Virginia Ciria Córdoba está a punto de cumplir tres décadas como enfermera profesional, destacándose no solo por su experiencia en el campo, sino también por su compromiso con la formación continua. Además de haber obtenido su Licenciatura en Enfermería, desde hace tres años dicta clases en dos instituciones tras haber completado un tramo de formación pedagógica.

En una entrevista realizada en el marco del Día de la Sanidad, Virginia compartió reflexiones sobre su vocación, la importancia de la capacitación, y la manera en que se relaciona tanto con colegas como con pacientes. Subrayó la relevancia de saber cómo manejar situaciones difíciles, como las pérdidas humanas, y también cómo celebrar momentos gratificantes, como las altas médicas.

Virginia también rememoró el impacto de la pandemia en su trabajo, haciendo hincapié en la incertidumbre que enfrentaban los profesionales de la salud al ingresar a los hospitales sin saber si saldrían sanos.

Su testimonio resalta no solo la dedicación necesaria para ejercer la enfermería, sino también la fortaleza emocional y el compromiso con el bienestar de los demás.

Una de las primeras enfermeras profesionales en Azul

En primer lugar Cabrera contó que "tengo 52 años y en diciembre cumplo 30 años desde que me recibí de enfermera. Estudié en la Universidad Pública de Córdoba, así que tengo que viajar posiblemente a recibir un reconocimiento. Mi primer título fue de Auxiliar de Enfermería en esa carrera".

En dicha provincia mencionó que trabajó 10 años.

Consultada sobre por qué se inscribió en dicha carrera, explicó que "en realidad había comenzado a hacer trabajo social y por cuestiones personales tuve que dejar la carrera, es decir soy mamá y no me podía quedar toda la semana en Villa María donde estaba estudiando. Así que empecé en Bell Ville que es más cerca -para estudiar enfermería- que era a 70 kilómetros, viajaba todos los días iba a la mañana, volvía al mediodía y ya había comenzado a trabajar en el hospital".

Del mismo modo siguió que "al ser auxiliar de enfermería, estudié la carrera de Profesional de Enfermería, la cual también hice en Bell Ville a donde también viajaba todos los días durante tres años con otras compañeras".

Recordó que "en ese tiempo, hace 30 años, no había enfermeras profesionales. Es decir eran todas empíricas, enfermeras y enfermeros cuyos profesores/ docentes eran los médicos".

En cambio destacó que "ahora, gracias al profesionalismo que tenemos, que nos hemos capacitado y formado, no asistimos al médico sino que los enfermeros somos profesionales de salud tanto como el médico. Cada uno tiene su rol obviamente, pero nosotros somos profesionales".

Insistió que "trabajé 10 años en el hospital público en Córdoba, como mencionaba anteriormente y vine a Azul a visitar a un familiar. Estaba mirando un programa del canal y comunicaron que buscaban enfermero para el Hospital Pintos. Me inscribí, me volví a Córdoba y a los dos días me llamaron si quería venir a trabajar al Hospital. Lo consulté con mis dos hijos y me radiqué en Azul".

Del mismo modo apuntó que "desde el 2004 que estoy en el Hospital Pintos, también trabajé en el Hospital de Niños 6 años en la terapia".

Virginia contó que "después abandoné dicho nosocomio porque era mucho el trabajo. De igual forma opté por el estudio porque cuando ingresé al Materno ya había hecho la Licenciatura en Enfermería en Saladillo, en el Instituto Maimónides. Siempre trabajé en Cuidados Críticos así que realicé la especialidad. Soy Especialista en Cuidados Críticos, me recibí en Necochea en la Sociedad Argentina de terapia intensiva e hice el tramo de Formación Pedagógica y hace tres años que estoy formando enfermeros".

Resumió "empecé a dictar clases en la Escuela de Enfermería de Azul, y ahora estoy dictando clase en la UNICEN porque tiene un convenio con el establecimiento anteriormente mencionado. Como no tenían especialista en Cuidados Críticos en Azul, no podían hacer ese convenio. Ahora, como estamos nosotros, las prácticas las hacen en el Hospital".

Todo indica que Virginia Córdoba es una de las primeras enfermeras profesionales en Azul.

Virginia y sus alumnos en el Hospital Pintos.

¿Por qué Virginia continuó estudiando?

En segundo término, la enfermera siguió rememorando que "cuando yo llegué a Azul no había enfermero profesionales y observé esa necesidad".

No obstante, manifestó que "había una sola que era licenciada, María Sánchez que era mi jefa en ese momento".

Con relación a cómo es el trabajo de enfermería, explicó que "es apasionante, ser enfermero no es vocación sino es una pasión y es ser profesional. Para mí ya no se trata de vocación, uno tiene que ser profesional, sí tenemos que tener nuestra parte humana, obviamente porque estamos tratando con personas. Siempre estuve en áreas críticas, actualmente estoy en la sala de emergencia porque también hice la especialidad en emergencias".

Acerca de su valentía para afrontar situaciones críticas de salud, mencionó que "hay que tener mucha decisión y carácter, a veces nos juzgan pero el temperamento es fundamental porque tenemos que tomar decisiones sobre personas que están enfermas y no es fácil. Al mismo tiempo tenemos que ser humanos porque la persona está enferma y tenemos que estar al lado de esa persona y acompañarla. No solo es curar sino contener, cuidar y acompañar".

Es importante destacar que los enfermeros están en uno de los peores y mejores momentos de la vida de las personas que llegan al centro de salud.

Reiteró "ser enfermero es una pasión y continuamente debemos capacitarnos. Ahora cuando me pasé a la sala de emergencia, porque también hice la especialidad en Salas de Emergencias, fue muy importante porque hay que actualizarse por las máquinas: respiradores, monitores, entre otros".

"No me puedo quedar con lo que estudié hace 30 años, tenemos que hablar el mismo idioma que los médicos. Siempre les digo a los chicos: ser enfermero no te limita en nada porque los médicos van a tomar una determinación, pero nosotros tenemos que estudiar y capacitarnos al lado de ellos", aseguró.

Amplió "no vamos a hacer un diagnóstico médico pero tenemos que saber leer un electro, tenemos que saber si está funcionando el ventilador, tenemos que tener la misma formación con los médicos y de hecho tenemos los mismos años de estudio que los médicos. De hecho hice la carrera de auxiliar y profesional que me llevó cuatro años, la licenciatura dos años y la especialidad de Cuidados Críticos tres años, en total nueve años de estudio".

"Identifico a quienes tienen vocación porque, por lo general, se acercan"

En otro tramo de la charla Virginia fue consultada sobre si encuentra personas que no tienen vocación precisando que "sí, identifico a quienes tienen vocación porque, por los general, se acercan. Igual ocurre en todas las profesiones".

También se refirió a su paso por la docencia.

Consideró que "es lo que le transmito a los chicos: estudien porque en ningún lado está escrito hasta donde tenemos que saber, no hay techo para nosotros".

Contó que "en la UNICEN tengo 20 alumnos porque es la Facultad de Ciencias Médicas de Olavarría y ahora estoy con FECLIBA, les estoy dando prácticas".

Es decir, "a la mañana estoy en el Hospital, a la tarde les doy las clases a los chicos y después le doy las práctica en el mismo Hospital porque es un hospital/escuela".

Por otra parte fue consultada sobre si la mayor responsabilidad la encontró siendo enfermera o docente.

Respondió que "en las dos, hay gente que piensa que nosotros sólo bañamos a un paciente o les alcanzamos el orinal o la chata pero también pasamos medicación, tenemos la responsabilidad de saber si en el monitor el paciente está entrando en paro, tenemos que saber todo el protocolo ya sea un paro cardíaco, el protocolo para una neumonía, porque si hay algo, debemos avisarle al médico".

"En este hospital tenemos enfermeros muy formados porque la verdad que se han ido profesionalizando, somos 150 enfermeros profesionales, debe quedar uno o dos auxiliares. Y realmente enfermería creció muchísimo en conocimiento. Ahora un enfermero se sienta a hablar de una patología con un médico de igual a igual. Antes te decían que pases un antibiótico y no sabías para qué era".

"Si uno tiene pasión por lo que hace, se involucra sentimentalmente"

Con respecto a cómo maneja los sentimientos, la profesional apuntó que "hay que tratar de tener un término medio, pero no se puede. Si uno tiene pasión por lo que hace, se involucra sentimentalmente".

"Se forja un vínculo con los pacientes así estén un día o tres meses. Ahora estamos haciendo en nuestro Hospital la humanización en cuidados que significa que la familia esté dentro del Hospital. Antes el familiar quedaba afuera. Ahora no.

Eso se llama humanización en cuidados porque por ejemplo hay un chico internado y la familia tiene que esperar todo un día para verlo o para escuchar un parte médico y es desesperante. Entonces queremos y estamos capacitando a la familia para que aprenda a cuidar al paciente en los cuidados críticos. Sobre todo cuando hay mamás con sus hijos internados por un accidente, es muy triste ver a una madre ahí llorando. Entonces le explicamos: 'bueno mira, vamos a ver, podés quedarte al lado de tu hijo, aunque él esté dormido no importa porque la compañía está y cuando se despierte lo primero que va a ver es a un familiar. Es la humanización en cuidados críticos, que creo que en algún momento tiene que haber un Hospital cuya infraestructura acompañe".

Sobre si tuvo más alegrías que tristezas en la profesión, expresó que "las dos cosas. Cuando trabajaba en el Hospital de Niños fue duro, pero los niños tienen más recuperación que los adultos, es natural, pero cuando un paciente se va de alta es hermoso y cuando se muere es triste, pero es parte del trabajo".

Covid 19: "fue muy traumático porque no sabíamos a que nos enfrentábamos"

Sobre cómo vivió el Covid 19, destacó conmovida que "fue muy traumático porque no sabíamos a que nos enfrentábamos, teníamos mucho miedo y no nos quedaba otra. Gracias a Dios y a que enfermería es unida nos pusimos la pechera y salimos al frente".

Recordando dicha etapa, sostuvo que "no falleció ningún enfermero, nos cuidábamos mucho, yo tenía mucho miedo porque si bien no me contagié nuestros compañeros si y los tuvimos que atender. Era trabajar, ir a casa y volver a trabajar. En mi caso cuando iba a casa también había pánico porque uno piensa: ¿si los contagio y se mueren?".

Recordó que "me asusté mucho cuando una compañera contrajo el virus y nadie se animaba a ponerle suero y dije 'voy yo', entré y la atendí. Enseguida pensé '¿y si mi compañera se muere?', gracias a Dios no pasó nada, tenia un deshidratación pero fue muy traumático".

En esta instancia de la entrevista Virginia, ya consternada por lo que contó rememoró que "en la pandemia lo que más afectó fueron los abuelos, fue tremendo porque yo tenía a mi padre en mi casa y todavía lo tengo con 90 años. Pero vi abuelos que entraban ahí y nunca más vieron a su familia, familiares que no pudieron despedirse: eso fue tremendo. Yo creo que eso una de las peores cosas que me pasó en la profesión además de la muerte de los chicos, de jóvenes".

"Recuerdo cuando le prestamos un teléfono a un abuelo vio a su familia y lloraba desesperado. Por suerte ese abuelo fue dado de alta porque sino no me imagino lo que hubiera sido. Esas cosas en el Covid 19 fue tremendo. Ver morir gente joven que estaba bien a la mañana y en la tarde se había muerto. Esa cuestión de poner los cuerpos en una bolsa negra y tenías que cerrarlo, fue terrible para todos los que trabajamos en salud. No solamente para nosotros los enfermeros, también para los médicos, los chicos administrativos, los chicos que trabajan en limpieza, para todos pero sacamos la garra y salimos adelante como tantas veces. Yo también viví la Gripe A, no hubo tantos casos al menos acá en Azul. Espero que para la próxima pandemia estar en mi casa jubilada".

"El llanto de un padre es algo que aun no me lo pude olvidar"

Retomó sus primeros pasos en la profesión: "cuando tenía 25 años, estaba en Córdoba cuando escuché el llanto desgarrador de un padre cuyo hijo había fallecido: es algo que aun no me lo pude olvidar".

Llorando dijo que "yo estaba ahí, gritaba por el hijo y ya estaba muerto, fue cuando realmente por primera vez a lo mejor sentí en mi posición el dolor que siente la otra persona y que tener que estar capacitado para acompañar y nunca te inmunizas".

Reflexionó que "cuando fallece una persona joven, uno se queda con las manos vacías porque hiciste todo y si podes hacer más lo haces y el equipo queda mal, lo cual genera un desgaste mental que se llama como el síndrome de Burnout. Si bien es lo que elegimos no es fácil nuestro trabajo, estamos continuamente con gente enferma y reitero no nos victimizamos. Pero cuando no podemos sacar a un paciente que entró en paro y se nos fue es algo que tenemos que sacarnos de la cabeza. Recuerdo que un profesor nos decía 'los pacientes no se van, se mueren'.

Sobre si es creyente, dijo que "sí, creo en Dios, creo que hay algo que nos ayuda y que la gente que tiene fe y que está en una situación de alguien enfermo, la lleva de distinta manera".

Para terminar, dejó una reflexión "somos especialistas, que estudien, que se capaciten, que siempre hay algo más para aprender y que no tenemos techo. Si bien me faltan 7 años para jubilarme, cada vez tengo más ganas se seguir trabajando y con más pasión. Y muchas ganas de brindar mis conocimientos dejárselos a los chicos que vienen. En la enfermería la clave es el estudio".