunca dejé de trabajar, desde que empecé hasta el día de hoy sigo. Yo tengo trabajo todo el año, trato de no trabajar los fines de semana pero siempre por algún motivo me terminan llamando".

Sobre si hay cursos de plomería, recordó que "en Camuzzi dictaban cursos, ahora no sé, no estoy al tanto, yo noto que no hay chicos jóvenes que quieran aprender el oficio. Creo que los más jóvenes tienen 30 años".

Si tuviese que elegir un oficio especificó que "elegiría el mismo, lo volvería a elegir, haría lo mismo, todo lo que sea manualidades me encanta. Además no solo coloco un calefactor sino que si rompo una pared la dejo como estaba, es decir que albañilería también realizo".

Para terminar mencionó que "le debo el oficio a la insistencia de mi papá, al final me mandó a estudiar igual" (risas).

Con respecto a cuáles son las mayores satisfacciones que le trajo este trabajo, expresó que "a mí me gusta lo que hago, así que la satisfacción es que puedo vivir bien, no tiro manteca al techo, pero a me alcanza para vivir sin importar el Gobierno de turno. El Gobierno nunca me dio nada y nunca le pedí nada, así que siempre trabajé, nunca dejé de trabajar, desde que empecé hasta el día de hoy sigo". FOTOS NACHO CORREA