El Peronismo 26 de Julio de Azul formó parte del recordatorio que se le hiciera al compañero Ricardo Caíto Pené, el miércoles pasado, en el tercer aniversario de su fallecimiento. Con la presencia de nuestro referente Julio Varela y militantes, la 26 acompañó a la familia, demás seres queridos, representantes del Club Boca de Azul (su otra pasión junto con la militancia peronista) y allegados que conformaron el grupo que homenajeó cariñosamente a Caíto en el cementerio municipal, al pie del lugar donde descansan sus restos.

Al cabo de las palabras del Padre Guillermo Di Pasquale, el compañero Julio Varela destacó el vínculo que durante muchos años lo unió a Ricardo, su mamá Delita Infantino y otros integrantes de su familia. Recuerdos de militancia compartida, de mutuo acompañamiento en diferentes contextos del país. "Caíto me visitaba en mi casa, cuando yo recién había salido en libertad. Mantuvimos un vínculo aun en la distancia, y cuando andaba sin noticias de él, hablaba con Delita. Siempre teníamos un momento para hablar sobre la vida de Caíto", contó.

Varela ponderó la pasión con la que Caíto, desde muy joven, abrazó el peronismo y la militancia del movimiento: "Hicimos un montón de cosas de juntos y realmente... pensaba hoy, si hay algo para trasmitir de Caíto es su perfil, su pasión. Caíto fue un apasionado, no necesitó que se le dijera nada acerca del bastón de mariscal; Caíto lo tenía, lo llevó de acá. Eso caracteriza a los compañeros militantes que son capaces de recrear aquello que no vivieron".

Durante la gobernación bonaerense de Antonio Cafiero, Varela y Pené trabajaban en la función pública (fines de los 80); asiduamente se frecuentaban, con el foco en la militancia y el desarrollo territorial: "Recuerdo encontrarme muy seguido con Caíto en el Pasaje Dardo Rocha, en La Plata, o en una básica que tenían en Tolosa donde -con mucho orgullo- me mostraba todo lo que ahí desarrollaban. En una noche City Bell, luego de una reunión y la cena, el postre de esa comida fue salir a pintar. Eso es esencia de la militancia, no de cajeros y burócratas".

Caíto formaba parte, encarnaba -consideró Varela- lo más genuino que tiene el Movimiento Peronista, y lo hacía con un carácter que lo distinguía: "Creo que Caíto, en este momento de nuestro país, diría algo parecido a lo que voy a decir: vivimos días tremendos, por un montón de cosas, por culpa de muchos indecentes, de "vivos" que han empeñado todo. Ante esto, la militancia -con errores y aciertos- es lo más sano del movimiento".

Luego destacó que "cuando hablamos con los compañeros del Peronismo 26 de Julio, consideramos que hoy aquí era un deber acompañar a Delita, sus hijas, sus hermanas y al resto de la familia de Caíto, a quienes agradecemos que nos hayan invitado a formar parte de este recordatorio. Deberíamos ser muchos más los peronistas presentes aquí esta mañana".

Finalmente, Julio Varela agradeció la posibilidad de celebrar, incluso en el dolor por la pérdida física, la militancia apasionada de Caíto en el peronismo. Y resaltó, una vez más, el liderazgo y la determinación que lo constituyó en el militante que todos destacan: "Esto es lo que hay que hacer, rescatar la vida de Caíto, de tantos militantes excepcionales. Para quienes hicieron de su militancia una vocación que, en algunos casos, te lleva a empeñar la vida, empeñar la salud. Caíto era uno de ellos, lo aprendió del peronismo, del General Perón y de Evita. Por eso digo que tenía el bastón de mariscal". (Prensa Peronismo 26 de Julio)