EL CRIMEN DEL MARTILLERO AZULEÑO
Los investigadores están convencidos que ese sujeto, que continúa siendo buscado intensamente sobre la base de diferentes pistas, fue quien mató de un disparo en la cabeza a la víctima, utilizando un arma calibre 22. Los motivos de este homicidio todavía se tratan de determinar con certeza.
22 de enero de 2025
Las últimas horas con vida de Antonio Eduardo Bustos (55 años), el martillero asesinado de un disparo en la cabeza y cuyo cadáver fue hallado en su casa el pasado sábado por la noche, se remontan a un día antes. El viernes pasado, también en horas de la noche, fue observado cuando ingresó a comprar unas empanadas a un comercio que está en cercanías de la Escuela Normal, sobre la calle Roca. Se sabe también que cuando regresó a su casa proveniente de ese local cenó con alguien a quien conocía.
Ese sujeto comió con él las empanadas que el martillero había comprado un rato antes y después -como postre- ambos tomaron helado que Bustos ya tenía en su vivienda.
Posteriormente, por motivos que hasta el momento se ignoran, ese mismo hombre habría sido el encargado de matarlo con un arma de fuego calibre 22, tras efectuarle un disparo desde una corta distancia que impactó en el costado derecho de la cabeza del martillero.
Pero recién cuando habían pasado unos minutos de la hora 23 de este sábado pasado se supo la noticia de que Bustos estaba muerto en la cocina de ese inmueble donde vivía solo y está situado sobre las calles Rauch entre Belgrano e Yrigoyen. El mismo lugar donde también poseía la inmobiliaria en la que, desde hacía varios años, ejercía su labor profesional como martillero.
Tal lo informado por EL TIEMPO, para cuando el cadáver fue hallado no se estableció de inmediato que se estaba en presencia de un crimen. Esa situación recién quedó finalmente develada poco antes del mediodía del domingo pasado, con el resultado de la autopsia al cuerpo del hombre, que tenía 55 años de edad al momento de su traumático deceso.
En el marco de la investigación penal iniciada, a través de una causa que está radicada en la UFI 13 a cargo de Adrián Peiretti, ese fiscal y Mariela Viceconte -funcionaria judicial en turno durante la Feria de Verano- están trabajando juntos con la Policía para dar con el autor del crimen del martillero, cuya identidad aún se procura establecer, al igual que su paradero.
La novedad más saliente en torno a este asesinato data de las primeras horas del lunes último, cuando la camioneta propiedad de la víctima -una Chevrolet S10 de color oscuro- fue encontrada abandonada en la vía pública.
Con la investigación penal ahora en cabeza de la DDI Azul, voceros policiales señalaron a EL TIEMPO que el rodado fue hallado en la calle Olavarría, en cercanías al cruce con Leyría. La S10 estaba con sus puertas cerradas cuando pudo ser localizada. Y al ser revisado su interior no se encontró elemento alguno considerado de interés para el pulso de esta pesquisa.
Tras realizarse pericias a ese rodado, posteriormente fue entregado a los familiares del martillero asesinado, según se consignó también. Precisamente un sobrino suyo -que es policía de la Bonaerense y trabaja en la Seccional Primera local- había hallado muerto a Bustos el sábado último en el interior de esa casa donde el martillero vivía solo, aledaña a las oficinas comerciales de "Bustos Propiedades".
Desde la mañana del sábado último no se tenían noticias del martillero, a pesar de varios llamados y mensajes que familiares y allegados suyos le hicieron llegar a su teléfono móvil.
Fue así que un sobrino de la víctima de este crimen, enviado por otros familiares, concurrió a su domicilio el sábado pasado cuando era alrededor de la hora 23. Y como no observó movimiento alguno, después convocó a un empleado de la inmobiliaria que también Bustos tenía en su propiedad para que trajera las llaves con las cuales poder ingresar a la casa.
En esas circunstancias fue que, tal lo ya informado por EL TIEMPO, encontraron el cadáver de la víctima de este crimen en el piso de la cocina, por lo que a la vivienda fueron convocados personal médico y efectivos policiales.
Después se sabría que Eduardo Antonio Bustos presentaba en su cuerpo diferentes evidencias que -autopsia mediante realizada el domingo por la mañana en la morgue de la Policía Científica de Azul- servirían para determinar que había sido asesinado de un disparo en la cabeza.
Durante la necropsia pudo observarse que el balazo que recibió impactó en la zona fronto parietal derecha, a la altura de la sien. Y que el plomo de esa bala aún lo tenía alojado en su cráneo, lo cual sirvió también para que los investigadores concluyeran que al martillero lo ejecutaron de un balazo con un arma de fuego calibre 22 de la que, al menos hasta el momento, nada se sabe con relación a dónde puede estar.
La hipótesis más fuerte al respecto está más que clara: se la llevó el autor de este asesinato. El mismo sujeto que, además, antes de irse de la casa de la víctima se llevó también el disco rígido donde quedaban almacenados los registros de las cámaras de seguridad que Bustos tenía instaladas en su inmueble. Y lo mismo hizo con su teléfono celular y las llaves de la propiedad, cuya puerta dejó cerrada, al mismo tiempo que la casa quedaba con la alarma activada.
Todo aquello ocurrió en la previa a que el probable homicida se subiera a la camioneta del martillero para darse a la fuga y para que todavía -más allá de que la Chevrolet S10 pudo ser encontrada- su paradero continúe siendo una incógnita. Precisamente, dar con ese sujeto sería abrir la puerta que conduce al esclarecimiento de este asesinato.
Pero lo único que se sabe de ese hombre -de lo poco que trasciende en torno a esta investigación, cuyos pasos se van dando en el marco de un estricto hermetismo- es que se trata del mismo sujeto que cenó con el martillero en su casa y después lo habría matado.
Un vocero ligado a esta pesquisa, que dio cuenta del hallazgo de la camioneta, le dijo también a este Diario: "Se está haciendo una investigación profunda con las cámaras de seguridad. Por lo menos con las privadas, porque lamentablemente las del Municipio no están funcionando todas. Hay más datos, pero por el momento no se pueden aportar porque son parte de las líneas de investigación que se están siguiendo y en esta instancia no es conveniente darlos a conocer".
La misma fuente reconoció que a Bustos lo mató un hombre "que estuvo cenando con él en su casa".
"Pero por el momento -aclaró- el motivo del homicidio no se sabe con certeza. En la casa de la víctima había evidencias de que ambos estuvieron comiendo. Esta persona después se llevó un CPU y el DVR de las cámaras de la casa del martillero".
De las varias inspecciones realizadas en el inmueble pudo constatarse también que el dinero que Eduardo Antonio Bustos tenía, seguía estando en los interiores de dos cajas fuertes. Y tan sólo se observó el faltante en su casa de dos mochilas, probablemente para introducir allí -cuanto menos- el material de las cámaras de seguridad, la computadora personal del martillero y su celular.
Otro dato surgido de la autopsia revela que el martillero fue asesinado entre la medianoche del viernes y alrededor de la hora tres y media del pasado sábado, según lo informado a EL TIEMPO.
Al confirmarse que Bustos fue asesinado, el domingo por la tarde la casa donde vivía y en la que horas antes había sido encontrado sin vida se convirtió nuevamente en escenario de diferentes diligencias encabezadas por los agentes de la Policía Científica, contando con la colaboración de efectivos de seguridad de más dependencias con asiento en Azul.
Bustos se domiciliaba en una propiedad ubicada sobre la calle Rauch, a pocos metros del cruce con Yrigoyen, en la cuadra también comprendida por Belgrano y donde está situada la inmobiliaria en la que desde hacía varios años desarrollaba su labor profesional como martillero.
Como se indicó, de acuerdo con lo consignado en un reporte policial en primera instancia, en la cocina de ese inmueble a Eduardo Bustos lo encontraron muerto un sobrino suyo y un amigo de ese joven, quienes inmediatamente se comunicaron con el teléfono de emergencias de la Policía para dar cuenta del hallazgo del cuerpo.
El cadáver yacía tirado en el piso de la cocina. Y a un costado de su cabeza se hallaron machas de sangre producto de ese disparo que recibió, según lo determinado a través de la autopsia realizada este domingo.
También pudo ser observado a simple vista que el cuerpo del martillero presentaba sangrado en su boca y la nariz. Y un golpe que fue asociado a su brusca caída al suelo tras recibir ese balazo en la sien, localizado en el costado derecho de su cabeza.
La causa penal que se inició había sido definida en un principio como "averiguación de causales de muerte". Y después fue recaratulada a un "homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego".
El lunes, después del mediodía, el cuerpo de Eduardo Bustos fue sepultado en el cementerio privado "Jardín Azul", en medio de muestras de profundo dolor entre quienes asistieron a su entierro. Concretamente, familiares, allegados y conocidos suyos que todavía no salen del profundo estupor que les causó enterarse de la noticia de su muerte sucedida en el marco de un crimen, al igual que ocurriera en Azul con otro martillero en enero de 2007: Miguel Ángel Prezioso.
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