HISTORIAS DE VIDA

HISTORIAS DE VIDA

Miriam Cabrera, una enfermera del pueblo

Pertenece a la primera tanda de agentes sanitarios, formados el Azul a inicios de los '80. "Fue ahí cuando verdaderamente comencé a conocer mi carrera como enfermera comunitaria", afirma. Ahora, la jubilación, a sus 68 años, la obligó a cerrar una etapa de su vida. Luego de más de tres décadas de trabajo comunitario, "te involucrás muchísimo con la gente. Pero en mi caso, como además estoy en el barrio viviendo, la gente va a mi casa y siempre los atendí, porque los conozco, porque los quiero".

Por: Marcial Luna
9 de febrero de 2025

"Desde muy chica yo quise ser enfermera", dice Miriam Liliana Cabrera. Luego de más de tres décadas de trabajo como vacunadora, agente sanitario y enfermera comunitaria, la jubilación llegó para cerrar una etapa de su vida. En la entrevista con EL TIEMPO, hilvana recuerdos y se emociona repetidas veces al expresar su amor por la profesión y la gente.

"Mi papá no quería saber nada con que fuera enfermera. Era de esas personas de antes, que pensaban que estar en contacto con enfermos, ¡Dios mío! Elegí cualquier cosa menos eso, me decía. Peleábamos todos los días, pero yo quise estudiar eso y lo pude hacer. Yo fui enfermera desde muy jovencita, a los 17 años. De vieja [Risas] yo hice la licenciatura. Soy licenciada en Enfermería. Primero hice el curso de auxiliar, después hice Enfermería Profesional y terminé haciendo la licenciatura, hará unos doce años", recuerda.

"Estudié en el primer curso de auxiliares que se hizo en Zona IX. Cuando me recibí, falleció mi papá [Pablo Cabrera] -que fue jefe de Guías del Municipio-. En ese tiempo, cuando había una hija soltera, quedaba en el lugar. En aquellos años estaba Miguel Ángel Prezioso como secretario de Gobierno y el intendente era Juan Carlos Peralta Reyes [gestión 1973-1976]. Al fallecer mi padre, me dijeron 'empezás a trabajar ya'. Y yo necesitaba trabajar. Así entré en Turismo y Cultura, donde trabajé tres años. Estuvieron allí don Aldo Alessandri, el doctor Germinal Solans, gente muy buena; pero igualmente yo seguía con mi trabajo de enfermería, de manera particular".

"Me casé y mi marido [Cayetano Lofiego] no quería que trabajara. Tenía un negocio, yo vendía ropa. Un día miro el diario y veo que anuncian: 'Curso de agente sanitario'. Ahí me decidí a estudiar nuevamente. Hice ese curso y nuestra jefa era Adriana Scalcini. Rubén César De Paula era el intendente y esa fue la primera camada de agentes sanitarios en Azul [en el inicio de los años '80]. En Salud estaban el doctor Juan José Dours y el doctor Antonio Lupo. Con Adriana Scalcini, fueron los tres que empezaron todo eso, porque no había agentes sanitarios. Empezamos unos cien el curso y quedamos muy poquitos. Desde ese momento yo hice enfermería y, ya terminado el curso, agente sanitario. Fue ahí cuando verdaderamente comencé a conocer mi carrera como enfermera comunitaria; porque no es lo mismo ser una enfermera del Hospital que una comunitaria. En el Hospital se ve un día al paciente, al otro día ya le dieron el alta y no se sabe nada más de él. En cambio yo, siendo enfermera comunitaria, me involucro con las familias. Yo los vacuno, los voy a visitar a la casa, la gente cuenta sus problemas, se hace un lazo con la enfermera comunitaria", asegura Miriam.

No duda en remarcarlo: "Nuestro fuerte fue Adriana Scalcini. Nos tenía 'cortito' [Risas], pero con ella aprendí a amar Atención Primaria. Con ella se armó todo. Primero fueron los llamados Centros Periféricos, después Unidades Sanitarias y ahora, en los últimos años, son CAPS [Centros de Atención Primaria de la Salud]. Adriana nos enseñó muchísimo y logramos insertarnos en la comunidad. Luego del curso de un año, cuando empezamos a trabajar en esto, a mí me tocó Villa Piazza Centro y Sur. La gente no conocía nada de esto, así que salíamos para recorrer casa por casa e informar. Había gente que nos recibía y otra que no. Hacíamos relevamientos, se veía cómo vivía la gente, sus necesidades. Yo me asombraba porque algunos me decían: '¿Me darán los vicios...?' Y yo pensaba qué serían los vicios... [Risas], porque, para mí los vicios eran el cigarrillo, el alcohol, en aquel tiempo. No, los vicios eran la yerba, el azúcar, la comida. Una bolsa que se daba antes y que algunas personas todavía llamaban 'los vicios'".

A partir de allí, se sucedieron otras etapas. Miriam recuerda que "también empecé a trabajar en la Escuela 66. Había un periférico adentro de la escuelita. Ahí nos habían dado un lugar y trabajé muchos años. Después, cuando fue intendente [Juan] Barberena, se inauguró el periférico nuevo, donde estuve casi diez años en ese barrio, donde llegaba gente de los barrios 120 Viviendas -que estaba recién hecho-, el 16 de Diciembre, el Solidaridad, todo Monte Viggiano. De ese periférico me pasaron a la Capilla del Carmen. Éramos dos: Julia Avellaneda y yo. Ahí teníamos un saloncito que nos había prestado el cura. Era un mundo de gente, salía uno y entraba otro".

Tiempo después, "en el 2004, se hizo la unidad sanitaria donde está ahora el CAPS 6, en Rauch 1475, entre Mendoza y Neuquén. Desde entonces y hasta ahora, que me llegó la jubilación, estuve ahí. Aparte yo trabajaba como vacunadora. El doctor [Rodolfo] Álvarez Prat había hecho un convenio entre Municipio y Sanatorio, y yo iba a vacunar a todos los recién nacidos. En ese momento había un vehículo y el chofer me llevaba a toda hora, sábados, domingo, con cada nacimiento. Cuando tenía vacaciones, tenía que mandar a alguien que supiera; porque no todas saben vacunar BCG. Además, para ser vacunadora, hay que hacer un curso específico. Hay que saber si son vacunas intradérmicas, intramuscular, qué vacuna hay que poner, cómo aplicarla. Por eso, para ser vacunadora, hay que tener el PAI aprobado [Programa Ampliado de Inmunizaciones]. Además de eso, iba todos los días a una unidad sanitaria, porque no había personal. Un día comenté que había que empezar a preparar gente porque ya no podía ir de un lado a otro a las corridas".

De esa manera, recuerda Miriam, "se empezó a formar gente y yo me quedé con tres o cuatro unidades sanitarias. Ahora hay 13, una de esas es móvil -la 7-, que es la que va a 16 de Julio".

A partir de su trabajo, asegura, "te involucrás muchísimo con la gente, con la comunidad. Pero lo que es mi caso, como además estoy en el barrio viviendo, la gente va a mi casa y siempre los atendí, porque los conozco, porque los quiero. Tanto te involucrás que estaba más con la gente que en mi casa; o había que salir un domingo a dar las inyecciones cada ocho horas. Ahora estoy de vacaciones, en marzo ya llega la jubilación, y tengo gente que va a tomar la medicación a mi casa. Y la tenés que dar, porque algunos son analfabetos, no saben leer y se hacen un lío bárbaro, pobrecitos. Entonces les pongo en frasquitos, a veces con colores".

"Durante muchos años trabajábamos con horario cortado, no como ahora que es de 7 a 13; salíamos a recorrer no sólo los barrios sino también el campo. Íbamos con todo un equipo a todos los pueblitos, con el grupo de Zoonosis, se hacían los PAP, se vacunaba, todo. Eso se fue perdiendo, solamente quedó 16 de Julio con el CAPS 7", recuerda, y luego, ante una consulta en ese sentido, admite: "A mí me dolió muchísimo cuando me llamaron y me dijeron que no tenía que trabajar más, porque llegó ya lista la jubilación desde La Plata. Pero, si fuera por mí, sigo trabajando... [Risas] Igual en casa voy a poner un gabinete, porque yo no voy a poder estar sin hacer nada".

Para Miriam Cabrera "la gente es todo". "No sabés el cariño de la gente... El sábado [1 de febrero pasado] me hicieron la despedida. Fue una fiesta sorpresa. A las diez de la noche tocaron el timbre. ¿Qué habrá pasado, a esta hora?, pensé yo... Y, cuando abro, ¡estaba todo el barrio...! [Risas] Me llevaron al Club San Lorenzo y hasta hubo una comparsa... Fue algo divino, muy emocionante". A esa despedida sorpresa "la organizaron desde la unidad sanitaria, el club, los barrios Del Carmen y Urioste".


Al referirse a los vínculos, luego de más de treinta años de trabajo comunitario, Miriam dice que "toda la gente que yo vacunaba en el Sanatorio después no iba al Hospital de Niños, me iban a buscar al CAPS 6. Llegué a dar hasta dos mil vacunas por mes, me acuerdo porque las teníamos que contar todos los meses".

"De la primera tanda, fui la última", dice, al recordar los inicios como agente sanitario. "Pero todavía me llaman, porque las chicas más nuevas por ahí no conocen a las familias y me llaman para consultar".

Ciertamente, ese trabajo comunitario no es tan sencillo como, quizás, pueda pensarse. Miriam recuerda aspectos duros, que la marcaron día a día. "La gente te cuenta cosas que a un familiar no le cuentan. Violaciones, que les pegan; y uno trata de ayudar, con la psicóloga, con la trabajadora social. Por eso, al trabajo de atención primaria hay que hacerlo con mucho amor".

Con más de tres décadas de trayectoria, Miriam Cabrera puede mencionar cómo algunas problemáticas han variado en el tiempo. "Que nos piden alimentos, toda la vida; porque muchas son familias que terminan haciendo lo mismo, desde los abuelos hasta los nietos. El problema de la droga aumentó muchísimo. Antes era el alcohol, pero ahora es la droga. Nosotras hicimos muchos cursos en la época que estaba [Eduardo] Duhalde en la gobernación; así, nos fuimos capacitando continuamente. Me parece que antes se capacitaba más que ahora, cuando estaba Adriana Scalcini y también Lorena Mandagarán, que estaba en el CAPS 9. En un momento tuvimos hasta médicos comunitarios".

"El agente sanitario no está solamente para asistir al médico, tiene que caminar y caminar el barrio, para ver la problemática, para detectar, para conectar con las familias", reflexiona. "En los últimos tiempos se ha visto mucho a chicos que quieren cambiar de sexo. Nenas que quieren ser varones y los varones quieren ser nenas. Hablo de chicos de diez años, que ya se visten como lo que ellos quieren ser. Y las madres los llevan enseguida a la psicóloga; antes no se veía eso. Algo así pasa con los abortos; no hay tantos chicos, porque les dan la pastillita, se las controla. Durante mucho tiempo yo pensé que se podía hacer un aborto solo, pero la misma chica a veces hace dos, o tres. Y no se le puede decir que no porque la ley es la ley. Pero bueno, ahí está el trabajo de la doctora generalista; todos tienen mucho trabajo. Lo último que se incorporó en el CAPS 6 es las ecografías, así que llegan de todos los demás CAPS; también hay odontología, obstetricia, pediatría, realmente hay mucho trabajo. Algunos CAPS tienen más médicos y demás profesionales que otros, pero en todos hay mucho trabajo; la ciudad se ha extendido y harían falta más. Habían empezado un CAPS en Villa Piazza Centro -porque Norte y Sur ya tienen-, y San Francisco y San José están muy juntos. El CAPS 5 tiene un edificio muy obsoleto, muy chiquito, y es más complicado trabajar ahí, habría que agrandarlo. Pero, dentro de todo, se trabaja bien".

En los últimos tiempos, también, "se aplica mucho anticonceptivo. Eso también se nota, comparando con otros tiempos. Ahora es muchísimo. La mamá ya la lleva a los diez años para que le coloquen el chip. A nosotros nos parece mentira, porque con diez años es una nena, para mí, por mi tiempo... Se desarrollan, las nenas, cada vez más jovencitas, así que les colocan el chip [implante], o el DIU [Dispositivo Intrauterino] o el SIU [Sistema Intrauterino]. Hay obras sociales, como IOMA, que entrega los SIU y van al CAPS a colocárselo. También las adicciones han ido aumentando. Ahora es impresionante. Lo vemos en el barrio del Carmen, pero más todavía en el Urioste. Y hay familias enteras que se drogan, es terrible. La psicóloga está muy preocupada. Se hacen derivaciones, por ejemplo al Hospital, pero hay que estar encima de esas personas. Nos dicen 'quiero dejar, quiero dejar', pero si empiezan un tratamiento y uno no está al lado de ellos, sonaste, es peor y vuelven a consumir; y consumen muchísimo".

Sin dudas, dice Miriam, "todas esas cosas afectan. Yo, a veces, llego chinchuda a casa, de mal humor, porque hay casos en los que no podés ayudar totalmente. Los querés ayudar y tenés trabas de todos lados, o a veces no podés ayudar como quisieras. Pero, a veces, escuchándolos, les ayuda, les sirve. Los mayores, por ejemplo, que van a tomarse la presión, pobrecitos; los adultos mayores, muchos están abandonados, las familias no los escuchan. Cuando les estás tomando la presión ellos se ponen a charlar, cuentan lo que les pasa. Si fuera por ellos, están una hora... Y yo les digo 'tengo un montón de gente para vacunar', y se tienen que ir, pero necesitan alguien que los escuche".

Al retomar nuevamente la problemática de las adicciones, Miriam dice que "algunos que consumen, lo niegan; pero uno los trata de ayudar lo que más se pueda. Yo, en todos estos años, los he tratado de ayudar a todos; hasta más de una vez han ido a mi casa a comer, porque no tenían nada. Es muy triste, da mucha pena eso. Algunos me dicen 'no podés traer la gente a comer a tu casa', pero yo soy así, me duele mucho ver tanto desamparo".

Como vacunadora, también se ha nutrido de mucha experiencia. "Hay casos de gente que es anti-vacuna, inclusive en la época del Covid, pero algunos van entendiendo la importancia y cambian el parecer. Durante la pandemia trabajamos todo el tiempo. Nos llenábamos de trapos, de barbijos, y salíamos a la calle a vacunar. Se trabajó continuamente, ni vacaciones hubo. ¡Y cuántos vecinos se nos murieron en el barrio! Inclusive gente joven. Fue terrible".

Tampoco Miriam duda en afirmar que "mi profesión me encantó. No solamente lo de enfermería, porque como agente sanitario además una se involucra con las familias, con la gente del barrio, durante tantos años. La gente sigue yendo a mi casa. Ayer apareció una viejita, toda dobladita, para decirme 'por qué te fuiste...', porque siempre la atendía en el CAPS 6".

A la vida, le agradece lo que le ha dado. Tres hijos: Marina, María Laura y Pablo; 48 años de matrimonio; 33 años de trabajo en salud -y tres anteriores en Turismo y Cultura de Municipalidad-. Hoy Miriam Cabrera tiene 68 años y, durante la entrevista con este diario, finalmente dice con elocuencia: "Estoy contenta con esta vida".

Saludos especiales

Una despedida sorpresa para Miriam Cabrera, organizada por integrantes de APS y comisiones barriales, entre otros, en el club San Lorenzo de esta ciudad.

Desde distintos sectores, tanto barriales como del ámbito laboral, se expresó el cariño y gratitud hacia Miriam Cabrera:

-Sandra Pane, vecina del Barrio del Carmen: "Y llegó tu día y todos los que te queremos te vamos a extrañar... Pero te mereces tu descanso, tu ciclo de trabajo terminó. Pero dejaste huellas en cada uno de nosotros, tus vecinos, tu gente, tus pacientes, tus amigos... ¡Te deseo lo mejor! No todo el mundo tiene ese don de gente. Sos única, irrepetible e irreemplazable. Te vamos a extrañar mucho, porque fuiste más que la enfermera del CAPS 6. Estos 35 años de humanidad, de amistad, de darlo todo, de ayudar al prójimo y al que más lo necesitaba. Sólo el que te conoce sabe que es así. Te amo amiga y estoy orgullosa de vos. Te admiro y no cambies nunca porque no habrá nunca otra Miriam Cabrera. Te deseo lo mejor. ¡Feliz jubilación!

-Myrian Rodríguez, trabajadora del CAPS N° 6: "Fui por más de 20 años compañera de trabajo de Miriam. Una muy buena persona y excelente profesional, que puso en práctica como nadie -y en todo el sentido de la palabra- el ser enfermera comunitaria de atención primaria. Siempre al servicio de la gente. Como compañera de trabajo, lo mejor de lo mejor. Se dice que nadie es imprescindible, pero hay personas que son irrepetibles. Miriam es eso: ¡única e irrepetible!

-Belén Suárez, vecina del Barrio Urioste: "Para Miriam, sólo palabras de agradecimiento; por ser tan buena persona, empática, solidaria y gran profesional. Te deseo que disfrutes mucho esta nueva etapa y un merecido descanso, por haber dado todo de vos en esta larga trayectoria. ¡Feliz jubilación! ¡Te quiero!".
-Julia Avellaneda, ex compañera de atención primaria: "¡Miriam! Amiga y compañera de trabajo por 23 años. Qué decirte... que sos un ser humano increíble, con valores, solidaridad y muchas más calificaciones que vos te merecés. La distancia nos separó, pero seguimos unidas por ese afecto que siempre nos unió. Te deseo para esta etapa de la vida que comenzás todo lo mejor y más. ¡Te quiero!".

-Comisión Vecinal de Barrio Urioste: "Décadas de trabajo que se conjugaron con un compromiso inigualable con la comunidad a la cual Miriam asistió. Desde la Comisión Vecinal de Barrio Urioste queremos enaltecer la labor de Miriam, que no sólo asistió siempre a cada vecino que pasó por el CAPS N° 6, sino que se involucró en el cuidado y asistencia de cada uno de los niños que pasaron por nuestra Escuela 22 o el Jardín 918. Gracias infinitas a una mujer que fue ejemplo de empatía, compromiso y afectuosidad para cumplir su rol más allá de lo estrictamente profesional. ¡Gracias Miriam y se te extrañará cada día!".

-Griselda Fretti, integrante del equipo de coordinación de APS, ex compañera del CAPS 6: "El sábado a la noche, agasajamos con cariño y admiración a quien se jubila tras una extensa y destacada trayectoria de 35 años al servicio de la salud pública. Miriam: gracias por tus enseñanzas, tu experiencia y dedicación para el crecimiento de APS y en la formación de las nuevas generaciones. Vamos a destacar siempre tu compromiso, tu humildad y amor por la profesión y por los pacientes, tu capacidad para transmitir conocimientos y valores. Nos enseñaste a trabajar con amor y compromiso por nuestra comunidad haciendo cada momento especial. Tu ausencia no pasará desapercibida, ¡pero es momento de descansar! ¡Feliz jubilación, Mirchi! ¡Muchas Gracias por todo! Te vamos a extrañar mucho. Gracias a todos los que acompañaron, al equipo del @caps6azul; a los equipos de APS, ex compañeras de APS, Comisión vecinal del Barrio Urioste; Comisión vecinal del Barrio Del Carmen Azul; Comparsa @lacandora por la presentación; pacientes, vecinos y amigos".

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